Conexión

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Lumila.

Muerdo mi labio inferior mientras observo a Vladimir desde la ventana,    mientras que siento mi corazón latir con fuerza ante la incertidumbre.  Durante una semana, apenas y nos hemos dirigido la palabra. Principalmente porque sigo sintiendome demasiado dolida como para hacerlo, incluso si sé que ni comportamiento es infantil, mis emociones parecen estar por todas partes, haciendome sentir al borde del llanto ante la minima provocación.

Luego de mi para nada elegante reacción a su confesion, me he mantenido en cama, mi abdomen duele a causa del esfuerzo, pero la preocupación ha comenzado a instalarse en mi pecho luego de dos días.

No he sentido a mi bebé, no desde la ultima vez que Vladimir había tocado mi vientre, no desde que le había pedido tiempo, y aunque al principio había agradecido la noche tranquila, cuando comí algo de fruta a la mañana siguiente, algo que normalmente hacía saltar a mi pequeñin de emoción dentro de mi...no había sucedido nada.

Ahora, luego de haber llorado por una hora ante imaginar la peor de las posibilidades,  me obligo a mi misma a tranquilzarme, y hago mi camino hasta Vladimir, sé que el ha notado mi presencia, aunque me ha dado el tiempo que le he pedido, y la distancia. Ha seguido haciendose cargo de mis necesidades de forma silenciosa.

Ahora se encuentra en el patio, ha estado allí la mayor parte del día, luego de salir y regresar con madera y un montón de materiales, el hombre había comenzado a trabajar en algo, había arreglado la ventana de la habitación principal y retirado la puerta que había roto por mi culpa.  Tengo que pagar por ello  me recuerdo mientras me acerco. Él levanta la mirada con curiosidad. Ha creado una especie de taller en todo el patio, cubriendo con un toldo su area de trabajo,  tiene un lapiz entre sus dientes y mide algo frente a él. Es una visión curiosa, y definitivamente atractiva.

— ¿Está todo bien? — Pregunta examinando mi rostro mientra guarda el lapiz y el metro en una riñonera.

— C-creo que debemos ir al médico  — Pido finalmente,  acariciando mi vientre y sintiendome terrible, de nuevo, las lágrimas parecen estar a flor de piel, completamente desvordadas antes de que siquiera pueda explicarme.

Y lo odio.

Vladimir palidece lígeramente antes de acercarse

— ¿Que es? ¿Qué sientes? — Pregunta, presionando su mano contra mi vientre, y una parte de mi alberga la esperanza de que tanto su voz como su contacto hagan despertar a mi bebé, pero permanece sin moverse.

— Ese es el problema — Lloro, sintiendo miedo, un dolor punzante se instala en mi pecho — No quiero perder a mi bebé — Sollozo entre lágrimas, dandome por vencida y buscando el consuelo en sus brazos, Vladimir me recibe de inmediato, sosteniendome contra su pecho mientras que intento recuperar el aliento.

— ¿Hace cuanto no lo sientes? — Pregunta, acariciando mi vientre de forma protectora, lo que solo consigue hacerme sentir más culpable y asustada, Vladimir me mira con insistencia - Lumila ¿hace cuanto?

-Un par de días - confiezo, Vladimir traga con fuerza pero asiente y mira a su alrededor antes de asentir con seguridad.

- Vamos, Zajka, te llevaré al médico - asegura, acariciando mi mejilla y limpiando mis lágrimas - Todo va a estar bien ¿de acuerdo? Sé que estás asustada, pero estoy contigo ¿de acuerdo?

Asiento, apreciando su apoyo, pero incluso cuando el hombre intenta transmitirme su seguridad, la idea de que he perdido a mi bebé es completamente devastadora, este bebé es lo único que salió bien lueego de años de matrimonio, es lo único que me había hecho comenzar a ver la vida con otros ojos, si lo pierdo...

Maldita Promesa - A Hoffman StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora