TIMOTHÉE CHALAMET

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"Two little boys"

La cena estaba tomando más de lo esperado, pude todo mi esfuerzo en terminar aquel pavo horneado que no me percaté del tiempo, ni de las personas a mi alrededor, grité en busca de mi hijo, Mathew, pero no escuché respuesta alguna, después grité por mi esposo, tampoco se escuchó algún ruido.

Después de una larga y silenciosa pausa, Timothée gritó desde las afueras de la casa que se encontraban bien, lo cual calmó un tanto mis nervios, y seguí con mi trabajo en aquel pavo horneado que no se horneaba. Maldita sea, por esta razón nunca cocino.

—Mami, ¿puedes darme un baño?— se escucha la voz de un infante.

Casi me da un ataque, el perfecto piso recién limpiado y encerado estaba cubierto de lodo, seguido por mi hijo, el lodo recorría desde sus diminutos pies hasta cada hebra de su cabello, su ropa estaba vuelta nada, y la persona que tendría que limpiarlo y arreglar el desastre no sería nadie más que yo.

Con rapidez me quite el delantal de cocina y me acerque al pequeño, aún completamente estupefacta por su estado, sin decir una palabra, sabía que aquel estrago me había hecho enojar, y su pequeña carita estaba mirando hacia el suelo, de la vergüenza.

—¿Porqué rayos estas de esta manera?— le pregunté intentando descifrar su carita de niño arrepentido.

No hubo respuesta hasta que mi esposo entró por la puerta principal, y para mi sorpresa, estaba igual de lodoso y desastroso que su propio hijo, genial, dimos con dos niñitos con los que lidiar.

—Estábamos jugando en el lodo y, nos dejamos llevar— dijo Timothée cabecibajo, realmente se parecía a su hijo.

Antes de poder responder, se escuchó la gran cantidad de lluvia bajando por el techo de la casa, llovía a diluvios.

—No seas amargada cariño, yo mismo lavaré a Mathew.— dijo acercándose hacia mi.

—¡No me toques!, me vas a enlodar.— dije apartándome de su lugar.

Los dos niñitos intercambiaron miradas cómplices y se abalanzaron hacia mi en un abrazo, desastroso, lodoso y de mal gusto, pero en cambio de enojarme, sentí una gran emoción por lo que hacíamos, quería enlodarme también y jugar a su lado para siempre.
El abrazo terminó y mientras se quedaban buscando alguna expresión de enojo en mi rostro, les di una mirada cómplice y salí corriendo a la puerta de la casa, en dirección al jardín.

Hacia mucha lluvia afuera y estaba helando, pero las gotas de agua eran reconfortantes, complementaban lo que necesitaba ese día, era perfecto.

Ambos me siguieron y se andentraron en la lluvia a mi lado, jugamos con la lluvia un rato, y para mi suerte todo el lodo que tenía en mi ropa y en la de ellos había desaparecido, benditas sean las lluvias.

—Olvide por completo el pavo.— dije al momento de entrar a la casa, viendo cómo salía humo de el horno.

Me apresuré a sacarlo con un gran guante de cocina y claro, ahí estaba , pavo quemado.

—No te preocupes cariño, ven, vamos a bañarnos.—

El resto de la noche fue de lo más conmovedora, en vez de preparar otro desastroso pavo, pedimos pizza y vimos películas juntos, no había nada mejor que una familia como la que tenía.

—¿Sabes?, te vez hermosa cuando estás enojada—

—¡No estaba enojada!— exclamé.

—Tu cara decía lo contrario.— dijo.

—¿Ah si?, pues tu cara parecía la de un perito herido, o niño regañado.

—¿Eso crees?— dijo y me alzo en brazos y empezó a dejar miles de besos por todas mis mejillas.

No pude evitar reír y sonrojar, definitivamente amaba a este hombre, sus perfectos rizos se sacudían con cada movimiento que realizaba, y su sonrisa era aún más perfecta.

—Shhhh, vas a despertar a Mathew.— dije cuando su tono de risa aumentó.

—No importa, solo quiero escucharte reír.—dijo.

Tenía la familia ideal, el esposo ideal, no necesitaba nada más.

—Te amo, Timmy.— dije.

—Te amo cariño.—.

—Elizabeth

𝙊𝙉𝙀 𝙎𝙃𝙊𝙏𝙎; 𝙢𝙪𝙡𝙩𝙞𝙛𝙖𝙣𝙙𝙤𝙢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora