Armstrong B.
Fuera, el desmesurado estruendo de los autos me exasperaba y me crispaba los nervios cada vez que sus cornetas se hacían oír. Dentro, el tic-tac espeluznante del reloj marcaba el tiempo transcurrido, un recordatorio contante de la distancia que me separaba de ella. Las tardes en las que me mantenía ahogado en un mar de papeleo parecían prolongarse más de lo que aparentaban, como si estuvieran perdidas en el vacío infinito, arrastrándose con una lentitud agobiante. Tomándome prisionero en esta oficina, en este edificio, sometiéndome a reuniones tediosas y cenas aburridas. Pero todo eso había llegado a su fin. Finalmente, era libre para escapar de este opresivo entorno.
Con todos los asuntos pendientes resueltos, me encontraba preparado para mi retorno a Londres, ansioso por quedarme allí el mayor tiempo posible, pues todo iba en marcha, ya que hace poco menos de una semana presenté la sugerencia del nuevo proyecto a mi padre y, apenas obtuve su aprobación —la cual llego esta mañana—, me comuniqué de inmediato con Sebastián —quien se encontraba al teléfono conmigo en este momento—. Para nuestra conveniencia, mostró interés en la propuesta y curiosidad al saber que no sería yo quien dirigiera el proyecto.
—Sabe muy bien que no confío en cualquier persona para asuntos de negocios como este.
—Lo tengo muy presente, señor. Sin embargo, estoy seguro de que no se decepcionará. Le aseguro que tiene grandes ideas que nos llevarán un paso más adelante en nuestra economía.
—Entonces, le tomaré la palabra, joven Armstrong. ¿Puedo confiar en usted?
—Con los ojos cerrados, señor.
—De acuerdo. Nos veremos pronto.
—Por supuesto.
No había cortado la llamada siquiera y ya me hallaba celebrando, lanzando un golpe al aire. Lo había conseguido. Me relajé en mi silla, dejando escapar un suspiro de alivio y me permití aflojar el nudo de mi corbata. Por primera vez en muchos días, respiraba tranquilo, sintiendo la satisfacción inundar mi pecho. Me encontraba a un viaje en barco para que mi tan anhelado momento de volver a ver a la chica que ocupaba mis pensamientos se cumpliera.
Sabía también que tomaría por sorpresa a Sebastián ver a una mujer —mi hermana—, entrar a su oficina y ser ella quien explicara en detalle esta propuesta y fuera encargada de llevarla a cabo. Sin embargo, no mentía sobre el potencial que poseía. Nos había dejado impresionados a mi padre, a mí e incluso a Ángelo, ante su presentación del proyecto y la forma en que cubría cada duda que surgiera. No había de qué preocuparse, así que después de haber dejado todo listo y cubierto lo que podría arruinar nuestro viaje, nos despedimos de nuestro padre para dirigirnos al puerto donde tomaríamos el barco hacia nuestro próximo destino: Londres.
[...]
El sonido del agua golpeando el casco del barco resonaba como un tranquilo murmullo, tan suave y sereno como el arrullo de una madre a su bebé recién nacido, un sonido que amaba cada vez que me embarcaba en un viaje. Me encontraba en cubierta junto a Ángelo y Fiorella, reposando en un sofá bajo la sombra de una glorieta, sintiéndome libre como el viento que acariciaba mi rostro y tan lleno de vida como solo podía hacerte sentir el mar. Sin embargo, con el pasar de las horas, la tranquilidad fue lo último que sentí, pues una vez disipada la emoción inicial de embarcarnos, mi ansiedad por llegar se hizo evidente. Fiorella —que es la mayor de los dos—, me miraba con cierto desdéndebido al constante movimiento de mi talón golpeando la cubierta, componiendo el más tenso de los compases.
—¡¿Puedes dejar de moverte?! Pareces un niño inquieto. Si te preocupa que nos hundamos...
—Créeme, un posible hundimiento del barco no tiene nada que ver con su inquietud, ¿verdad... Charles? —Ángelo sabía perfectamente la molestia que me causaba que usaran mi primer nombre, y la mención de él me hizo sacar mi mal humor, observándolo con amenaza. Lo golpearía si volvía a repetirlo, y él era consciente de ello, ya lo había hecho una vez
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Cuando Nos Volvamos A Encontrar
RomanceComprometerse es el único propósito para las jóvenes del antiguo Londres, pero no tanto para Rebecca. En realidad el tema del matrimonio es mencionado principalmente por su madre, quien insiste en conseguir el hombre adecuado para su hija, incluso s...