1

634 80 22
                                    


—Entonces no estudiaste la universidad —dijo el entrevistador, frunciendo el ceño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Entonces no estudiaste la universidad —dijo el entrevistador, frunciendo el ceño.

—Mmm...—Ollie sintió que se hundía en su asiento. El traje le quedaba incómodo, se sentía un poco grande y estaba descolorido, además sus zapatos, aunque limpios, ya estaban gastados de tanto uso—. Estudié en la sabatina, debido a mi situación tuve que posponer mis estudios durante un tiempo —respondió, intentando que no se le notará lo nervioso que se había puesto por la pregunta. Había practicado la mirada segura, la postura recta al sentarse, pero era obvio que el entrevistador se había dado cuenta nada más mirar sus papeles que el currículo que había enviado estaba un poquito embellecido.

Sin embargo ¿Quién podía culparlo? había postulado para al menos veinte empresas rezando porque alguna de ellas respondiera, pero no hubo suerte, todas eran estafas o te pedían que firmaras un contrato que parecía de esclavitud, entonces la concesionaria Tauro abrió sus puertas. Cómo todo el personal era nuevo, Ollie supuso que podía probar suerte y quizás las contrataciones serían menos complicadas, ya que se necesitaban a mucho personal de forma urgente.

Tenía todas sus esperanzas en ese trabajo, ya estaba cansado de tomar puestos eventuales y mal pagados en empresas explotadoras, al menos deseaba tener uno en el que le pagarán bien sin importar cuánto tuviera que trabajar. Llegar a fin de mes era un asco en cada ocasión y no se estaba volviendo más joven, estudiar en sabatino supuso un esfuerzo extra que no le permitió salir de puestos cómo cajero, mesero o lavaplatos, lo cuales no pagaban bien y exigían mucho. En una semana cumpliría treinta años, así que comenzaba a preocuparse por tener algo más seguro para su futuro, así que gastó cada día libre que tenía buscando trabajo. Sobre todo, después de que aumentaron su alquiler el mes pasado, era apenas un porcentaje pequeño para cubrir costos de luz y agua, pero le desbalanceó el presupuesto para comidas, que de por sí ya era raquítico.

En la tienda de conveniencia en la que estaba trabajando le prometieron un ascenso en cuanto tuviera los fines de semana libres de estudio, hace un mes se había graduado y en cuanto eso sucedió le dijeron que tendría que esperar un poco más mientras lo entrenaban, entonces, durante su periodo de preparación, se dio cuenta que el sueldo extra significaba trabajar como un bastardo, cubrir horas extra y resignarse a terminar pudriéndose en ese lugar y aunque Ollie conocía su propia situación, deseaba tener al menos algo un poquito mejor a cambio de esos años infernales de estudio.

Así que mintió en su currículo.

—¿Qué te hace pensar que deberíamos tomarte en cuenta para el puesto encima de otros candidatos mejor preparados? —el entrevistador le dio una mirada por encima del hombro. Esa pregunta era común en las entrevistas, por lo que estaba acostumbrado a responderla, sin embargo, el tono en el que el hombre le habló le dijo que tenía muy pocas posibilidades de que lo eligieran para el puesto.

Suspiró.

—Porque soy inteligente, disciplinado, terminé mis estudios a esta edad debido a mi situación económica, pero se trabajar duro contra la adversidad desde siempre, si me contratan no renunciaré, haré rendir mi tiempo en la empresa y se notará, porque, aunque no es mucho, en todos los lugares en los que estuve siempre he sido el mejor —explicó, levantando la barbilla. Conocía ese discurso de memoria, sabía que a veces lo miraban con escepticismo después de pronunciarlo, pero sabía que causaría una impresión.

El bebé del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora