JOE GOLDBERG

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"Obsession"

Mi vecino podría ser nombrado como todo un personaje, salía hasta muy tardada la noche usando ropa oscura y gorra, lo más curioso era, que todas las veces que lo hacía, era cuando yo salía, seguramente pensaba que yo no lo notaba, pero desde la vez que fui a un bar con mis amigos, verlo encapuchado mientras fingía ser un cliente más, despertó mis nervios.

Me sentía observada mientras me cambiaba de ropa, al mismo tiempo, como algunas de mis pertenencias desaparecían, ropa interior, mis favoritas de hecho.

Justo ahora me dirigía a su apartamento, me había invitado a cenar, por alguna razón, quería pensar que el no era malo, que todas estas ocurrencias, eran una simple casualidad, me negaba a la idea de que tal hombre fuese, en efecto, un sociópata, un acosador, quería darle la oportunidad de que me demostrase que era un buen hombre, además de guapo. Toqué el timbre de su apartamento, algo nerviosa por saber lo que el destino me traería, en realidad, no creía en tal cosa, mi mente buscaba estar ocupada y no pensar barbaridades y cosas inciertas.

--¡Llegaste!, adelante, pasa, hice pasta boloñesa y preparé queso rallado.-- dijo una vez la puerta se abrió, haciéndome señas para pasar al interior de su apartamento.

Primero, ¿como carajos sabía que mi comida favorita era la pasta boloñesa?, ¡hasta mi obsesión por el queso rallado la conocía!

--Eres muy amable al invitarme, Joe.-- dije sentándome en la silla del comedor, donde me había indicado anteriormente. El olor a pasta recién hecha invadió mi sentido del olfato, haciéndome desear probarlo de una vez por todas.

--Te ves preciosa hoy-- dijo una vez se sentó a mi lado.

--Muchas gracias Joe, tengo una pregunta, ¿como has sabido que mi comida favorita era la pasta?-- pregunté con mucha curiosidad.

--Supongo que lo he adivinado, ¿que no es la comida favorita de todas las chicas?-- dijo en un tono burlón, tanto que pude sentirme ofendida ante su comentario.

--¿Acaso estás insinuando, que soy como todas las chicas?-- dije un tanto molesta.

--Por supuesto que no, tú eres, muy diferente a todas las chicas que he conocido.--afirmó.

—¿Que tan diferente?.— pregunté.

—Lo suficiente como para amarte.— dijo.

¿Amor?, si apenas lo conocía, ¿como podía decir tal cosa?.

—Lo siento, Joe, creo que mal interpretaste mis intenciones, si apenas te conozco...— dije algo temerosa.

—No te preocupes, tendremos mucho tiempo para conocernos.—dijo con un tono de voz que me provocó escalofríos.

De repente, me sentí mareada, mis ojos empezaron a cerrarse, tiré el vaso de vino que tenía en la mano, dándome cuenta de lo sucedido, luego, siento unos fornidos brazos dirigirme a un lugar desconocido.

Desperté horas después, tal vez días, tenia ropa nueva, y estaba completamente limpia, me encontraba en una esquinita de un cubículo de vidrio, las luces eran exasperantes, tan brillantes que cegaban, estaba rodeada de libros y una tazita, parecida a una de baño, pero mucho más chiquita.

—¿Que mierda?, ¿Que carajos es este lugar?, ¿Que mierda??!!, !SÁCAME DE AQUÍ JOE!— grité, palmeando el vidrio, intentando romperlo.

—No te preocupes cariño, estás a salvo ahora— dijo con una voz que casi no reconocí, su cara se veía más oscura, casi siniestra, con una pequeña sonrisa de lado, y una mirada perturbadora.

—¿De que mierda hablas Joe?, ¡sácame en este instante!— exclamé.

Se acercó hacia una pequeña puertecita en el cuadro, y la abrió, dejó un sándwich y una botella de agua, ¿Acaso esperaba el, que le agradecería?.No dije nada, me senté con furia en la improvisada cama mientras el empujaba el sándwich hacia mi, no alzé mi mirada en ningún momento, decidí dejar mi miedo a un lado, e idear un plan para escapar de aquel lugar.

Pasaron días, días almorzando sándwiches y aveces sin comer, necesitaba una ducha, pero la ropa nueva, nunca faltaba, se quedaba hasta tardes horas de la noche conversando conmigo, claro, si apenas le dirigía la palabra.

Tome una hebilla puntiaguda de uno de los estantes en su ausencia, lo escondí entre mi ropa interior, cerca de mi cadera.

—Al fin llegaste Joe—dije con un tono coqueto.

—¿Estás de buen humor hoy?— dijo en un tono burlón.

—Tal vez lo esté, solo que, ha pasado tanto tiempo desde que no siento placer, empiezo a frustrarme.— dije desabotonando mi camisa, dándole miradas coquetas.

—¿A que se debe esto?— dijo él, acercándose a la puerta del cubículo.

—Lo entiendo Joe, ahora lo entiendo todo, ven— dije tocando el escote de mi brasier, sintiendo su mirada perversa en mis pechos.

Mi plan empezó a funcionar, acercó las llaves hacia la puerta y la abrió, se acercó hacia mí, me tomo de la cintura y estampo sus labios contra los míos, empezó a apretar mis pechos y besar mi cuello, en tal momento, era la oportunidad perfecta, saqué la hebilla de al lado de mi costado, y se la enterré el la zona del cuello, un montón de sangre salpicó mi cara, lo tiré en el suelo y salí del cubículo, encerrándolo en él.

—Es- es- espera... — dijo con voz entrecortada por su reciente herida.

—¡ERES UN PUTO LOCO DE MIERDA!!— grité golpeando el vidrio, para molestarlo.

—So-Solo, solo soy un hombre enamorado, que cree en hacer lo posible por amor.— dijo algo tranquilo, sosteniéndose la herida.

Le di una mirada de aflicción, y salí del lugar, no sabía lo que iba a hacer, era obvio que el no moriría, fue una herida menor, ¿Debería volver a buscarlo?, ¿Tratar de entenderlo?....

—Elizabeth

𝙊𝙉𝙀 𝙎𝙃𝙊𝙏𝙎; 𝙢𝙪𝙡𝙩𝙞𝙛𝙖𝙣𝙙𝙤𝙢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora