Capítulo 0

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"El mundo de alguien roto"

Harry
 
Nunca fui una persona que tenga tantos amigos, no me agrada esa idea de expander mi círculo de amistad. Se dice que cada persona tiene un círculo donde algunos están más cerca del centro y otros no tanto, en los que confías más y en los que no.
El que está en mí círculo, girando alrededor de mí centró. Jacob, con el nos conocemos desde niños.
Los recuerdos inundan mí cabeza, las tardes cuando jugabamos, miestras mamá charlaba con la suya, tomando una taza de té y unas masitas riquísimas.
Aveces me dan ganas de volver el tiempo atrás y ser tan solo un niño, sin las preocupaciónes de tener que crecer. Nadie me había advertido lo difícil que es la adolescencia. Para mí madre es la mejor etapa y no entiendo el porqué. Nadie nos entiende, piensan que nuestra vida es tan facíl, a comparación de la suya, que no tenemos ningún problema, porqué para nosotros, no existen. La adolescencia tiene que venir con un manual de instrucciones, de como sobrevivir al pensamiento negativo que llevamos por dentró, esa voz que te tortura, haciendo que no puedas dormir por las noches y tener esa necesidad de escapar. De escapar y dejar de pensar por un maldito segundo. En las preguntas que uno mismo no sabe como responder, la ansiedad que no ayuda y el puntazo en el pecho, acompañado de unos ojos cristalizados, al borde de unas lágrimas, se escaparán, recorriendo las curvas del rostro, no una, sino varias y sin parar, hasta que te das cuenta que un mar de lágrimas está alrededor tuyo. Algunas por culpa, por miedo, por el pasado, problemas internos y otras, sin saber el porqué.
Mis otros dos amigos, Markos y Thomas, a ellos los conocí en primero de la secundaría y los cuatro, nos volvimos inseparables.
Y con ellos tres, se cierra mí círculo, que no dejó entrar a nadié, por el miedo de salir lastimado, en el intento de conocer a nuevas personas, mi madre solía decirme, animate a sentir. Pero lo que no sabe es, que siento más de lo que debó.
Vivó en España, para ser más específico en Madrid, Chamberí, con mamá y mi hermano mayor, Austín. Papá se fue cuando tenía diez años, ahora tengo diecinueve, el vive en Alameda, Madrid y la última vez que lo ví, fue hace tres años, fue difícil el entender porque se separaron, creía que su amor era verdadero. Cuando me entreré que papá tenía otra familia y que estaba engañando a mamá, no sabía que pensar, no entendía, trataba, pero no encontraba alguna respuesta.
Empezaron a tener discusiones y Austín intentaba distraerme, para que no escuchara sus interminables peleas, pero era imposible. Llegaron a un acuerdo, para separarse y papá se fue de casa. En su momentó me había enojado con mi madre, por todo lo que estaba pasando, pero entendí, que ese enojo no se lo tuvó que haber llevado ella. Fue la que más sufrió, la venía todos los días apagarse más y el intento de salir adelante por nosotros. Ahora que crecí y puedo ver a mamá ser fuerte, me pone muy orgulloso y feliz, ella más que nunca merece lo mejor de este mundo.
Me tomó tiempo entender, que no ibamos a hacer una familía, que viven en el mismo lugar y el intentó de papá queriendo que pasemos navidad con el y su nueva familia. Hasta que un día, dejó de llamar y lo dejamos de ver, desde ese día, no supimos más nada, solo que ya se había casado y estaba por esperar su primer hijo.
Por más difícil de admitir, ya no esperabamos más nada de el. Aunque, no puedo negar que aveces lo extraño.
Hasta el día de hoy piensó, si el amor de ellos dos, era tan real, ¿Por que se terminó?. ¿Aunqúe el amor es verdadero?.
Hablando de ese sentimiento que alguien tiene hacía la otra persona, un sentimiento que, no puedo poner en palabras. Nunca me enamoré de alguien perdidamente. No después de lo que pasó con Sophía. Que pienses y quieras pasar todo el maldito tiempo al lado de alguien, con la cuál quieras compartir hasta lo más mínimo, pero en realidad. ¿Quién piensa en esa estupides?. Pero... ¿Puede ser cierto?. Puede que el amor llegué a curar las pequeñas partes rotas de uno mismó.
El amor es como un juego, sin reglas y el premió, son las emociones, donde tenés que saber, cómo salír sin terminar herido en el propositó de ser amado por alguien. Es algo complejo, que la verdad, no lo entiendo, donde el estado de ánimo está constantemente en una montaña rusa.
Capaz no están así, como lo puedo llegar a pensar y tal vez, es algo bonito, en ciertos casos, donde el amor mutuó, puede llegar a sanar cicatrices de hace años, donde el amor es correspondido.
Como el hilo rojo, puede separar y volver a unir a la misma persona, una, dos o mil veces, por más que se enrrosque, se haga nudos, siempre va a buscar la forma de volver hacía tí. ¿Será que alguna vez encontraré a mi hilo rojo?.
No soy muy amante de levantarme temprano, casí siempre llegó tarde a las primeras clases, ya que no me gustá levantarme a las siete de la mañana para estar sentado varías horas, viendo como pasan los profesores, con sus clases tan aburridas.
Era el primer día de clases y mamá se encargo de que no llegué tarde, un instituto nuevo, lejos de mis amigos. Nos habíamos mudado al Centro de Madrid. ¿Que podría pasar?.

    - No quiero ir a un nuevo instituto, tengo a mis amigos, sabes que no soy muy bueno en volver hacerlos - sus palabras, se entrecortaban, no sabía como reaccionar, algunas cuantas lagrimas calleron de esos ojos cristalizados. Más bien eran lágrimas de enojo e impotencia. 

   - Ya no hay nada que hacer, ya esta listo el cambio. A tu hermano le queda más cerca de la Universidad y yo quiero alejarme de esta casa y sus recuerdos - le responde la señora Vega, dedicando una media sonrisa de comprensión - Se que va a ser difícil, un nuevo caminó, nueva casa, nuevo instituto y nuevos amigos.

 - No se te ocurrió pensar en que quería, en si yo iba a estar feliz - le responde Harry, tratando de caer en la noticia brusca de que se iba de la ciudad - Ni siquiera me lo preguntarón, tomarón la decisión ustedes - corriendo la mano de su madre, mirandola fijamente. Aveces los padres, quieren lo mejor para nosotros, pero toman decisiones, que solo a ellos les conviene, sin preguntarnos o ni siquiera avisarnos, te toma por sorpresa y encima pretenden que estemos de acuerdo en su decisión.

  - Se que te asusta, obvio que quiero que seas feliz, quiero lo mejor para vos.

  - Quiero que sepas que no, que no estoy feliz - responde Harry, mientras sube las escaleras de a dos escalones, haciendo que su figura desaparezca de un soplido - Si quisieras los mejor para mí, tuviste que saber, que cambiarme de instituto, no era la mejor manera - Cerrando la puerta detrás de su espalda.

   - Bueno, lo lamento hijo, pero las cosas son así, aveces en la vida, hay que hacer cosas que no nos gusten, pero hay que vivir con eso.

Tener que afrontar un lugar nuevo, un comienzo nuevo, en otra casa, en otro instituto, y esos nervios que recorré todo el cuerpo.
Una ves ya sentado en mi bancó, viendo como desfilaban mís compañeros de clase, entré todo el tumúlto de gente, puede observar a lo lejos, una chica de pelo castaño, sus ojos de un color tan bonito, sujetando la cuerda de su mochila, que me llamó la atención, sentandose en un bancó donde la podía distinguír del restó.
Ningúno sin hablar con nadie, como dos solitarios perdidos, en un mundo que no era para nosotros. 
Harry un chico bastante raro por descubrír, "el mundo de alguien roto", donde la felicidad no tiene espació y mucho menos el amor. A Harry no solía importarle las personas o mejor dicho, no todas las personas. Hasta que conoció a la chica, que cambió la perspectiva de su mundo: Ashley Amber Smith.

El brillar de las estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora