Epílogo

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El frío del Norte contrastaba con su piel caliente. Pronto, las montañas heladas, con el color blanco de la nieve, formando un paisaje impresionante, los recibieron a su paso.

Había hecho el mismo viaje hace ya mucho tiempo, y ahora volvía por el mismo motivo.

Venía por su omega.

Y esta vez iba con un ejército, pues no sabía con lo que se encontraría allí. Después de la alianza de Curufin su cuñado, con su enemigo.

Faltaban unos pocos metros y no podía estar en más ansioso por volver a ver a Harry.

Rodearon por precaución la tribu, sin embargo no había salido nadie a recibirlos o a intentar de tenerlos con violencia.

Todo era silencioso.

Las casas allí eran muy diferentes, no eran simples tiendas levantadas, sino cabañas hechas de rocas y madera. Preparadas para combatir el frío invernal que los azotaba siempre.

Los pocos habitantes a la vista, lo miraron temerosos ante el inclemente ejército, pero nadie hizo nada más.

Louis llegó hasta el centro del campamento.

Habían cuatro personas allí. Esperando.

Ataviado con numerosos abrigos, y un rubor rojizo que adornaba su preciosa cara como siempre, su omega lo observaba firme y tranquilo.

Sus ojos verdes no reflejaban temor ni ninguna otra expresión negativa.

Su cuñado había prometido ciertas cosas antes de su muerte, que implicaban lastimar a su hermano y su descendencia.

Louis ni siquiera bajo del caballo y habló.

—¿Cómo estás?

—Estoy bien. —Harry contestó con suavidad. Pero no se movió de su lugar.

No dijeron nada más.

Liam rápidamente bajo de su caballo para saludar a su omega.

Zayn estaba serio y adusto como siempre, sin embargo no pudo disimular una sonrisa en su rostro.

Ambos jóvenes se fundieron en un abrazo raparador. Observaron como se dieron un beso inocente, para luego desaparecer, perdiendose en alguna tienda.

Louis quería hacer lo mismo, pero Harry parecía algo contrariado.

Desmontó y se dirigió hasta él.

El alfa dio un asentimiento al otro hombre que lo acompañaba, Calum.

Seguro que el moreno había ayudado a su omega.

—Mi señor. —El joven hizo una reverencia y se aparto de su camino.

—Me has esperado. —Señaló Louis.

Su omega se encogió de hombros

—Sabía que vendrías. —Contestó.

El alfa sonrió esta vez.

—Siempre.

Harry se lanzó a abrazarlo, su Louis ya estaba en casa.

Meses después

Enormes tiendas se levantaban en el Mar de Hierba, hechas de pieles y lona dura. Adornadas con preciosos bordados e hilos gruesos. El suelo estaba tapizado por completo.

Ahora contaban con muchas comodidades, sillones suaves, almohadas, braseros y cualquier cosa que podía imaginar al alcance de su mano.

Harry observó feliz a su familia, sus hijos comían felices el enorme banquete preparado para recibir a su padre.

IMPERIO (L.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora