Eran las 22:30 de la noche, Morena entró en casa y su mente no paraba de pensar en la tarde que había tenido. Ver a Mario le había hecho revivir muchos recuerdos. Recuerdos que una vez fueron maravillosos, hoy se sentían como puñaladas certeras directas al corazón.
Martín... Martín... Sonaba como un eco lúgubre y triste dentro de la cabeza de Morena. Una y otra vez su nombre y más recuerdos inundaban su memoria.
Morena se preparó un baño de agua caliente para relajarse y despejar su mente. El vapor cálido del agua, empañaban los espejos del baño, la bañera con sales marinas de lavanda, una bomba de baño, olor manta de pétalos de rosa, y una copa de vino tinto, crianza, eran sus preciados acompañantes esa noche.
Sin embargo, en su cabeza el tema principal era Martín.
Martín era un joven alto y simpático, sus ojos oscuros como el cielo nocturno, proyectaban una mirada atractiva, pícara. Esos ojos que Morena tanto extrañaba mirar. Pelo castaño oscuro, rizado, sin forma. Encajaba en sintonía perfecta con su rostro varonil. Reforzado por una mandíbula firme, acompañado de una barba sumamente cuidada. Le aportaban elegancia y templanza.
Distinguido y reconocido Jefe superior de la policía nacional del país. Siempre honró y protegió a los ciudadanos. Trabajando arduamente en construir una Luminara más segura. Debido a su gran sentido de la justicia era muy apreciado y a la vez odiado dentro de las propias fuerzas del orden. Su estrecha relación con Mario Sánchez, el Ministro del Interior, le hacía estar siempre en el punto de mira y en boca de todos. Martin amaba su trabajo, casi tanto como a su hermosa esposa Morena. Mismo trabajo que le arrebató la vida un 21 de mayo de 2075.
Martín y su equipo llevaban meses investigando uno de los casos de narcotráfico más grandes y peligrosos que se habían dado hasta la fecha en el país. Logró desmantelar varios narcopisos e interceptar varias entregas ilegales en las costas de la ciudad.
Él y varios integrantes de su equipo eran el mayor problema de los jefes del cártel. Jefes que no se quedaron de brazos cruzados. Tras infundir falsos rumores para que llegaran a oídos del equipo de investigación, de una supuesta gran entrega de mercancía al país vecino, les tendieron una trampa. Ellos sabían que Martín lideraba todos los operativos y que esa vez no sería la excepción.Cuando el cuerpo de policía llegó al punto de encuentro, se encontraron con el peor escenario. Estaban rodeados por un grupo armado. Encabezados por el líder del cártel. Habían planeado todo para llevarlos a ese lugar. Un puerto abandonado y alejado de la ciudad. Con inhibidores de frecuencia en cada esquina del lugar para evitar que pudieran pedir refuerzos. El resultado, 6 policías abatidos y 4 heridos de gravedad que fallecerían eron a las pocas semanas. Entre ellos Martín.
Estuvo en la UCI durante cuatro días. Una bala había perforado uno de sus pulmones y una segunda impactó en el hígado. Los médicos hicieron todo lo que estuvo en sus manos, pero desgraciadamente, Martín no sobrevivió.
Morena y Martín llevaban juntos catorce años. De los cuales nueve estuvieron casados. Fue una pérdida inesperada y dolorosa para toda la familia. El país perdió un hombre justo, honrado y muy querido por su familia y amigos. Morena no daba crédito a la situación, no quería asumir que su compañero de vida ya no iba a estar nunca más a su lado. Ese año iban a cumplir diez años casados. Diez felices años, si la muerte no se hubiese atravesado en su camino.
Tras su muerte, Morena entró en una depresión inconsolable. Hacía tan solo cinco años que había tenido que lidiar con la pérdida de su padre. Y ahora el destino le quitaba también a su marido.
El día del funeral hizo un clima cálido y soleado, así como a él tanto le gustaba. Morena, despidiendo a su marido por última vez, le prometió que no descansaría hasta que Luminara se convirtiera en el país que él tanto soñaba. Un país seguro y próspero.
Después de terminar la copa de vino, se fijó en el reloj que tenía puesto en el baño. Debido a su don para llegar tarde a los sitios, tenía un reloj en cada habitación de la casa, para saber la hora exacta en cada momento, cosa que al parecer, no le era de mucha utilidad, ya que siempre se las arreglaba para llegar tarde. La 1:00 de la noche. Morena se había pasado inmersa en sus pensamientos durante casi dos horas.
— Todo sería más fácil si aún estuvieras aquí... — Dijo Morena mientras salía de la bañera.
— Hoy he tenido un día muy complicado. Sigo exactamente igual que ayer. Sin ningún tipo de información que me pueda ayudar a descubrir quién está detrás de los asesinatos de esas chicas. —Hablaba Morena en voz alta mientras se secaba el pelo.
— Tiene que haber algo que relacione el vertedero de la ciudad con los bosques del norte. Seguro que hay alguna razón pero se me está escapando. —
— Piensa Morena, piensa. — Se alentaba así misma. — Dos chicas de 15 y 17 años. Tan jóvenes que aún no habían terminado ni el instituto. Tenían casi la misma edad que mi hermana... — Un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
— Ni hablar, no quiero ni pensarlo. —
En ese momento Morena exclamó: — ¡Instituto! ¡Eso es! Es probable que el culpable actuara antes o después de que las dos chicas fueran de camino a clase o de vuelta a casa.
Morena quería comprobar su teoría y buscó en el navegador de su móvil. "Vertedero de Solaria". En la sección de mapas, seleccionó un aérea de 250 metros, filtrando por institutos, a la redonda. No parecía haber ningún colegio cerca, según estaba observando. 500 metros, aumentó el rango. Su teoría parecía empezar a caerse. 750 metros.
— ¡Bingo! — Exclamó Morena.
Había dos institutos a 750 metros de donde se halló el primer cuerpo.
Busco la misma información en los bosques del Norte y había únicamente un colegio cerca de allí a 850 metros, exactamente.
Morena anotó en su teléfono móvil la dirección y los datos de los tres colegios para comentarlo con su compañero Adrián. Esto era un buen punto de partida para empezar la investigación.
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Reflejos del apocalipsis: un diario en ruinas
AventureEn las páginas de "Reflejos del apocalipsis: un diario en ruinas ", los destellos de una narrativa extraordinaria centellean. En el tranquilo día de descanso de Saúl Borth, las trompetas celestiales irrumpen con un estruendo apocalíptico, desencade...