Era una fresca mañana de diciembre, a eso de las 7:30 am, los primeros rayos de sol se filtraban tímidamente a través de las cortinas del apartamento de Morena Blume. La habitación estaba envuelta en una suave penumbra, ofreciendo un ambiente tranquilo y sereno que contrastaba con el alboroto del mundo exterior.
Morena, con su cabello oscuro enmarcando delicadamente su rostro. Su piel, suave y tersa, reflejaba la luz matutina que se filtraba por la habitación. Despertaba poco a poco de una noche plácida de descanso. Con un bostezo y estirando sus brazos, se liberó de los últimos restos del sueño y se sentó en la cama, dejando que sus pies tocaran el suelo con calma.
Después de un momento de pausa para estirar los músculos, se levantó y se estiró, extendiendo los brazos hacia el techo y llevando su atención a cada parte de su cuerpo. Cada mañana hacía 30 minutos de ejercicios matutinos, eran una parte esencial de su rutina diaria, una forma de conectar consigo misma antes de enfrentar las primicias del mundo exterior.
Se dirigió al baño para darse una ducha revitalizante. El agua tibia se sentía reconfortante contra su piel blanca y delicada como el algodón, despejando su mente y preparándola para el día que tenía por delante. Con cuidado, lavó su cabello y su cuerpo, permitiendo que el vapor del agua la envolviera en una sensación de calma y renovación.
Después de la ducha y secarse con una toalla suave, se vistió con ropa cómoda, sin perder la elegancia que tanto la caracterizaba. Seleccionando cuidadosamente cada prenda para reflejar su estilo único y su confianza en sí misma, una reportera de sobrenombre. La elección del atuendo era importante para ella, una forma de expresar su personalidad y su profesionalidad a través de la moda.
Una vez vestida, se dirigió a la cocina para preparar su desayuno. Con habilidad y destreza, cortó fruta fresca y preparó un batido nutritivo de avena que le daría la energía necesaria para comenzar el día con fuerza.
Una vez desayunó, se dirigió hacia la puerta principal. Fuera, en el garaje, esperaba su fiel compañera de viaje: una Yamaha R7. La moto, con su elegante diseño y su potente motor, era su medio de transporte preferido para desplazarse por Solaria, una metrópolis vibrante y bulliciosa que se encontraba a unos pocos kilómetros al sur de Eclipsis. Cada vez que se subía a ella, sentía una gran sensación de libertad, como si fuera capaz de conquistar el mundo con solo vibrar el acelerador.
Eran las 9:30 de la mañana y Morena se dirigía a su oficina y tras un recorrido de poco mas de 11 kilómetros llegó a su destino.
Aurora Press, una de las editoriales mas importantes del país, en gran parte por la cantidad de exclusivas conseguidas por Morena, se ubicaba en el centro de Solaria, concretamente en el número 8 de la Calle Menguante. Un edificio de doce plantas dedicado única y exclusivamente a la redacción de las noticias diarias que ocurrieran en todo el territorio de Luminara y el resto del mundo.
Morena estacionó su moto, y tras dejar el casco en el baúl, se encaminó hacia el ascensor que la llevaría a su despacho, que se encontraba en la planta 10 del edificio, dos plantas por debajo de la oficina del presidente de la editorial.
Al llegar al cuarto piso, las puertas del ascensor se abrieron y se encontró de frente con Pedro Gutiérrez, el director de la editorial, es decir, su jefe. Sus ojos transmitían una mezcla de seriedad y preocupación, lo que le indicaba que esta no sería una conversación casual.
— Morena, necesito hablar contigo , — comenzó Pedro, su voz resonó en el pequeño espacio del ascensor.
— Estoy preocupado por la dirección que están tomando tus investigaciones. Entiendo perfectamente tu deseo de conseguir exclusivas, pero debes tener más cuidado. No quiero que te metas en más líos de los necesarios.Morena escuchó sus palabras con atención, reconociendo el tono preocupación en ellas. Sin embargo, su determinación no vacilaba.
— Lo entiendo, Pedro. — Respondió con calma. — Pero sabes que soy una periodista comprometida con la verdad. Haré lo que sea necesario para sacar a la luz las historias que importan, incluso si eso implica asumir ciertos riesgos.
Pedro suspiró, visiblemente preocupado.
— Lo sé, Morena. Pero recuerda que el inspector de policía era tu marido, no tú. No te pongas en situaciones complicadas que puedan perjudicarte.
— ¡Sí, señor! — Asintió Morena, mostrando un falso entendimiento. A pesar de que agradecía las palabras de preocupación de su jefe, ella seguiría persiguiendo la verdad, aunque eso pudiese suponer arriesgar su propia vida, como lo había hecho ya en incontables ocasiones.
Pedro se bajó en la planta ocho, ella subió hasta la diez.
En la cabeza de Morena resonaban las palabras que su jefe le había dicho hace unos pocos minutos:
— "Pero recuerda que el inspector de policía era tu marido, no tú."
Esas palabras habían calado en el interior de su corazón.
— Ay... Martín... Te echo de menos. — Pensó con tristeza.
— ¡Morena! — Se escuchó a sus espaldas.
Morena se sobresaltó al escuchar su nombre y se giró para encontrarse con su compañero, Adrián Sans, quien la observaba con preocupación.
Adrián Sans era un gran amigo de Morena con el que trabajaba desde hacía ya 7 años. Él había sido testigo de sus grandes logros, acompañándola siempre de cerca en sus investigaciones.
— ¿Estás bien, Morena? Parecías un poco distraída —preguntó Adrián, con una expresión de inquietud en su rostro.
— Sí, solo estaba recordando algunas cosas... —respondió Morena, tratando de disimular su melancolía.
— Bueno, tengo algo que quizás te interese. — Dijo Adrián.
— Cuéntame. — Le respondió Morena.
— Hace dos días encontraron el cuerpo de una joven estudiante de 17 años. El cadáver se encontró en los bosques del Norte de Solaria — dijo Adrián, mientras sacaba una foto de una carpeta amarilla que traía en las manos.
— Fíjate, es muy grotesco. El cuerpo desnudo, presenta signos de violencia extrema, con marcas de estrangulamiento y contusiones por todo el cuerpo. — comentó Adrián reflejando un rostro de horror y lástima por la foto que tenía en su mano.
— En el abdomen tiene grabado "I I", como si fuera una especie de marca distintiva del asesino. Pero lo más extraño está en su espalda. — Adrián sacó otra foto de la carpeta.
—Una grafía extraña, algo que nunca había visto antes. Parecía un símbolo antiguo, pero no he podido identificar su significado.
— ¿Te dicen algo estas marcas en su abdomen y en su espalda? — Preguntó Adrián a Morena.
Morena reflexionó sobre la pregunta de Adrián, recordando la conexión con otro caso similar que había investigado recientemente.
— Sí, me suenan —respondió Morena con seriedad—. Hace aproximadamente un mes encontraron el cadáver de otra chica, una estudiante de 15 años, en el vertedero de la ciudad. Presentaba las mismas agresiones que este último cuerpo, salvo por una diferencia. En su frente tenía grabada lo que parecía ser una "I", y en su espalda otro signo ilegible.
Adrián frunció el ceño, procesando la información.
— Entonces, ¿crees que podría haber una conexión entre estos dos casos? —preguntó con interés.
Morena asintió, sintiendo que estaban ante algo más grande de lo que habían imaginado.
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Reflejos del apocalipsis: un diario en ruinas
AdventureEn las páginas de "Reflejos del apocalipsis: un diario en ruinas ", los destellos de una narrativa extraordinaria centellean. En el tranquilo día de descanso de Saúl Borth, las trompetas celestiales irrumpen con un estruendo apocalíptico, desencade...