Promesa

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Vladimir.

La primera vez que vi a Lumila, realmente no pensé demasiado de ella, no me fijé en la forma que su sonrisa nunca llegaba completamente a enseñar sus dientes, la forma en que sus pestañas eran largas y oscuras, enmarcando ojos verdes, pero no verde como las esmeraldas, del tipo de verde que te hace pensar en cesped fresco y mariposas, tampoco había prestado demasiada atención a sus labios gruesos y oscuros,  o la forma en que su piel parecía cobrar un tono casi dorado cuando se exponía al sol, no había apreciado la forma en que su cabello lacio se rizaba levemente en las puntas, justo debajo de sus hombros. 

Pero ahora es todo en lo que puedo pensar.

Me siento como un animal enjaulado, necesitado y completamente obsesionado con la mujer. Con la forma en que su cuerpo es alto y esbelto, sus pechos son pequeños, pero llenos, y su pequeño vientre de embarazo definitivamente llamaba la atención ahora, al igual que la mirada triste que tiene durante la cena esa noche.

Han pasado menos de tres días desde la noche en que me había obsesioando con ella por completo, como si algo simplemente huubiera hecho click en mi mente y en mi corazón, de la noche en que compartimos un único beso.

Un beso que había sido interrumpido por su ex esposo.

Un beso que me había hecho tomar una decisión completamente alocada y que hacía mi corazón palpitar con tanta fuerza que me cuesta respirar mementaneamente. 

Es jueves por la tarde, el rey y la reina están en el salón de la reina con los princípes, probablemente explicándoles la situación y Lumula está sentada en el mismo banco donde nuestra primera conversación había tomado lugar, donde finalmente la había besado. Donde se había convertido en todo lo que podía pensar.

Su cabello está suelto, sus ojos cerrados mientras disfruta de la brisa fresca de la tarde en su rostro, su atuendo consiste en una especie de vestido de seda comopletamente largo y una tela delgada que envuelve sus hombros, sin embargo, su pequeño vientre reslata por a forma en que la tela se ajusta a su figura.

No tiene joyas como es usual, ni siquiera maquillaje o el pequeño punto rojo en su frente que solía ver a algunas de las mujeres utilizar, tenía un par de semanas en realidad que no lo utilizaba, lo que comenzaba a resultarme curioso.

He estado descubriendo información sobre ella como un psicopata de mierda, no voy a mentir, el interés en la mujer había surido casi como una bofetada, llevandome al punto de pedirle al rey una oportunidad para cortejarla.

Como si no hubiera estado practicamente babeando por la reina en un principio.

Y ella lo sabía.

Por lo que formar un plan para convertirla en mi esposa había sido díficil, pero entre más lo pensaba, más me resultaba razonable.

Así que me acerco con cuidado a ella, carraspeando lígeramente para hacerme notar, Lumila se gira lígeramente, y su rostro triste rompe mi corazón un poco. La mujer está sufriendo, se encuentra recién divorciada, y la muerte de su espso hbaía sido anunciada al público hace solo unas horas.

Y aqui estoy yo, dispuesto a secuestrarla y hacer todo en mi poder para convencerla de que soy mucho mejor partido que Jadhe.  La mujer tiene los ojos hinchados y enrojecidos a causa del llanto,   luce lígeramente pálida y frágil.

- Hey - digo, y quiero golpearme en las pelotas por elo, ¿hey? ¿ Qué demonios soy? ¿ un adolescente? Lumila me da una mirada extraña, evidentemente confundida por mi actitud, sin embargo, cuando su mirada cae en mis labios, sé que está pensando en aquella noche.

Pero cualquer ánimo que eso pudo darme, desaparece rápidamente cuando su mirada se endurece y vuelve a mirar el jardín con seriedad

- No estoy de humor para charlar - dice, su voz suena ronca y frágil

Maldita Promesa - A Hoffman StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora