ROSE ;; Keria x Gumayusi

❧ IV. 10

Los dos jóvenes se separaron finalmente y Minhyung se puso de pie con facilidad, extendiendo su mano hacia Minseok. El menor, aún sintiéndose un poco aturdido por la intensidad del momento, aceptó la ayuda del otro para levantarse del césped húmedo mientras sus piernas todavía temblaban ligeramente.

El entorno comenzó a cambiar mientras la luz de la luna daba paso a los primeros destellos del amanecer. La temperatura descendió, y Minseok sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo desnudo. Minhyung, notando su incomodidad, se apresuró a tomar las toallas y suéteres que había traído.

Con delicadeza, Minhyung envolvió al otro en una de las toallas, asegurándose de cubrirlo completamente para protegerlo del frío matutino. Sus manos, hábiles y cariñosas, secaron la piel del menor con ternura antes de ayudarlo a vestirse y a ponerse el suéter con cuidado.

—Esto te mantendrá abrigado —dijo, ajustando la prenda alrededor de los hombros de Minseok con meticulosidad.

La brisa fresca de la mañana se filtraba a través de los árboles, haciendo que sus cabellos mojados ondearan ligeramente. Minseok se estremeció involuntariamente, agradecido por el abrigo adicional que proporcionaba el suéter y la presencia del mayor.

Minhyung, con una sonrisa gentil, le ofreció nuevamente su mano al otro, quien la tomó de inmediato. Juntos caminaron de regreso a la zona de acampada, dejando atrás la orilla del río que había sido testigo de su íntimo encuentro. El amanecer pintaba el cielo con tonos rosados y dorados, anunciando el comienzo de un nuevo día lleno de promesas.

El sendero de vuelta estaba envuelto en una calma serena, interrumpida ocasionalmente por el canto de los pájaros que despertaban en los árboles cercanos. Minseok, envuelto en el suéter prestado, se sentía fortalecido por su calor y por la sensación de seguridad que emanaba el mayor. A medida que avanzaban, los pensamientos del menor vagaban entre la maravilla del momento compartido y las dudas que comenzaban a aflorar en su mente.

La experiencia que acababa de vivir con Minhyung lo había dejado en un estado de éxtasis emocional. Pero al mismo tiempo se preguntaba si había estado a la altura de las expectativas del mayor, si había correspondido de la manera adecuada a sus gestos de amor y pasión. La incertidumbre y la autoevaluación lo invadieron mientras caminaban juntos. A pesar de la intensidad del momento, una parte de él se sentía vulnerable y expuesta. ¿Habría sido suficiente su respuesta, su entrega? ¿O habría decepcionado de alguna manera a Minhyung?

Minhyung, a su lado, parecía tranquilo y sereno, como si no hubiera nada más en el mundo que el momento presente. Sus ojos reflejaban la luz del amanecer, y una sonrisa jugueteaba en sus labios mientras observaba el entorno. Sin embargo, el menor no podía evitar preguntarse qué pensaba realmente el mayor sobre lo que acababa de suceder entre ellos.

Conforme se acercaban al campamento, la vista de la fiesta disminuida por el amanecer revelaba un escenario distinto al que dejaron atrás. Estudiantes cansados y algunos aún ebrios yacían dispersos por la hierba, algunos roncando suavemente, otros apenas conscientes de su situación. La atmósfera festiva de la noche anterior se había desvanecido, dejando solo vestigios de lo que una vez fue una celebración bulliciosa.

Minseok miró a su alrededor, sintiendo una mezcla de alivio y melancolía al presenciar el fin de la fiesta. La realidad de que su tiempo en el campamento estaba llegando a su fin se instaló en su mente, trayendo consigo una sensación de nostalgia anticipada. Si bien había momentos difíciles y revelaciones sorprendentes, también había experimentado momentos de alegría y camaradería que atesoraría en su memoria.

Minhyung apretó suavemente la mano del otro, como si leyera sus pensamientos y quisiera transmitirle su apoyo silencioso. El menor le devolvió la presión, agradecido por el gesto de afecto. Juntos, encontraron su carpa entre el paisaje desordenado de cuerpos dormidos y restos de la fiesta. Pese a que la carpa estaba un poco desordenada por la prisa con la que se habían ido esa noche, encontraron un espacio cómodo para descansar.