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22. quiero saber lo que realmente tú estás pensado.

—¿Ah sí?—cuestionó el morocho alzando una ceja mientras se le dibujaba una sonrisa divertida en la cara y se levantaba para cambiarse de sitio poniéndose a mi lado—¿Y cuando va a ser el día que le hagas caso a tu abuela?

Me saqué la toalla de la cabeza para dejarla en una de las sillas desocupadas y me acomodé mejor en mi lugar para después pasarme las manos por el pelo intentando sacarme los nudos y emparejarlo un poco, ya que no tenía ganas de levantarme para buscar el peine.

—Es algo que estoy debatiendo todavía—dialogué haciéndome la interesante y causando que apareciera una cara de confusión en el uruguayo—No es fácil.

—¿Qué cosa no es fácil?—inquirió este mientras seguía con el ceño fruncido.

¿Se lo digo o no?

A estas alturas del partido no me importaba tirarme a la piscina sin agua, nunca me había importado, pero con Enzo era distinto. Era la primera vez que me sentía tan cómoda, bien y querida por un chico. Siempre estaba preocupándose por mi; cuando pasó lo de Matías fue el primero en estar ahí y lo valoraba muchísimo por el simple hecho de que recién nos conocíamos.

Era un chico que no se le veía con intenciones de hacerte mal, es más, se notaba que era re humilde y que quería pasar desapercibido, era igual que Esteban y Valentino; no le gustaba meterse en quilombos y no perdía el tiempo con gente que no valía la pena y que no le aportaba nada en su vida, por no hablar, de que tampoco se aprovechaba de lo lindo que era tanto física como mentalmente para arruinarte la psiquis, cosa que podría hacer perfectamente.

Todas las chicas andaban detrás de Enzo.

¿Quién no?

Pero siempre que salíamos tanto solos, como con los chicos, me daba cuenta de cómo lo miraban; muchas se lo comían con la mirada y eso que no cruzaban ninguna palabra con el porque sino se iban a terminar enamorando.

Era muy lindo físicamente, pero sin dudas, su personalidad le ganaba por goleada. 

Un chico con el que podía hablar de cualquier cosa sin tener miedo del que dirá o que opinará, atento, cariñoso, segundero y tranquilo. Porque sí, cada vez que me juntaba con él, sentía una paz y tranquilidad que nunca me había transmitido una persona antes.

Era el chico que cualquier mujer querría tener como amigo, pero sobre todo como compañero de vida o pareja.

Yo tenía la suerte de poder compartir y disfrutar todo el tiempo del mundo con él; era como si el destino hubiera elegido el momento exacto para que nos conociéramos.

Salí de mi ensoñación y moví un poco la cabeza para después empezar a debatir en si se lo decía o no.

Ya fue, se lo digo.

—Y, no es fácil tener a un dios griego delante tuyo casi todos los días y aguantarse las ganas de darle un beso—hablé rápido y me tape la cara de la vergüenza que me provocaba haberle dicho eso sin vueltas. Al no escuchar ninguna respuesta, ni ver ninguna reacción por parte de Enzo, abrí uno de mis dedos para ver por el huequito del mismo al uruguayo y al ver que seguía sin ninguna expresión en su cara, me saqué la manos de mi rostro e hice un puchero,—Ay pero decime algo, estás haciendo que me arrepienta de haberte dicho eso y que tenga ganas de que me tragué la tierra.

Soltó una carcajada que me dejó totalmente descolocada.

¿Se estaba riendo de mí o conmigo?
Yo optaba más por la primera opción; se estaba riendo de mí y del ridículo que estaba de haciendo.

—¿De qué te reis?—pregunté frunciendo el ceño y haciendo montoncito con la mano para después hacer una mueca.

No entendía esa reacción por su parte.

—De lo chamuyera y dramática que sos—contestó mientras se calmaba pero mantenía una sonrisa tierna haciendo que se le formaran los famosos hoyuelos—¿Qué querés que te diga?

Este chico me estaba jodiendo porque no había ninguna explicación lógica de porque reaccionaba así ante lo que le acababa de decir.

—No sé algo, corte; no mirá no me gustas, sos horrible, sos re buena pero recién salgo de una relación y no estoy preparado, no quiero perder la amistad. ¡No sé, algo Enzo!—chillé al ver que el seguía sin decir nada y solamente se reía, lo cual me hacía poner histérica—Ves, sos un tarado, deja.

Me levanté de la silla con toda la bronca del mundo y me acerqué hasta donde estaban mis cosas para irme a mi casa. No estaba dispuesta a quedarme en el mismo lugar, donde el chico al que me acababa de declarar, se me cagaba de la
risa.

Escuché sus pasos atrás mío y cuando intentó agarrarme del brazo, me zafé de su agarre para seguir buscando mis cosas.

—Salí, no me toques.

Me giré dispuesta a ir hasta baño para cambiarme e irme a mi casa, pero Enzo volvió a agarrarme del brazo y esta vez tiró de él para que nos quedáramos uno enfrente del otro.

Me acunó la cara con sus dos manos de una forma tan delicada, como si de una muñeca de porcelana se tratase, y empezó a mirarme fijamente con un brillo en los ojos que nunca había visto antes.

Era tan lindo.

Se acercó a tal punto que nuestras respiraciones chocaban y nuestros labios se rozaban, los ojos de Enzo bajaron hasta mis labios y al instante volvió a mantener un contacto visual conmigo para después hacerme una seña como si estuviera pidiendo permiso. Asentí frenéticamente y segundos más tarde sentí como estampó sus labios contra los míos, inconscientemente cerré los ojos y llevé mis brazos hacia su cuello para cruzarlos detrás de este mientras las manos de Enzo volaban a mi cintura y hacia leves caricias en esta.

Estaba en un nube.

Sonreí en medio del beso contagiándolo a él y segundos más tarde se separó lentamente.

—¿Esto respondió a tu pregunta?



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ESTOY GRITANDOOOOO AAAAAAAAAAAAAAAA

les di este cap para recompensarles el no haber actualizado ayer, hoy tocó un doble pero no se acostumbren tmp que nos conocemos😾 ahre

espero que les guste, quería darles las gracias por todo el amor y el apoyo que está recibiendo la fic, las quiero mucho🥹🫶🏻

kilig ; enzo vogrincic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora