-Toshio, tiéndete que voy a ver cómo tienes los pulmones.
Él me obedeció y se quitó la camiseta, provocando un revuelo a nuestro alrededor. Le puse el fonendoscopio en el pecho.
-Respira-le dije. Vi su pecho subía con la respiración-. Expira- vi cómo su pecho bajaba. Mientras yo escuchaba su respiración, observé por el rabillo del ojo que me miraba, como un cazador acechando su presa.
-Tienes mal puesta la cofia- de repente su cuerpo se alzaba y sus manos me colocaban bien la cofia. Con ese contacto, un escalofrío me recorrió de arriba a abajo, mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho. No podía dejar que esto me inundara y respondí con un seco gracias y me centré en mi trabajo mientras él miraba por la ventana.
Terminé de examinarlo.
-Éstas perfectamente- le conuniqué-. Mañana te daremos el alta- dije con un marcado tono profesional.
-Gracias por sus cuidados- hizo una reverencia.
-De nada. Ahora descansa.
Él me obedeció.
Empecé a caminar hacia los vestidores. Me encontraba aliviada. Por fin dejaría de sentir esas atracción por ese soldado del bando contrario, ya que no lo vería más; pero una parte de mí lamentaba su partida.
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Me desperté de madrugada. Por alguna extraña razón no podía conciliar el sueño, algo me obligó a despertar.
Me sentía aliviado porque ya no tendría que preocuparme por esa tonta enfermera nunca más. Mi deuda estaba saldada, o eso me decía a mí mismo.
Empecé a escribir una carta en los albores del sueño. Cuando los primeros rayos de sol rallaron el alba, ya estaba escrita.
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Al día siguiente, Toshio partió puntual del hospital. Desde que se despertó había conseguido que Alek se abriera a él, quizás por el odio común de ambos a mi país. El soldado ayudaba a Alek con su deberes y le ayudaba con el japonés. Era muy común verlos juntos, casi parecían padre e hijo y esta clase de escenas eran capaz de provocar una explosión de corazones en la clínica y hacer que la paciente o enfermera más insensible se muriera de ternura.
La ida de Toshio provocó una tristeza general en el personal femenino y una alegría colectiva en el masculino.
Cuando caía la noche, apunto de acabar mi turno, mi hijo vino con una carta y me la entregó. Me dijo que la había escrito Toshio. Yo la guardé en mi bolso y nos dirigimos a casa.
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Las Flores del Sakura( Saga de las Flores I)
Fiksi SejarahDicen que el amor es algo extraño. Capaz de cambiarlo todo y cambiar el cristal con el que se miran las cosas. Corría el año 1941.Todo el mundo se hallaba en un conflicto bélico conocido como la 2º Guerra mundial. Las potencias del eje peleaban cont...