—Nagi, abre la boca, por favor. —rogaste tratando de acercar un bocado al adormilado chico.
—Mmm... —su voz era ronca pero aún infantil. Tenía 14 años y su altura aún era de 1.70, lo cuál lo hacía parecer más vulnerable y pacífico. Extremadamente pacífico.
—Perezoso, hazle caso a mi madre. —regañó Rin, comiendo frente a ustedes del otro lado de la mesa.
—Mamá, ¿porqué lo tratas como bebé? —cuestionó Sae al verte con ese comportamiento extraño e impropio de tí, o quizás un poco de celos porque a ellos jamás los trataste como bebés.
—Es complicado... —dijiste sonriendo nerviosa. Necesitabas tiempo para inventar una historia creíble.
—¿No quieres amamantarlo de una vez? —renegó tu madre, quien estaba en la cocina, cruzada de brazos en desaprobación por tu forma de crianza— Seguro que estos dos dejaron la leche materna a los 10 años, si no es que todavía les das.
—¡Mamá! —te avergonzaste al igual que ellos.
Tu mente se desplazó años atrás. Rin tenía casi 6 años cuando él y tú estaban mirando un documental de gatitos en la televisión. El pequeño meneaba las piernas en el sofá y escuchaba atentamente las palabras del narrador.
"Los gatos bebés son alimentados por su madre, quien les proporciona leche directamente de su pecho, fortaleciendo y nutriendo hasta que son capaces de valerse por sí mismos."
Rin se sorprendió con aquella explicación mientras observaba a la mamá gata alimentando a su camada, amasando su estómago mientras bebían su leche. Una idea apareció en su cabecita, se giró hacia tí y observó atentamente tus pechos con ojos suplicantes.
—Ni siquiera lo pienses. —respondiste de inmediato, anteponiendo tu mano entre él y tú, sin poder verlo a los ojos por la vergüenza de entender lo que quería. —Ya no estás en edad para eso.
"Algunas veces, los gatos siguen siendo amamantados, incluso cuando ya han crecido hasta la edad adulta."
Rin apuntó la televisión con ansias sin apartar la vista de tí. La sangre se te iba a los talones y a las mejillas.
—Tú no eres un gatito, Rin. Eres un niño grande y mamá ya no tiene leche. —Aquello era verdad, lo comprobaste meses antes— Te compraré una en la tienda, ¿sí?
—Ah... Okey. —aceptó de mala gana, volviendo su atención a la tele.
—Espero que no recuerde esto cuando crezca...
Rin, ahora con 13 años, te observó en tiempo presente mientras su rostro entero cambiaba de color y tuvo que levantarse de la mesa con la cabeza viendo al suelo cuando la abuela mencionó el tema, comprobado que sí lo recordaba.
Después del desayuno, los llevaste a la escuela y le encargaste a Rin que acompañara a Nagi hasta su aula. Por suerte, ya estaba despierto y caminando por su cuenta.
—Qué dolor, ir a la escuela es un fastidio. —se quejó el albino.
—Con esa actitud terminarás expulsado antes de terminar el año. Si quieres decepcionar a tus padres con tu holgazanería, es tu problema, pero no le des molestias a mi madre.
—¿Estás celoso?
—¿Celoso de tí? No me hagas reír.
—Es lo que parece. De otro modo no estarías tan desesperado por cuidarla.
—¿Y tú qué? ¿Porqué tus padres te dejaron con nosotros? Seguro que no te soportan.
—Retira eso, ellos me aman, me dan mi espacio.
—Sí, y vaya espacio. —dijo Rin en tono sarcástico— Es aquí. —se detuvo en el aula correspondiente— Métete y pon tu trasero en una silla. —ordenó dándose la vuelta— Nos vemos a la salida.
—¡Hey, Rin! ¿Qué tal? Buen día. —saludó Isagi, alcanzandolo antes de que se fuera— ¿Quién es tu amigo?
—No es mi amigo.
—Es mi niñera. —dijo Nagi alzando el pulgar.
—Tampoco eso. —protestó Rin— Se llama Shiro Nagasaki o algo así.
—Seishiro Nagiiii. —corrigió.
—Me da igual. Estará contigo, Isagi. Así que es tu problema el resto del día.
—¿Eh? —Isagi estaba confundido. No entendía cómo un chico tan tranquilo podría representar un problema. Nagi le hizo una señal de amor y paz para luego buscar un asiento libre— Bueno, ¿te veré en el entrenamiento?
—See. —respondió Rin, yéndose hacia su piso de primer año.
Los días pasaron con regularidad, sin cambios notables en la rutina de los chicos.
Rentaste un departamento cerca de la escuela y agradeciste a tu madre por su hospitalidad, aunque en el fondo querías salir corriendo desde el primer día.
Estabas contenta al ver que Nagi era tan tranquilo como lo recordabas. Rin lo regañaba constantemente para que hiciera tareas simples y Sae ignoraba su presencia o hacia las tareas él mismo. A pesar de ello, lo toleraban y respetaban hasta cierto punto porque eso les habías enseñado.
—Nii-chan, tú ya viste esto en primero, ¿cómo se resuelve este problema?
—¿No pusiste suficiente atención? A ver, déjame revisarlo. —Le quitó el libro de las manos y analizó el ejercicio durante algunos minutos. Luego le regresó el libro con el ceño fruncido— No lo sé.
—¡¿Eh?! Pero, mañana son los exámenes finales. Necesito estudiar.
—Ve a la biblioteca antes de tu examen. Yo también debo estudiar, y además, debo hacer el examen de admisión de Ichinan.
—Es en la primera clase, no puedo. Nii-chan, ayúdame.
—Ya te dije que tampoco sé resolverlo.
—¿Uh? ¿Y cómo llegaste a tercero?
—¿Qué tratas de decir? ¿Me estás llamando idiota?
—¡Claro que no! Pero...
—Ya lo resolví. —dijo Nagi, volviendo a recostarse en su cama para jugar con su celular— Era muy fácil. De nada.
—¿Lo sacaste de internet? —interrogó Rin incrédulo.
—No. Ahí viene el procedimiento, léelo.
Rin revisó el ejercicio resuelto, pero no tenía manera de comprobar la respuesta. Creyó que Nagi sólo trataba de burlarse de él y borró todo lo que hizo para estudiar a su manera.
Los exámenes finales terminaron una semana después, y con ello, el año escolar también llegó a su fin. Rin pasaría a segundo, Nagi a tercero y Sae se graduaba de la secundaria.
Tanto Rin como Sae tenían calificaciones promedio en la mayoría de las materias. Sin embargo, Nagi Seishiro estaba en el primer lugar de aprovechamiento de segundo año.
—O esto es muy fácil... —dijo Nagi al ver su nombre en el puesto 1 con un promedio perfecto, después giró hacia los Itoshis que estaban esperándolo. —O ustedes deben ser muy estúpidos.
Sae apretó discretamente los puños dentro de sus bolsillos y Rin entrecerró los ojos con amargura. A veces la lengua de Seishiro era un arma de doble filo.
Para colmo, los resultados del examen de ingreso de Sae fueron insuficientes para ser aceptado en Ichinan, por lo que su segunda opción era el bachillerato Namikaze en la jefatura de Chiba.
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Criando Genios
FanfictionDespertaste una mañana siendo la madre de Rin y Sae. Ahora es tu deber criarlos, educarlos y evitar a toda costa el futuro cruel que les espera. ¿Podrás lograrlo o tus hijos terminarán rompiendo sus lazos nuevamente?