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Daniela estaba sentada en su sofá con un montón de libros esparcidos delante de ella en la mesita de centro y un bloc de notas en el regazo. Había estado investigando el tema del bondage, los juegos de dolor y el intercambio de poder y los motivos por los cuales a la gente le excitaban estas cosas.
Lo que había leído la había excitado, eso estaba claro. Y se había imaginado en las diversas situaciones: atada, azotada e incluso fustigada. Podría aducir que se debía a eso el pálpito
que se notaba entre los muslos si quería mentirse a sí misma.En realidad quien le hacía esas cosas no era un partenaire sin rostro. Poché había estado en
todas y cada una de las situaciones: eran sus manos las que tenía encima y era la morena quien le daba órdenes.Suspiró, cogió la taza de té y le dio un sorbo.
Lo había endulzado dos veces. El aromático
brebaje le alivió la garganta, pero el resto del cuerpo estaba tenso como un alambre.Habían pasado tres días desde que habló con Poché y aún no había tenido noticias suyas.
Se preguntaba si formaba parte de la demostración de poder o si simplemente estaba muy ocupada.Fuera como fuese, no le gustaba. No le gustaba estar alimentando ese comportamiento dominante.
Sabía que estaba pasando demasiado tiempo diseccionando las cosas, pero no podía evitarlo.
No era ninguna chiquilla pasiva que se derritiera a su paso e hiciera cualquier cosa que le pidiera, o que fuera a permanecer sentada junto al teléfono como un perrito faldero, esperando su llamada. Entonces, ¿por qué estaba haciendo precisamente eso?
Había salido con muchas personas y nunca había sido de esa clase de chicas. Nunca había tenido que esperar a nadie.
El sexo era abundante para una mujer liberal como ella había sido siempre. Si le interesaba un hombre o una mujer se lo dejaba claro desde un principio.
Sus ex parejas, a su vez, sentían que con ella no les hacía falta jugar a jueguitos como con las demás mujeres. Daniela mantenía las distancias para que ellos nunca pensaran que la tenían. Y, de hecho, nadie lo había conseguido.
Ella tampoco jugaba a ese juego. Pero Poché la tenía pillada de una forma que no entendía…
Dejó la taza en la mesa, cogió un libro y lo hojeó, tratando de centrarse otra vez en su tarea.
Buscaba una explicación más profunda de la psicología y la química del subespacio: ese estado parecido al trance que muchos sumisos alcanzaban durante el juego BDSM.Entendía el proceso químico, cómo se liberaban las endorfinas en el cuerpo en respuesta al dolor o a la estimulación sexual, pero no tenía tan clara la parte mental y emocional del proceso.
¿Por qué respondía la gente a ciertas cosas y no a otras? Había leído muchas veces que algunos sumisos podían empezar su descenso al subespacio cuando les ataban y les daban órdenes. A veces, incluso, bastaba con oír una voz dominante.
El tono suave y suntuoso de la voz de Poché vagaba por su mente y le hacía cosquillas en la
piel como una leve corriente eléctrica. Como si pudiera sentir la sutil vibración del sonido.
Juntó los muslos al notar un repentino dolor en la zona.De acuerdo. Entendía esa parte. Volvió a hojear el libro y su mirada se posó en la fotografía de una mujer atada con una cuerda en una especie de arnés muy complicado. Pero no eran las cuerdas lo que le llamaba la atención ni la suave piel de la mujer, arrodillada y desnuda salvo por la cuerda. Era la mano de un hombre en algún lugar fuera del encuadre y la manera en que le acariciaba la cara. El gesto inspiraba cierta ternura.
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El Límite Del Placer
Fanfic[Adaptación Caché] +21 ⚠️ Advertencias⚠️ •Mucho contenido sexual explícito •Habrá escenas que podría incluirse como prácticas de BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo) G!P •Esta historia NO es mía, es una ADAPTACIÓN...