Brenda

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La forma de relacionarnos cambia constantemente y a Brenda la conocí durante la pandemia, en clases virtuales de la universidad. Las inscripciones fueron meses atrás y jamás imagine pasar el primer año de universidad, sentado en la cama con la computadora sobre mis piernas.

Los primeros días fueron un caos, tuve que comprar unos audífonos para escuchar mejor a mis profesores y suplicar en mis adentros qué los idiotas de la clase no hicieran ruidos fuertes porque daba tremendos saltos frente a la pantalla.

La verdad es que no conozco en persona a la mayoría de mis compañeros y durante las clases nos mantuvimos atentos para no perder información preciada durante las horas. Sí acaso, cuando respondíamos una pregunta o intervenimos para preguntar sobre el tema, aparecía la cara de la persona que estaba hablando y supongo, que la cara de Brenda y la mía aparecieron frecuentemente.

Esto lo digo porque los profesores recordaban más fácilmente nuestras caras y voces, que las del resto de asistentes y esto hizo que Brenda y yo tuviésemos un poco más de confianza el uno del otro, al punto de buscar entre la lista de WhatsApp, la forma de ubicar al otro.

Por WhatsApp Brenda se limitaba a leer, pero pronto ubique su número y lo agende con la intención de algún día preguntarle algo, con el puro pretexto para conversar, porque realmente no se me dificultaba nada hasta el momento.

Una tarde regresando de compras en un supermercado que se ubicaba a unas cuadras, y al que solo podía ir en cierto horario debido a las restricciones, encontré la pantalla de mi celular parpadeando, con 5 notificaciones de WhatsApp y el nombre de Brenda en la pantalla.

Entonces me di cuenta que no fui el único que tuvo la misma idea de guardar el número para una situación complicada y así inició una charla que duró hasta la noche. En estos días se podía perder perfectamente la noción del tiempo y posiblemente finalizamos la charla cuando uno de los dos fue vencido finalmente por el sueño.

Los días pasaron y yo solo conocía la cara de Brenda mediante apariciones esporádicas en mi pantalla de la computadora, porque ella no tenía foto de perfil y no quería verme desagradable al pedirle redes sociales, siendo que ya tenia un medio de comunicación y solicitar alguna red social solamente significaria estar buscando verle las nalgas.

Los días pasaron y más que verla como mujer o tener algún interés especial en ella, fue convirtiendose más en una especie de compañero virtual que tenía la misma vida que yo en ese momento, así que nos limitamos a debatir temas escolares, de vez en cuando a contarnos experiencias personales y rara vez intercambiar fotos desde ángulos extraños que llevaban consigo, comida, desastres escolares o vistas a la calle, cielo, animales o televisores con contenido de moda y series o películas favoritos.

Después de unos meses, se levantó la restricción de la pandemia y comencé a salir más seguido por los lugares que frecuentaba, plazas, parques o pequeños bares que mantenían reglamentos de seguridad para consumo local. En una de esas estaba, cuando me llega un mensaje de Brenda y enseguida unos cuantos más de forma consecutiva, haciendo qué mi celular no parara de sonar.

Lo levante de la mesa donde estaba y al abrir la aplicación me di cuenta de una foto de mi mismo sentado en la cafetería, entonces comencé a mirar en todas direcciones tratando de adivinar donde estaba Brenda, y soltando una risa de maldad tierna, se levantó detrás del mostrador y me dijo con voz dulce:

-Hola tonoto

Yo no la había reconocido porque llevaba puesta una gorra y cubrebocas de la empresa, además de que cambió su voz al atenderme, porque ella me conocía perfectamente debido a todos los videos y fotos que había colocado en estados de WhatsApp, pero yo no conocía más que su cara y voz.

La verdad es que no esperaba encontrala y menos bajo esta situación, pero a la vez me alegre y luego de una charla sobre su trabajo y donde vivía cada uno, nos interrumpieron, así que para no molestar más, le dije que nos veríamos en otra ocasión a lo que ella contesto.
-¿Tienes cosas que hacer más tarde? Salgo en dos horas...

Sorprendido e incrédulo, me puse a pensar en los pendientes que tenía y no parecían más importantes que aceptarle una cita a Brenda, así que dije que volvería en dos horas para lo que sea que estuviese planeando y nos despedimos.

Me puse a repasar todas las cosas de las que podía hablarle y también me arregle un poco antes de pasar a recogerla. No sabía como abordar esto, porque a pesar que la conocía, era la primera vez que nos veíamos en persona.

¿Hoy no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora