II. Traición

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Era de noche cuando moriste, mi pequeña luciérnaga,
¿Que podía haber dicho para que resucitarás de entre los muertos?

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Hay veces en las que nada sale como planeas.

No sé puede tener todo en la vida, pero es necesario aspirar a tenerlo todo, aunque después la caída sea dura.

Justo antes de llegar a la aldea, se encontraron con otro grupo de viajeros en el camino, en el lugar acostumbrado de descanso, para todos los que transitaban en el camino real del Gran Mar de Hierba.

Tártaros, había dicho su padre.

La comitiva de su padre estaba visiblemente nerviosa, a pesar de que el otro grupo era minúsculo en comparación al suyo, algo podía salir mal.

La ley de todo viajero y mongol era aceptar compartir el vino y la carne con el prójimo, para evitar sospecha y animadversión entre ellos.

Su padre entonces, les había enviado con su criado una buena ración de carne cocida y vino.

Los extraños habían aceptado de buen grado la comida y a su vez enviaron leche y pan fresco para el Khan, el sirviente puso ante Finrod la fuente.

Este último, había pues aceptado de buen grado la leche endulzada del otro hombre. El líder del grupo bebió el vino enviado en su presencia y a su vez espero a que el Khan bebiera. Era una tradición.

Sin poder desconfiar Finrod se vio obligado a beber un poderoso sorbo de la fuente y comer parte del pan. Los otros hombres asintieron satisfechos ante la acción. Solo se miraron recelosamente pero no intercambiaron más.

Partieron luego de unas pocas horas para poder descansar, querían llegar cuánto antes a la aldea, sin su líder, era prácticamente un campamento desprotegido. Así que Finrod apuró a sus hombres.

[...]

Louis estaba ansioso. Su madre y su hermanita menor se habían quedado en la aldea, custodiadas por el kho de su padre, su segundo al mando y su guardia de confianza.

El pequeño castaño ansiaba poder regresar con su madre, porque a pesar de todo, aún era un cachorro y extrañaba las maneras maternales de Jayde, su olor reconfortante y la comodidad de su nido en casa.

Al cabo de haber recorrido casi un kilómetro más del puesto de descanso, el padre de Louis simplemente detuvo su caballo.

Los hombres murmurando sorprendidos. Uno de sus Khos de sangre, Hago se acercó a él.

—Mi señor —dijo en voz baja, que había clavado los talones en su caballo para acercarse a él —. Khan. —Finrod no dio señales de oírlo. Una mosca de sangre le subió por el bigote y se detuvo en su mejilla.

Louis quien ya se había aproximado con su caballo extendió la mano con torpeza hasta su padre quién parecía mirar a la nada, y le rozó el brazo.

Khan Finrod se tambaleó en la silla, se inclinó hacia un lado y cayó pesadamente del caballo.

Las moscas se dispersaron en un instante, y a continuación volvieron a posarse sobre el hombre tendido en el suelo.

—¡No! —exclamó Louis. Tiró de las riendas y, sin pensar, se bajó de un salto de la yegua y llegó hasta él.

La hierba sobre la que yacía era amarillenta y seca. Su padre gritó de dolor cuando Louis se estaba arrodillando a su lado. El aliento le silbaba ronco en la garganta, y lo miró sin reconocerlo.

—Mi caballo —jadeó.

Louis extendió la mano y la piel de su padre se fría bajo sus dedos.

Los jinetes del Khan los habían seguido de cerca. Oyó el grito de Hago cuando se acercaron al galope. Coro se bajó del caballo de un salto.

—Sangre de mi sangre —dijo al tiempo que se arrodillaba a su lado. —Le vieron la tenue espuma que emanaba de sus labios. —Veneno. —Declaró.

Los otros acompañantes siguieron montados.

Louis jadeó horrorizado, ¿Acaso era verdad? Habían envenenado a su padre, en el camino.

—No —gimió Finrod. Se debatió entre los brazos de Louis, quien lo soltó como si su tacto le quemará la piel—. Debo montar. Montar... No... Louis. —Lo llamó.

—Se ha caído del caballo —dijo Hago desde arriba. Su rostro no denotaba emoción alguna.

—Se muere —susurró Maglor uno de los jinetes, mientras miraba a Finrod con el temor dibujado en el rostro.

Louis sin pensarlo, lo abofeteó. El hombre solo le agachó el rostro destilando rabia.

Un niño se había atrevido a golpearlo.

—El khal no puede morir. —Siseó. —Mi padre, es el semental que monta el mundo. Jamás le han cortado el pelo y todavía lleva todas sus trenzas, por todas sus batallas ganadas.

—Niño —intervino Hago —, se ha caído del caballo.

Louis tembloroso, con los ojos llenos de lágrimas, se dio media vuelta. «¡Se ha caído del caballo!» Así que lo habían visto, igual que los jinetes de atrás, los hombres de su khas.

¿Y cuántos más se enterarían de su muerte? No podrían mantenerlo en secreto, Louis sabía qué significaba aquello. Un khan que no podía montar, no podía mandar.

Su madre, quería llegar con su madre, la necesitaba, consolarse en sus brazos.

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Finrod finalmente murió en la tarde, luego de dolorosos escalofríos y fiebre. Todo era cierto.

Envenenamiento. Los tártaros habían envenenado a traición a su padre.

Louis lloró amargamente ante su cadáver. Sin embargo, la vida del joven aún se vería envuelta en muchas dificultades.

Como pudo, mando a cavar una tumba y ayudó a levantar un monte de rocas, su padre se merecía algo más. Llegar con su pueblo, pero ni eso le habían permitido, no contaba con suficientes criados.

Apenas se hubo anunciado su muerte. Kho Hago se había retirado al galope y con él, otros 15 hombres. Maglor se había ido con ellos también.

Dejando a Louis con unos pocos hombres, solo los fieles a su padre.

Empezaron el camino, temerosos de ataques o robos de los cambia capas, kho Hago podría regresar o peor aún, una emboscada de los tártaros.

Louis se la paso en vigilia emprendiendo ese duro viaje de retorno, doloroso, uno de los tantos que haría en su vida. Uno peor que el otro.

Su historia recién comenzaba.

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Que sad :( poor Lou.

Una consulta. ¿Ustedes prefieren capítulos cortos o largos?

Haganmelo saber, y cuídense mucho de los traicioneros. 

IMPERIO (L.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora