—Ahh, parece que no tuve suerte con esto de las reencarnaciones. —te quejaste mientras dormías en la orilla de la cama matrimonial, evitando lo más posible el contacto físico con el padre, a quien nunca pudiste llegar a querer como esposo— Hubiera preferido ser la amiga de la infancia o la hermana menor. Supongo que debo aceptar mi posición. Les he dado mucho amor y cariño. Me aseguré de que su relación sea cercana y de confianza. Todo para evitar ese día.
Sin embargo, la ruta de Sae parecía seguir su curso normal y la invitación para entrar al Real Madrid apareció en tu puerta.
—Ya va a comenzar... el infierno de Sae en España. —Te sentías mal por él. Sin haber jugado con Rin ni una sola vez, podría tener consecuencias inexplicables. La incertidumbre te invadió al preguntarte si Sae podría superar el reto extranjero sin su hermano, o por el contrario, le ayudaría a concentrarse mejor en sus objetivos. — Pase lo que pase, estaré apoyándolo como pueda.
La historia parecía retomar cierto rumbo original. Despediste a Sae en el aeropuerto, junto a Rin y al padre. Deseándole buena suerte.
—Llámanos cuando puedas, Sae. Te amamos. —dijiste con mucha emoción y sin pensar en lo fuertes que eran esas palabras para cualquier japonés.
De pronto, Sae se detuvo y dió la vuelta para responderte.
—Yo también. —Sonrió suavemente, con un ligero rubor en sus mejillas y ojos brillantes— Llamaré, lo prometo.
El avión despegó momentos después. Sae miró hacia la ventana para hacer un ademán de despedida aunque ya no pudieron verlo. Su sonrisa desapareció y de sus mejillas caían un par de lágrimas. En silencio se preguntó si aquello era de felicidad o de tristeza. El tiempo lo diría.
Los días pasaron lentamente durante las primeras semanas. No recibiste ningún tipo de mensaje o llamada y comenzaste a preocuparte.
Rin seguía asistiendo a clases con normalidad, pero seguía sin hacer amigos o interesarse en el fútbol. Lo único que no había cambiado en él era su gusto por las películas y juegos de terror. Sus calificaciones eran regulares y destacaba en lenguas como el inglés.
Tras nueve meses de espera, finalmente tu celular suena mientras estás de compras y escuchas su voz con cierto tono melancólico. De inmediato sientes preocupación y le preguntas sobre su estadía, pero él responde que todo está bien y sospechas que no se atreve a decir lo que pasa en España.
—¿Estás comiendo y durmiendo bien?
—Sí, tres comidas al día, ocho horas de sueño, como me enseñaste. —contestó recobrando un tono de animo. Como si tu sola pregunta cambiara su humor para mejor.— También estoy estudiando el idioma del país. La comida aquí no era tan mala como pensé.
—Me alegra mucho saberlo. —dijiste aliviada— ¿Y cómo van tus entrenamientos?
—Normal. Me aburro bastante en realidad. Ojalá Rin estuviera aquí, sería más divertido.
—Pero sabes que a Rin no le gusta el fútbol.
—Eso no importa. —confesó haciendo una pausa larga antes de decir su siguiente frase con el bajo tono anterior— La verdad, lo extraño.
Por alguna razón, sus palabras te llegaron al corazón y un nudo se formó en tu garganta. A pesar de la distancia y los caminos divididos de los hermanos, estos no dejaban de sentir afecto uno por el otro.
—Rin también te extraña. —admitiste, limpiando una lágrima que salió de tu ojo derecho— Te deseamos mucho éxito y esperamos que regreses a casa para que nos cuentes todas tus anécdotas.
—Mamá, ¿tú siempre soñaste con ser madre? —Preguntó de la nada, tomándote por sorpresa.
—Ja... Si supieras... —Moviste la cabeza de lado a lado recordando la forma repentina y rara de despertar en esa historia— Jamás imaginé que sería la madre de un par de genios maravillosos como ustedes.
—¿Tenías algún sueño antes de eso?
—Hmmm... ¿Y si te digo que mi sueño se cumplió en el momento en que los conocí?
—Entonces, ¿consideras que desear ser felíz con tu propia familia también es un sueño a perseguir?
—Para mí, sí. Y por esa razón, quiero que sigas tu sueño, Sae. Dónde tú seas felíz es el camino correcto.
Él hizo silencio durante varios segundos y después escuchaste una risilla corta de satisfacción.
—Gracias, mamá. Ya te dejo, debo ir a almorzar para volver al entrenamiento.
—Adiós, cuídate mucho. Te amo.
—No digas eso, sabes que me da pena responder.
—Lo diré las veces que haga falta. Tienes una mamá que te ama y...
—Lo sé. Y lo agradezco. Soy afortunado de que seas mi madre.
—Soy afortunada de que seas mi hijo.
La llamada termina y abrazas el teléfono como si de él se tratase.
—Estoy segura de que no importa lo que pase en España. Los he criado con tanto amor que Sae y Rin no se odiaran aunque la situación sea crítica. Esa noche nevada jamás sucederá.
Tres meses más tarde, recibiste una llamada inédita de su manager.
—¿Qué? ¿Regresó? Pero si sólo ha pasado un año.
Se suponía que Sae debía pasar por lo menos 4 años en España antes de volver a Japón. ¿Qué había pasado?
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Criando Genios
FanfictionDespertaste una mañana siendo la madre de Rin y Sae. Ahora es tu deber criarlos, educarlos y evitar a toda costa el futuro cruel que les espera. ¿Podrás lograrlo o tus hijos terminarán rompiendo sus lazos nuevamente?