Vladimir
El restaurante había sido una idea de ultimo minuto, pero Alenna aún me debía un par de favores luego de que le conseguí un pase a America para una de sus "protegidas" una chica que probablemente no tenía idea de en donde estaba parada al querer escapar de un lugar perfectamente seguro, pero hey, no es mi vida para juzgar ni mi historia para contar.
Simplemente había hecho un par de llamadas y había cosneguido una mesa privada en uno de los restaurantes más exclusivos del centro de Moscú, que es lo mínimo que la mujer se merece, el lugar es elegante y discreto, lo que agradezco, pues la idea de tener a Lumila en Rusia era mantener un bajo perfil, teniendo en cuenta que su posición en la India como hermana de la reina, y con todo el asunto de la muerte de su ex epsoso...bueno, la prensa podría darse un gusto poniendo nuestras fotos en los titulares.
Mi presencia como guardia real se había hecho notar luego del escándolo con la reina y el pequeño principe, así que no quiero traer toda esta atencion innecesaria hacia Lumila, quien se llama la atención con su atuendo en cuanto entramos al lugar. La mujer se ha puesto un vestido que se ajusta a sus pechos de forma preciosa, la espalda descubierta y la forma en que la tela caía sobre su vientre hinchado, me tiene completamente hipnotizado mientras la ayudo a sentarse en nuestra mesa.
Las cosas habían parecido mejorar entre ambos desde esa tarde en el parque, aunque finalmente le había declarado mis sentimientos, podía ver que la mujer aún se sentía confundida sobre los suyos propios, haciendome sentir algo ansioso ante su reacción, sin embargo, la forma en que estaba evidentemente más receptiva frente a mi contácto y mis caricias, me hacía sentir algo optimista.
- Estaba pensando - digo luego de que pedimos nuestra cena, inclinándome ahcia adelante y tomándo su mano, no me cansaba de sentir su peil suave bajo la palma de mi mano, era tan jodidamente suave y cautivante - Ya que hemos extendido estas vacaciones...tal vez podemos..conocer otros lugares.
Lumila me mira con sorpresa, como si la idea nunca hubiera cruzado pro su mente
- ¿Viajar? - pregunta casi en un susurro, yo asiento, recordándo nuestra primera conversación, la mujer se había quejado sobre como nunca había salido del país, de hecho una de las razónes por las cuales había aceptado escapar conmigo a Rusia había sido su curiosidad y deseo por conocer algo más que su vida.
- No te voy a mentir, no tengo demasiado dinero aún - admito con sinceridad - Y con la bebé, el tiempo que tenemos es limitado antes de que nazca, pero...me gustaría llevarte de viaje.
Lumila me mira y sonríe con dulzura
- El dinero de Jadhe - Susurra finalmente, mordiendo su labio inferior - Podemos usarlo, yo...ni siquiera sé que hacer con todo ese dinero admite
Yo hago una mueca, lígeramente incómod al tocar el tema del dinero de us ex esposo de forma tan lígera.
- No se siente correcto...es...es tu dinero - Digo sinceramente, lo ultimo que deseo es que sienta que me estoy aprovechando de eso, de su nueva situación economica. No soy el hombre más rico del mundo, pero mierda, un par de meses trabajando en el palacio me había dado ciertas cantidades de privilegios, y...
- Jadhe me hizo infeliz desde que tengo memoria - Me interrumpe ella, luciendo decidida, mostrándome a esa Lumila decidida que jodidamente me encanta - Bien podríamos usar su dinero para finalmente ser felices - Propone antes de acariciar su vientre - Y sé que en los proximos meses será dificil con la bebé - añade.
- No sé si el rey me de tantas vacaciones - admito, antes de añadir - Sabes que tecnicamente sigo trabajando
Ella se ríe entre deintes
ESTÁS LEYENDO
Maldita Promesa - A Hoffman Story
RomanceUna noche. Un beso. Fue todo lo que bastó para sacudir su mundo entero, una simple caricia y había caído completamente en los encantos de la mujer. Solo tenía que conseguir que ella le creyera. Lumila estaba embarazada, recién divorciada y con el c...