Recapitulaste tus acciones con cada paso apresurado que dabas para llegar al aeropuerto. Revisando y preguntándote, "¿Qué salió mal?"
>>Asististe a todos sus partidos y juntas escolares. El entrenador notó que jugaba mejor cuando estabas presente.
>>Lo ayudaste a mejorar sus calificaciones y le enseñaste valores en casa. Sus maestros te felicitaron por su buen desempeño escolar.
>>Pasearon muchas veces a la orilla de la playa. Le gustaba que tú le compraras paleta helada y él hacía lo mismo para Rin después de sus entrenamientos y partidos.
>>Rescataste a una gaviota herida y la cuidaron hasta que sanó y volvió a su hábitat. Se convirtieron en el animal favorito de Sae.
>>Lo llevaste a diferentes lugares de la ciudad para que aprendiera a valorar su entorno más allá del fútbol. Era un niño educado con todos, incluso con la gente mayor.
Eliminaste todos aquellos factores que pudieran hacerlo una persona cruel en el futuro. Te aseguraste de darle las armas para defenderse una vez que saliera al extranjero y por esa razón, te sorprendió oír de su prematuro regreso.
Estabas inquieta, tus pies se movían constantemente en el asiento de la sala de espera. Rin te notó angustiada y se dirigió a una máquina expendedora para buscarte una botella de agua.
—¿Acaso ocurrió algo? ¿Estará bien? Dios mío, mi pequeño Sae...
Asumiste que habías fracasado y tus intentos por salvarlo del sufrimiento fueron abatidos brutalmente. El avión llegó y lo distinguiste entre las personas que ingresaban, cargando una maleta deportiva en el hombro, vistiendo ropa casual.
—¡Mamá! —Al verte, sus ojos parecieron iluminarse y avanzó más rápido hasta que estuvo a medio metro de tí, desde donde tomó impulso para abrazarte. Su altura apenas superaba tu pecho, por el momento seguías siendo más alta— Te extrañé.
Escucharlo decir aquello te dió un alivio sensacional. Olvidaste todo lo que te generó preocupación tan sólo al escuchar su voz emocionada. Correspondiste el abrazo como la madre pegajosa en la que te habías convertído, dejando de lado el fanatismo y el prejuicio.
—Yo más. No sabes cuánto. ¡Creciste mucho!
—Claro que no. Estoy igual.
—Hasta te está cambiando la voz. Ya casi eres un hombre. Y tu flequillo se ve fabuloso.—elogiaste a pesar de que tenía razon y se veía exactamente igual.
—No me avergüences... Soy el mismo. —se sonrojó, pero aún mantenía el abrazo.
—¡Nii-chan! —Y llegó la prueba de fuego.
—Rin.
Sae se apartó de tí y avanzó hacia su hermano menor en silencio.
Aunque el afecto físico de Sae se limitó a tí por mucho tiempo, un abrazo entre los hermanos Itoshi rompió con aquella regla no escrita, dando lugar a un reencuentro soñado en el que ambos demostraban con una sonrisa, cuánto anhelaban verse.
Sae rodeó a Rin por el hombro y las palabras que intercambiaron en ese momento, reconfortaron tu corazón.
—Nii-chan, he estado practicando algo de fútbol. ¿Quieres ver mi progreso?
—Seguro que sí. Y después vamos a ver una película de terror. —propuso Sae sin perder el ánimo.
—¿Viste la secuela de zombies que te dije?
—La última no me dió nada de miedo. Arruinaron la saga.
—Lo sé, metieron aliens. Es malísima.
—Esperen. —Dijiste interrumpiendolos muy confundida— ¿Ustedes han estado comunicándose?
—Ah, sí mamá. —respondió Sae— Después de llamarte, le envié mensajes a Rin y hemos estado hablándonos todos los días.
"Todos los días." Resonó en tu cabeza una y otra vez.
Ya no pudiste contenerte. Arrugaste los labios y lloraste satisfecha y orgullosa.
—¡Lo logré! ¡De verdad es real! Sae y Rin no rompieron su relación, sino todo lo contrario. Están más unidos que nunca.
Observaste alegremente a tus hijos conversando al momento de dirigirse al auto para volver a casa, cuando el manager de Sae tocó tu hombro un par de veces para llamar tu atención discretamente. Cuando te diste la vuelta, viste la cara del hombre más triste del mundo.
—Señora Itoshi, ¿podemos hablar un momento?
Un minuto más tarde, entendiste la razón de su derrotada expresión.
—¿Re...renunció al fútbol?
—Le pido me disculpe. —se inclinó el hombre— No fuí capaz de persuadirlo para quedarse en España. Él prefirió volver con ustedes, se decepcionó de la liga extranjera y quiere quedarse en Japón.
—Ya veo...
—Se le nota descontenta. Siento mucho que él haya abandonado su progreso.
—No. No es su culpa. Es la decisión de Sae y debemos respetarla. Me importa que mis hijos estén bien y que sigan juntos.
—En ese caso, mi trabajo termina aquí. Les deseo lo mejor a usted y su familia. —dijo respetuosamente, estrechando tu mano— Agradezco la oportunidad.
—Al contrario. Yo soy quien le agradece por cuidar tan bien a mi hijo y no presionarlo en exceso. Sé que él tomó la decisión correcta.
Si bien era cierto que Sae no cambió seguía siendo un buen chico y ahora estaba más unido que nunca a Rin, cambiaste sus destinos.
Y si Rin y Sae ya no juegan fútbol... ¿qué pasará ahora?
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Criando Genios
FanficDespertaste una mañana siendo la madre de Rin y Sae. Ahora es tu deber criarlos, educarlos y evitar a toda costa el futuro cruel que les espera. ¿Podrás lograrlo o tus hijos terminarán rompiendo sus lazos nuevamente?