6ª Flor

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-Toshio, tiéndete que voy a ver cómo tienes los pulmones.

Él me obedeció y se quitó la camiseta, provocando un revuelo a nuestro alrededor. Le puse el fonendoscopio en el pecho.

-Respira-le dije. Vi su pecho subía con la respiración-. Expira- vi cómo su pecho bajaba. Mientras yo escuchaba su respiración, observé por el rabillo del ojo que me miraba, como un cazador acechando su presa.

-Tienes mal puesta la cofia- de repente su cuerpo se alzaba y sus manos me colocaban bien la cofia. Con ese contacto, un escalofrío me recorrió de arriba a abajo, mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho. No podía dejar que esto me inundara y respondí con un seco gracias y me centré en mi trabajo mientras él miraba por la ventana.

Terminé de examinarlo.

-Éstas perfectamente- le conuniqué-. Mañana te daremos el alta- dije con un marcado tono profesional.

-Gracias por sus cuidados- hizo una reverencia.

-De nada. Ahora descansa.

Él me obedeció.

Empecé a caminar hacia los vestidores. Me encontraba aliviada. Por fin dejaría de sentir esas atracción por ese soldado del bando contrario, ya que no lo vería más; pero una parte de mí lamentaba su partida.

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Me desperté de madrugada. Por alguna extraña razón no podía conciliar el sueño, algo me obligó a despertar.

Me sentía aliviado porque ya no tendría que preocuparme por esa tonta enfermera nunca más. Mi deuda estaba saldada, o eso me decía a mí mismo.

Empecé a escribir una carta en los albores del sueño. Cuando los primeros rayos de sol rallaron el alba, ya estaba escrita.

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Al día siguiente, Toshio partió puntual del hospital. Desde que se despertó había conseguido que Alek se abriera a él, quizás por el odio común de ambos a mi país. El soldado ayudaba a Alek con su deberes y le ayudaba con el japonés. Era muy común verlos juntos, casi parecían padre e hijo y esta clase de escenas eran capaz de provocar una explosión de corazones en la clínica y hacer que la paciente o enfermera más insensible se muriera de ternura.

La ida de Toshio provocó una tristeza general en el personal femenino y una alegría colectiva en el masculino.

Cuando caía la noche, apunto de acabar mi turno, mi hijo vino con una carta y me la entregó. Me dijo que la había escrito Toshio. Yo la guardé en mi bolso y nos dirigimos a casa.



Las Flores del Sakura( Saga de las Flores I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora