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Después de comer subí a mi habitación y aproveché para echarme una siesta hasta que llegase Héctor.

Aunque puede que la siesta se alargase algo más de las cuatro y media.

Cuando desperté miré la hora y ya eran las cinco y cuarto.

- ¡ostia! -dije levantándome rápidamente y al instante aporrearon la puerta de mi habitación

Fui a abrir y ahí estaba Héctor de brazos cruzados.

- perdón -dije apenada con una sonrisa inocente

- Te perdono solo porque me hacen gracia tus pintas -dijo riendo y entrando a mi habitación

- Vete a la mierda -dije riendo

El comenzó a sacar sus cosas y yo aproveché para peinarme y ponerme una sudadera.

- ¿te molesta si pongo música? -me preguntó

- No, pon lo que quieras -dije cogiendo una silla y sentándome a su lado

Comenzamos a hacer el trabajo y sorprendentemente aguantamos dos horas juntos sin discutir.

- ¿un descanso? -propuse

- Si, por favor. Ya estoy harto de la guerra fría -dijo

Yo me tiré boca arriba sobre la cama y él comenzó a ver todos los libros que tenía en la estantería.

- Así que te gusta la poesía, eh -dijo mirándome

- Si, es muy bonita -dije

- A mi me parece un coñazo -dijo y yo reí

- Eso pensaba yo, hasta que encontré un libro de poesía que me encantó. Pero tampoco te pienses que me pasó el día leyendo poesía, la mayoría de esos libros ni me los he terminado -conté

- ¿Esta eres tú de bebé? Que mona -dijo

- ¡Oye!, deja ya de cotillear mi habitación -dije riendo

- ¿Y qué propones que haga? -preguntó mirándome de brazos cruzados- ¿Quieres que me tumbe a tu lado?

- Que dices flipao' -dije riendo- Quiero que dejes de cotillear mi privacidad

- Vale, vale, perdóname jefa -dijo y la puerta se la habitación se abrió

- Vengo a por unos libros -dijo Mónica

- Quédate, no aguanto más a Héctor -exageré y él me miró ofendido

- No inventes anda, si llevamos toda la tarde sin discutir -dijo Héctor

- Anda, eso es nuevo -dijo Mónica

- Es una tregua de un día por el trabajo, no te emociones, Fort -dije mirándole y el alzó sus cejas

- Si tú lo dices... -dijo él

- Mejor me callo porque no me apetece discutir hoy -dije

- Y yo mejor me voy -dijo Mónica saliendo rápidamente de la habitación

- Bueno otra vez solos -dijo guiñándome un ojo- Tenemos tiempo para ya sabes..

- En tus sueños chaval -dije y él rió

- Que era broma -dijo y yo alce mis cejas no muy segura

- ¿estás seguro? Porque esa es la frase típica que decís todos los chicos cuando una tía os rechaza -dije

- Estoy segurísimo, Díaz -dijo y yo reí

- Si tú lo dices, Fort -dije

- Que te parece si terminamos el trabajo y luego bajamos a cenar -propuso

- Estoy muy bien aquí tirada -dije estirando mis brazos hacia arriba

- Anda levanta -dijo tirando de mis brazos haciendo que me quede sentada sobre la cama

- Mejor vamos a terminar el trabajo, ya hemos tenido mucho contacto por hoy -dije levantándome y yendo hacia el escritorio

- Podemos tener más pero no quieres -dijo haciendo una mueca

- No gracias, con este ya me parece suficiente -dije y el rió

Cuando terminamos el trabajo salimos de mi habitación y bajamos al comedor para cenar.

Allí solo quedaba gente que ninguno de los dos conocíamos, por lo que tuvimos que sentarnos juntos a cenar.

- Que suerte ¿no? -dijo Héctor

- Mejor dicho que mala suerte -suspiré

- Venga ya, si soy increíble, cualquiera querría pasar un día conmigo -dijo con una sonrisa egocéntrica

- Oh si, que maravilla 24 horas con Héctor Fort, una maravilla para muchas, una desgracia para mi -dije y el rió

- En el fondo te lo estás pasando bien conmigo pero no quieres admitirlo -dijo

- Uf si, no veas, me lo he pasado chupiguay haciendo un trabajo de la guerra fría contigo, a ver si lo repetimos más veces -dije con sarcasmo

- Yo contigo repetiría todas las veces que quieras -dijo guiñándome un ojo y yo puse los ojos en blanco

- El día que pienses con la cabeza de arriba el mundo será un lugar mejor -dije

- Las dos están arriba -sonrío pícaro y yo resoplé

- Con esta de aquí arriba, corazón -dije dándole golpecitos suaves con el dedo en la frente

Después de cenar Héctor me acompañó hasta mi habitación.

- Ya puedes dejar de venir conmigo, el trabajo ya está terminado, no es necesario, ni quiero, que te pegues a mi como una lapa -dije mirándole- Ahora déjame pasar tiempo en mi cama sin verte

- Te dejaré porque estoy cansado -dijo y yo sonreí feliz- Hasta mañana, señorita Díaz

- Adiós, Fort -dije y entré a mi habitación

Sentimientos a medianoche - Héctor Fort Donde viven las historias. Descúbrelo ahora