Actuando como niña

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–Shhhh! ¡Haz silencio idiota! –susurro.

–Como si fuesen a imaginarse que estamos aquí. –asegura el idiota con una inmensa sonrisa.

–Pero, ¿y si lo hacen? ¡Sabes que hoy no estoy sola!

–Pues no le tengo miedo a Angelo. ¿Qué va a hacer? si no guarda nuestro secretito, yo revelo los de él.

–¿Qué secretos...?

–Otro día te cuento. –me corta, haciendome cosquillas.

Para contexto, la reunión estaba resultando eterna para mí y Luca estaba en la oficina de al lado. Me escribió si quería escapar, yo acepté, el problema es que Angelo acaba de informarme que la reunión acabó y preguntó donde estoy.

–¡Déjame! –doy un golpe en su pecho, él me detiene de la muñeca, provocando una serie de sensaciónes que no esperaba tener el día de hoy.

Bueno, a quien engaño. Después de la noche tan rara de la última vez, todo se ha vuelto un poco tenso entre nosotros. Es como un peso en mi pecho cada vez que lo veo. Y es muy, pero muy odioso. Quiero besarlo constantemente, pero me obligo a controlarme, pues si lo hago, voy a perder esa pequeña libertad. No va a querer verme y todo se pondrá incómodo y se va a volver a besar con Crystal y yo me voy a sentir como un pedazo de...

–¿En qué piensas tanto?

–En cuantas formas tengo para asesinarte si nos descubren. ¿Prefieres veneno o secuestro, tortura y luego muerte? –bromeo. Luca se acerca más a mí.

–Me agrada la idea de la tortura...

No me puedo ver, pero estar roja es lo mínimo con lo que puedo describir mi rostro perplejo y avergonzado.

–Pero mira quien es la que está nerviosa ahora...

–¡Te voy a matar!

–Pues adelante.

–Eres un odioso.

–Y tú eres adorable. –Toma entre su mano mi rostro y aprieta mis mejillas.  –Ahora, tenés dos opciones. Bien sales de aquí y dices que te dolía el estómago, o bien esperas a que alguien toque la puerta de este baño y ya no tengas escapatoria.

–Me las vas a pagar.

–Bien, estoy ansioso por saber cuando.

Salgo del baño exaltada, completamente olvidando que debo ser extremadamente cuidadosa. Al otro lado del pasillo se encuentra Angelo, que parece estar perdido al verme.

Me alejo del baño lo más que puedo, intentando de forma muy vaga ocultar quien es el próximo que va a salir de allí.

–¿Se puede saber dónde has estado?

–Primero que nada, Angelo, no eres papá. No tengo que decirte nada, pero para tu información, me duele el estómago y creo que estar en un salón tan callado sea el mejor lugar para eso.

No me cree, se nota muy claramente en su rostro que duda de cada cosita que digo; sin embargo tampoco tiene con qué acusarme.

–Pues que no vuelva a pasar. –culmina –Te voy a llevar a la uni en unos minutos, solo espera a que entregue esto y...

–Sí sí, ya vete.

Eso hace, a la misma vez que se va, Luca sale del baño. Ambos intercambian una mirada rara, como si el matarse fuese una opción. Luca se dirige hacia mí, pero no me observa en ningun momento. De forma casi iconciente estiro mi mano lo suficiente para que Luca pueda rozarla, y lo hace. Su dedo meñique roza el mío un misero instante, casi como si fuese un accidente y no algo que ambos queríamos que ocurriera...

Otra historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora