11ª Flor

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No paraba de dar vueltas, de mirar hacia el camino que se extendía delante y detrás de mí. Estaba nerviosa, mi hijo había ido tras Toshio. "Toshio",un escalofrío recorrió mi cuerpo. Hace apenas escasas horas nos habíamos besado y abrazado bajo el árbol de cerezo que yacía a mi derecha y después me dirigió una mirada que fue capaz de helarme la sangre. ¿A qué estaba jugando?Y  yo como tonta, fui hacia él. Tendría que haber cortado todo de raíz.

Sumida en mis pensamientos avancé por el camino hasta que a lo lejos vi a mi hijo. Corrí hacia él y lo abracé.

-No vuelvas a asustarme así- sollocé.

-Todo está bien, mamá- me apartó el pelo de la cara-. Estoy bien- sonrió.

Yo lo abracé de nuevo.

-Vamos a casa- dije.

Por el camino, pasamos entre los arboles en lo que el color rojo de las flores empezaba a ser sustituido por el color verde de las hojas.

Las flores caían, volviendo el camino de tierra en un camino de flores.

La verdad es que la imagen era preciosa, ninguna foto o cuadro sería capaz de captar la belleza de esa imagen.

-¿En qué piensas, mami?-preguntó Alek.

-Nada- le parté el pelo de la cara-. En lo bonito que está el camino- respondí.

-Estás preocupada por Toshio, ¿no?- me miró con sus ojos azules.

-No, para nada- fingí una sonrisa.

-Mamá, eres muy mala mintiendo. Te sentó muy mal cómo te trato; pero no te preocupes, mientras yo este aquí nadie te hará nada -me dijo.

-¡Que haría yo sin mi principito!- sonreí y le di un beso en la mejilla.

Miré a mi hijo. Era muy guapo, de ojos azules, pelo rubio y una piel blanca como la nieve con pecas. Era alto y delgado.

Mi hijo tenía 11 años y se encontraba a medio camino entre la niñez y la adolescencia. A veces era infantil y otras muy maduro, la mayoría de ellas. Haber perdido a su familia le había hecho madurar de golpe y volverse fuerte.

-¿Qué pasa?-me preguntó.

-Nada- le alboroté el pelo.

-¡Mamá!-se quejó.


No sé cuánto tiempo pasó desde la última vez que vi aToshio. Días, semanas o puede que incluso meses.

No sabía nada de él. Ni lo vi, ni me llamó ni me visitó. Pensé que quizá se había olvidado de mí y estaba con una japonesa guapísima.

Al final todo fueron mentiras.


Un día saliendo del hospital me lo encontré bajo nuestro árbol. Mi hijo se había ido de excursión y mi padre estaba de viaje, así que estaba sola.

Yo pasé por delante del árbol y de él y los ignoré completamente.

Toshio me agarró de la muñeca.

-¿Por qué me ignoras?- dijo visiblemente molesto.

-Eso debería de decirlo yo. Me miraste con asco y desde entonces no sé nada de ti. ¿Qué era? ¿Una apuesta? ¿Un jueguecito?- dije molesta-. ¡Suéltame!- intenté librarme de su agarre.

-¿No recibiste mi carta?- dijo gélido.

-¿Qué carta?-me extrañé-. ¡Suéltame! ¡Tengo prisa!- agité mi muñeca intentando soltarme.

-La carta que le di a tu hijo hace dos meses- dijo serio.

-Mi hijo no me dio nada- dije y él me soltó.

Yo seguí mi camino y por sorpresa Toshio me abrazó por detrás. Yo abrí los ojos como platos

-Por favor, no te vayas- me susurró con una voz dulce como la miel.

Un viento se levantó, llevando las pocas flores que quedaban con él y removiéndome el cabello.

Las Flores del Sakura( Saga de las Flores I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora