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—Terminemos

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—Terminemos.

A Ollie le dio la impresión de haber escuchado mal, estaban en el patio de la escuela, saliendo de la ceremonia de graduación, su abuelo no pudo llegar porque estaba en el hospital, pero Kenneth le compró un ramo de flores, todo parecía bien esa mañana, ambos se graduaron y asistirían a la misma universidad, compartirían piso, ya habían apartado uno cerca del campus donde se irían a vivir en cuanto comenzara el ciclo escolar, por esto mismo tuvo una sensación de irrealidad cuando Kenneth le pidió que terminarán.

—¿Cómo? —aun así, su sonrisa se congeló, el pulso se le disparó y estaba mareado. 

—Voy a ir a estudiar al extranjero, mis padres también se marchan del país y es mejor que terminemos ahora —Kenneth no lo miraba a los ojos, de hecho, tenía la cabeza baja y parecía preocupado, pero al mismo tiempo había una extraña frialdad en su voz, como si estuviese hablando de otra cosa y no de su rompimiento. Ollie podía recordar cada detalle de su apariencia, se había desfajado la camisa, tenía algunos moretones en la cara y estaba usando un cabestrillo porque apenas un mes atrás se había caído de la moto en una de sus escapadas de medianoche con amigos.

—¿Estás bromeando? —a su alrededor todos se tomaban fotos y poniéndose de acuerdo para ir a comer a algún sitio, probablemente era la última vez que algunos de ellos se verían, pero hace apenas unos minutos Ollie estaba seguro de que no era el caso de ellos dos.

—No, en realidad llevo pensando en ello mucho tiempo —Suspiró, echándose el pelo hacia atrás en un gesto nervioso, como la graduación estaba cerca, no se lo había cortado como era debido en el último mes—. Mira no te lo había dicho antes porque quería que pasáramos unas últimas semanas bonitas, sin drama ni nada de eso, pero ya esta decisión ya está tomada —dijo, encogiéndose de hombros.

Ollie se le quedó mirando sin saber que decir, había muchas cosas que pasaban en su cabeza, pero las ideas se transformaron en una maraña difícil de procesar.

—Ah...—no se atrevió a pronunciar otra palabra, tenía ganas de llorar y de hecho pudo notar cómo las lágrimas pugnaban por salir, la imagen de Kenneth se volvió borrosa.

—No llores, podemos seguir siendo amigos, nos escribiremos en el verano —dijo, tomándolo del rostro con su mano buena para secarle las lágrimas. Parecía preocupado y en ese momento Ollie se sintió mal por actuar cómo un bebé.

—Perdón, es que me tomó por sorpresa —dijo, encogiéndose mientras las lágrimas se volvían cada vez más incontenibles. Le dolía el pecho hasta el punto en que le estaba costando contenerlo.

—No pasa nada —Kenneth lo besó, fue una especie de consuelo que lo lastimó más de lo que pretendía. Ollie comenzó a pensar de manera frenética en el futuro, se dijo a si mismo que estaba bien, que era lo suficientemente maduro como para aceptar el rechazo, que no quería ser la clase de chico que armaba un escándalo y actuaba cómo histérico después del rompimiento.

El bebé del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora