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La noche ya había cubierto el cielo con su manto de estrellas y jalea oscura, la gente seguía ambientada y gritando con euforia, las apuestas corrían con rapidez, sabía que la mayoría apostaba por él. La música retumbaba contra las paredes que rodeaban el túnel.

Definitivamente esa era su casa.

Peinó su cabello hacia atrás y se acercó a su auto, pero el destello de cierta personita lo detuvo antes que se subiera. Ahí, entre la multitud, un bonito castaño de cabello rizado y ojos inocentemente brillantes le miraba inexpresivo. Una media sonrisa se formó en sus labios, ni siquiera supo qué le causó tanta gracia, miró hacia arriba, la regresó hacia JungKook y luego lanzó un beso en su dirección. Las personas que pensaron que era para ellos gritaron emocionados, pero el castañito solo frunció el ceño y rodó los ojos.

—¿Ocupado siendo un idol?

—Soy más que esos niños bonitos— le contestó al hombre que le había hablado y ambos subieron a sus autos con sonrisas llenas de autosuficiencia.

—Y estamos seguros de eso, ¿Sabes quién lo cree así? El jefe...— le dijo desde su asiento.

TaeHyung suspiró cansado y negó con la cabeza mientras tomaba el volante y revisaba parámetros.

—Te lo digo en serio, Kim, la paga es buena, solo unas cuantas entregas...eres rápido, no te atraparían— continuó el dueño del Mitsubishi verde.

—Ya he dicho que no, SangYi— frunció el ceño mirándolo— lo mío es correr, y con eso gano suficiente, no es lo mío ser cocainómano y mucho menos ser lamebotas de uno...— espetó filosamente.

—Bien, tú te lo pierdes, solo no digas que no te invitamos a la fiesta— subió ambas cejas y regresó la mirada al frente.

A los pocos segundos, un bonito Nissan Skyline se posicionó junto al Supra blanco de TaeHyung. El vidrió del copiloto se abrió y una chica rubia con ojos afilados apareció sonriente.

—¡¿Cómo están hoy, señoritas?!

—¿Qué hay, SoYeon?— saludó el pelinegro.

—¿Listos para qué les patee el culo?— aquello hizo reír a ambos hombres.

—¿Por qué no te quedaste jugando a las muñecas, niña?— la provocó SangYi.

—Porque me aburrí de jugar con la muñeca inflable de tu madre— contraatacó sacándole una sonora carcajada a Tae.

Antes de que pudieran seguir peleando, la chica que daba la salida pasó por enfrente de los autos hasta posicionarse entre dos de ellos. La gente vitoreó a los corredores y ella sonrió.

—¡Bien! Saben las reglas, así que no las repetiré. La apuesta es de 8000, así que corran bien— pasó su mirada sobre los tres competidores— ¡En sus marcas!

Los motores rugieron estruendosamente.

—¡¿Listos?!— el auto de TaeHyung casi rugió...—¡Fuera!

La chica casi cayó de sentón por la rapidez con la que habían salido, la gente de nuevo corrió hacia la pista y el dron persiguió a los tres autos mostrando la carrera sobre la lona.

JungKook observó al carro blanco que llevaba la delantera, se había impresionado con la velocidad con la que corría su hermano, pero no era nada comparada con lo rápido que iban los tres autos. La gente estaba enloquecida, el Mitsubishi verde y el Supra blanco encabezaban la carrera estando casi a la par; sin embargo, el Skyline azul rugía cerca de sus alerones.

Los tres dieron una vuelta en la que SangYi intentó colársele a TaeHyung, quien aceleró y cerró al final de la curva para que no hubiera espacio suficiente para su contrincante. Fue ahí que SoYeon aceleró de golpe alcanzando a ambos chicos.

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