Prólogo

99 14 5
                                    

Siglo XIX, año de 1830, en una línea temporal un tanto diferente a la nuestra. Donde los países han prosperado después de la guerra por ser independientes, y la revolución industrial ha dado su fruto, llevándonos a un paso más al futuro con las máquinas a vapor, pero donde queda mucho que desear en la sociedad.

La mentalidad, cerrada y estricta, es inducida a todos y cada uno de los estatus sociales, no importando si perteneces a la clase obrera o a la alta burguesía, las ideas o el comportamiento liberales son mal vistos. Se les presiona a hombres y mujeres para cumplir con su papel en la sociedad; a las mujeres se les enseña para que se conviertan en excelentes esposas y madres, —refinadas y con modales impecables para las de clase alta—. Los hombres, por su parte, aprenden desde jóvenes como llegar a ser excelentes caballeros y llevar los negocios familiares —de nuevo a los de clase alta o si estos tenían, a los de clase media—.

Es por todo esto, y la presión social claro, que las jovencitas en edad casadera esperan ser cortejadas por algún caballero de excelente familia, arreglando citas para ser presentados. Situación por la que mi madre me presiona en aceptar alguno de los pretendientes con los que continuamente arregla encuentros para conocernos. Y yo no tengo más remedio que escucharla sin protestar.

Nunca he sido valiente o alguien a la que dejen opinar por sí misma, pero todo cambió tras conocer a un noble que no le importaba lo que dijeran sobre él y deseaba dejar todo por tener una vida libre de ideas estrictas. Mi perspectiva de la vida ya no fue la misma tras pasar tiempo a su lado.






Cuando Nos Volvamos A EncontrarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora