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“… Que hay detrás de una lágrima, que hay detrás de la fragilidad, que hay detrás del último adiós, que hay detrás cuando acaba el amor… que hay detrás.”
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-¡Que por fin habéis llegado! – chilla Bruno estresado y me rio –
- Puedo jurar que hace minuto llegaste – digo y se ríe mientras que la tía Carolina solo nos observa –
- Ustedes no cambian – susurra y sonrío para abrazarla –
- Me gusta tanto que estemos aquí de vuelta – chilla Bruno y asiento –
- Para mi desgracia Angeline y Alina les gusta Madrid y me han pedido quedarnos a vivir aquí – comenta la tía Caro y la miro atenta –
- Llevan como cinco meses aquí ¿desgracia por qué? – pregunto y suspira –
- Tú sabéis porque hermanita – responde Bruno y lo miro unos segundos –

Caigo en cuenta y asiente, miro a la tía Carolina y se toma de un trago la copa de whisky para pedir otra, suspiro y tomo su mano, alza la cara y me mira, hago una mueca y niega para girarse y ver la banda que está tocando, miro a Bruno y asiente, nos giramos y los tres nos quedamos viendo la banda.

¿Qué volver no estaba en los planes? Realmente no, pero era la salud de papá y acompañar a mamá, la tía Caro esta aquí solo por mamá pero ahora que su esposa e hija han decidido que si quieren vivir acá, ella se ve resignada y espero profundamente que no nos encontremos a nadie más, así como me encontré a Antonieta.

-Que bueno que yo no dejé ningún amor acá – dice Bruno y mi tía se ríe mientras le doy un pequeño golpe en la cabeza – Aush, joder que eso dolió – se queja y me rio –
- Gilipolla – susurro y me enseña el dedo del medio –

Cambio el tema y mi tía se siente más cómoda, Bruno comienza a hablarnos del contrato que tuvo que ir a cerrar en Estados Unidos y luego terminamos hablando de los gemelos, me rio de lo parecidos que son a nosotros y también les cuento sobre Alberto, el novio de mi hija.

-Yo todavía no puedo creer que Anna tenga novio, esta pequeña – dice Bruno y asiento –
- Paula tampoco fue santa de adolescente – réplica Caro y la miro asombrada –
- Hey – me quejo y se ríen –
- Venga, que es verdad tía – dice Bruno y lo apunto con el dedo índice –
- Basta – se queja mi tía y nos reímos para seguir hablando y tomando –




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-¡Llegamos! – aviso mientras entro a casa –
- Hija – chilla mamá apareciendo –
- ¡Abuela! – grita Anna y la abraza –

Sonrío y me acerco a mamá para también abrazarla, caminamos hasta la sala y me ofrezco a buscar algo de tomar, Anna pide una gaseosa y mamá un café, asiento y salgo de la sala para ir hasta la cocina, al llegar entro y busco dos tazas en la alacena, sirvo los cafés y también agarro una gaseosa de la nevera, coloco todo en una bandeja y salgo de la cocina para ir a la sala donde me encuentro a mamá más animada hablando con Anna.

-Gracias – dicen y asiento –
- De nada – susurro agarrando mi taza de café –

Estamos hablando de todo un poco, cuando suena el timbre y me disculpo para caminar hasta la entrada, abro y veo a mi suegra junto a mi cuñada, la ahora pelinegra y sonrío falsamente, me doy un lado para que entren y se acercan a la sala.

-Gilipollas – susurro y es que hasta ahora sigo sin quererlas, sobre todo a Hanna –

Me acerco a la sala después de cerrar la puerta y me siento al lado de mi hija, Anna está súper feliz de estar con sus abuelas y tía, mientras que yo solo estoy, así que me disculpo y camino hasta el jardín trasero, corro la puerta corrediza y salgo para acercarme a una mesa cerca de la piscina y sentarme a mirar el cielo.

-Hola – saludan y cierro los ojos –
- Hola – saludo suavemente –
- Mi hermano me dijo que volveréis a la universidad – comenta y asiento – me alegro mucho – susurra y abro los ojos para voltearme a verla –
- Gracias – susurro y asiente –
- Trabajo en el edificio de Sociología, por si necesitáis algo – dice y por primera vez en quince años, siento a Hanna sincera –
- Gracias Hanna, lo tendré en cuenta – respondo sonriente –

Asiente y vuelve la vista a la piscina, en cambio yo alzo la cara y veo el cielo, esta estrellado y me cruzo de brazos, Hanna se despide y entra a la casa, en cuanto a mí me quedo mirando el cielo y bajo la mirada a la piscina, recuerdos vienen a mi mente y frunzo el ceño.

-Ya basta Paula, suéltala – me susurro y siento un nudo en la garganta –

Quince años llevo diciéndome la misma frase y por cualquier pequeño acto cuando estoy en Madrid, ella viene a mi mente, no sé soltarla pero debo hacerlo, ella hizo su vida y yo la mía, no la volveré a ver otra vez y eso es lo único real en todo esto, Lucía Montemayor es solamente mi pasado, mi más hermoso pasado, suspiro y me pongo de pie para entrar a la casa y acercarme a la sala, me siento junto a Anna y comienzo a hablar con todas, sonrío y nos ponemos al día Hanna, mamá, Anna, mi suegra y yo.

I believe in your love II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora