— Las 15:32... — Dijo Adrián enojado mientras veía la hora en su móvil. Morena, como de costumbre, llegaba tarde.
Llevaba mas de media hora esperando en la dirección en la que habían acordado verse. Él era una persona extremadamente puntual, siempre llegaba a los sitios con un par de minutos de antelación. Acción que no era para nada compatible con la cotidiana impuntualidad de la señorita Blume.
El reloj marcó las 15:44 cuando llegó Morena.
— !Perdón, perdón, perdón!. — Repitió reiteradamente viendo la cara de pocos amigos que mostraba Adrián en ese momento.
— Llevo más de media hora esperándote... — Reclamó Adrián molesto.
— Lo siento Adrián... Me entretuve un poco hablando con mi hermana. — Intentó justificarse Morena.
— Está noche te invito a cenar en compensación por haberte hecho esperar 20 minutos.— Dijo Morena queriendo quitar tensión al momento.
—¡¿20 minutos?! Llevo aquí unos 40 minutos, pero está bien, acepto tu oferta y tus disculpas. — Contestó Adrián con una cara completamente opuesta a la de hace tan solo unos segundos.
— En fin.— Resopló Adrián. — Bueno, me puedes explicar, ¿qué estamos haciendo aquí? — Preguntó.
Se encontraban en la calle Aurora Boreal, uno de los barrios más acomodados de la ciudad. Políticos, altos directivos, deportistas de élite... Gente con un gran poder adquisitivo, eran el tipo de persona que residían aquí.
— Venimos a ver a un viejo amigo que nos puede ayudar con la investigación que tenemos entre manos. — Le aclaro Morena mirando la enorme casa que tenían en frente.
—¿Quién podría ser la persona que vive en semejante mansión? — Pensó Adrián.
Él era muy consciente de la influencia de Morena en otras personas, y la cantidad de contactos que ella podría tener. Pero esto superó completamente sus expectativas. Se encontraban en uno de los barrios más ricos de la ciudad, buscando a alguien que les iba a colaborar en la investigación de los asesinatos.
— ¡Vamos! — Llamó Morena a Adrián, que se había quedado atrás inmerso en sus pensamientos.
Los dos se acercaron al imponente portón de nogal que marcaba la entrada de la casa y llamaron a la puerta.
— ¿Quién es? — Se escuchó una voz masculina desde el otro lado.
— Hola, buenas tardes. Mi nombre es Morena Blume y este es mi compañero Adrián Sans. ¿Se encuentra el señor Mario Sánchez?
Adrián se quedó mirando confundido a Morena. — ¿Mario Sánchez? ¿El ministro del Interior? — Esta situación había superado cualquier escenario que hubiera podido imaginarse.
— El señor Sánchez no recibe visitas en su domicilio, señorita.— Respondió el señor.
— Por favor, puede decirle que Morena Blume lo está buscando. Si no fuera algo urgente no nos presentaríamos aquí en la puerta de su casa. —Insistió Morena.
— De acuerdo. — Contestó la voz del otro lado. — Voy a notificar al señor Sánchez que Morena Blume está en la puerta.
Pasados unos minutos la puerta de más de 2 metros de alto empezó a abrirse. — Pasen, el señor Sánchez los está esperando.
Al entrar en la casa, Adrián no pudo evitar impresionarse por la elegancia y el lujo que la caracterizaban. Desde el vestíbulo, con suelos de azulejos pulidos y una alfombra de diseño fino, hasta el salón principal, espacioso y luminoso, decorado con muebles modernos y una elegante chimenea de mármol, cada detalle reflejaba el refinamiento propio de un alto cargo como el ministro del Interior.
ESTÁS LEYENDO
Reflejos del apocalipsis: un diario en ruinas
AdventureEn las páginas de "Reflejos del apocalipsis: un diario en ruinas ", los destellos de una narrativa extraordinaria centellean. En el tranquilo día de descanso de Saúl Borth, las trompetas celestiales irrumpen con un estruendo apocalíptico, desencade...