14ª Flor

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No recuerdo cuánto tiempo permanecimos abrazados, solo recuerdo que mi mundo parecía ahogado en un mar de lágrimas. Un corazón que lloraba con Toshio que sentía su dolor.

Aquel soldado que tanto me había fascinado desde el momento en el que entró en mi radio de visión, por el que suspiraba; ese mismo soldado ahora se encontraba llorando su dolor, como un cristal quebrado en minúsculos pedazos.

Yo no podría hacer otra cosas que estar ahí, ser un pañuelo en el que llorar, un hombro en el que lamentar su pena.

Al rato, sus lágrimas se detuvieron. Alzó la cara y me dio un beso en los labios, tan dulce como la miel. Después se recompuso y se sentó a mi lado.


-Siento haberte mostrado esta imagen tan débil de mí- dijo serio.

-No te preocupes- le seque las lágrimas que le quedaban con una suave caricia-. Todo estará bien- le acaricié la mejilla derecha.

Me agarró la mano de su cara.

-No es necesario que lo hagas -dijo con su típica cara de poker.

-Quiero estar a tu lado y ayudarte cuando te sea necesario- lo miré con ojos llenos de ternura.

-¿Estás segura de tu decisión?- me preguntó serio.

-Sí- afirmé rotundamente-. No pienso dejarte solo- dije muy segura de mí misma.

-Luego no te arrepientas- dijo con la misma cara de antes.

-No, no lo haré. Nada del mundo me hará cambiar de opinión.

-Chica tonta-me dio un golpecito en la frente con dulzura mientras sonreía.

Ahí morí de amor, parecía un niño picando a la niña que le gusta. ¡Cómo podía ser tan dulce!. No había nada que expresara cómo me sentía en ese momento; algo se agitó dentro de mí. Ni mariposas ni tonterías, era como un río desbocado, un huracán, una tormenta, un terremoto; así era como me sentía.

La temperatura subió y mis mejillas adoptaron el color rojo de los tomates que destacaba más sobre mi pálida piel. Miré al frente y escondí la cara en mis manos, él las aparto de mi cara y yo volví a ocultarla.

-No me mires- giré las manos y la cabeza.

-Entonces me iré- vi entre mis dedos que se levantaba y con un rápido movimiento lo agarré del brazo.

-No te vallas- dije.

-Eres demasiado kawaii- me dijo serio.

-¿Kawaii?- dije.

-Linda- dijo serio.

-¿Eh?- no entendí lo que me dijo.

-Cute- respondió.

-Ah- dije. Y rápidamente mi cara volvió a ponerse roja.

Él se sentó a mi lado de nuevo. Yo en ningún momento le solté. Alargó su mano hasta mi cabeza y con suavidad la posó en su hombro, yo no me negué.

-A partir de ahora nos comunicaremos por carta porque será difícil vernos.

-¿Por qué?- pregunté.

-Somos de bandos contrarios- giró la cara y me miró serio.

-¿Y qué?- pregunté.

-Las posibilidades que capturen al otro para hacer daño serán mayores si se descubre nuestra relación, también podría ser usado como reclamo; además, la sociedad condena esta relación entre nuestros bandos. Solo hay odio, no hay sitio para nada más.

-¿Tan complicado es?- alcé la vista.

-Es casi imposible- me miró frío.

-¿Entonces cuándo será la próxima vez que nos veamos?

-Eso no te lo puedo decir con certeza.

-¡Qué asco!- grité molesta.

-Esto es así- miró al frente.

-No puedo estar más de un día sin saber noticias de ti- dije ansiosa.

-Quizás podamos comunicarnos por carta- me miró.

-Buena idea, dejaremos una carta enterrada al pie del árbol y el otro la cogerá- junté mis manos.

-Eso haremos- miró su reloj-. He de irme- se levantó.

-Todavía no- dije lo más mona posible.

-Si no estoy allí, podrían sospechar- se sacudió la ropa-. Mañana te dejaré una carta- me dio un beso en los labios y se fue. Yo me quedé bajo el árbol hasta que no fue más que una figura borrosa.

Las Flores del Sakura( Saga de las Flores I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora