Los meses había pasado demasiado rápido, casi cumplía los cinco meses y la casa ya era mía, había papeles que aún quedaban por checar pero eran pequeños detalles, además de que se acercaba una fecha especial, navidad, fin de año y a los quince días del primer mes mi cumpleaños.
Mi cumpleaños era una fecha que no me gustaba celebrar. Esa fecha solo me hacía cuestionar mi existencia, de porque yo cumplía un año más y ella... Ya no podía soplar las velas de su pastel.
Si bien, se me había informado que ya podía regresar, pero dije que me quedaría aquí, mi madre se puso como loca cuando se enteró y me llamó durante mucho tiempo esperando a que cambiará mi respuesta, habían pasado ya los tres meses y comenzaba a molestarse por no ir a verla en una fecha tan especial, en una de esas llamadas se soltó a llorar y comenzó a sacar demasiados conclusiones, me dió pena pero era difícil que yo cambiara de opinión.
Y ahora tenía una razón para quedarme.
Sostuve la mano de Mar, tan cálida, era algo que me gustaba hacer, sus dedos jugaban con los míos, acaricié su espalda desnuda y puse uno de mis dedos en su espada baja de lado izquierdo, tenía un lunar ahí, había memorizado cada lunar y cada uno me parecía tan perfecto.
Era un cielo con hermosas constelaciones.
Solté un suspiro como a un adolescente completamente enamorado.
Pasaban las diez de la mañana y a ningún de los dos nos apetecía levantarnos de la cama.
Miré el muñeco de nieve de decoración que Mar había puesto cerca de mi closet.
Y entonces una pregunta tan repentina se paseó por mi cabeza.
¿Con quién pasaba navidad y fin de año Mar?
Observé nuestra manos entrelazadas, con ella nada era difícil o posiblemente nunca lo fue porque en verdad la quería, la quería demasiado y se decía que cuando en verdad amabas a alguien nada era complicado.
—Mar.
Dejó de jugar con nuestros dedos entrelazados y levantó la mirada, sonrió y se acomodó mejor en mi pecho.
—¿Con quién pasabas navidad cuando los abuelos se iban a visitarnos?
Ella lamió sus labios y atrapó su labio inferior en sus dientes, miró la pared pensativa, amaba tanto ese gestó.
Mar sonrió al ver qué la observaba como un imbécil y se acercó a mi robándome un pequeño besó, sus labios presionando los míos, sin duda una sensación mágica y de la que nunca me cansaría.
—Con la señora Patrizia, ella y sus hijas eran muy buenas conmigo. Le encantaba contarnos sus historias y aventuras que tenía y sus postres eran increíbles.
Asentí lentamente, recordando a la anciana gritandome aquel día y queriendo llevarse a Fiore.
—¿Por qué ellos nunca te llevaron?
—Emm, no lo sé, ellos me decían que no podía ir, nunca me dieron una razón, pero tampoco los cuestioné.
—¿Convivias con más niños?Soltó un pequeño suspiro, jaló la sábana de la cama y la enrolló en su cuerpo cubriéndolo, se sentó encima de mi estómago y me miró fijamente.
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El cuaderno de Albert
Novela JuvenilLuan un chico que ha tenido y perdido todo en la vida, una persona que no cree en la magia, ni muchos menos en los para siempre. Su abuelo, Albert creyente de los para siempre y amores que se quedan hasta la eternidad, le deja una misión después de...