Bajo la Lluvia de Celos.

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La envidia se apodera de mí al ver la lluvia, esa que acaricia tu piel con delicadeza. Anhelo estar tan cerca de ti como lo está ese suave rocío, más cerca incluso que mis propias manos.

El frío de mi cuerpo siente envidia por el calor del tuyo, si tan solo estuvieras cerca todo sería más cálido.

Desprecio al viento, ese que te rodea con su abrazo y danza entre las telas que te envuelven. Me llena de celos su cercanía contigo, que supera incluso la proximidad de mis brazos.

Te he deseado toda la plenitud que este mundo puede ofrecer y a su vez estoy anhelando tu presencia en cada rincón de mi ser. Cuando te alejaste y buscaste mi perdón, te dije que no había culpa que absolver.

Entre veces me escribes o me llamas, intentando saber si he borrado tu rastro de mi vida, ansiosa por saber si aún ocupas toda mi alma.

Te empeñas en explicar lo inexplicable, que el amor se te agotó y ya no pudiste seguir. Me pides que aguarde a que el tiempo cure mis heridas, que espere a que la oscuridad que me rodea se disipe algún día. Y concluyes deseándome que un nuevo amor llene el vacío en mi vida.

Pero... ¿Qué vida? ¿Para qué pronuncias palabras vacías?

Mi vida se fue, se desvaneció contigo, desde que partiste dejé de vivir; sin ti, solo respiro, sé que solo existo a tu lado.

Confieso que ansiaba tu regreso, esperando escuchar que el mundo fuera de mí solo te brindaba angustia y miseria. Dolorosamente admito que siento celos de la dicha que encuentras en ausencia de mi compañía.

Las noches se vuelven más frías y la soledad se adueña de ellas, preguntándome quién ocupa ahora el espacio que solíamos compartir a tu lado, y eso despierta en mí una envidia profunda.

Envidio al amor, al amor que alguna vez fue nuestro y que ahora se comparte con otra persona. Me duele y me pone celoso imaginar a alguien más viviendo la vida que planeábamos juntos.

Siento que me hundo en la arena, viendo cómo escapas entre mis dedos, como el agua entre las manos. Permanezco aquí, esperando otro día que se desvanece, pues todo lo que me queda es llorar tras esta sonrisa fingida.

Persisto en desearte todo lo bueno que el mundo pueda ofrecerte, mientras continúo sintiendo celos de la senda en la que hallas tu felicidad sin mi presencia.

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