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—Déjalo en paz —Kenneth le dio un empujón a Mark, quién soltó un quejido al tiempo que se acariciaba el brazo. Ambos eran buenos amigos, o al menos eso era lo que Ollie tenía entendido, sin embargo, desde que comenzó a salir con Kenneth, se había vuelto el objetivo de las burlas de Mark, quién encontraba graciosísimo que el ratón de biblioteca ahora se relacionara con alguien como su amigo.

—No seas delicado, solo estaba jugando ¿Verdad cuatro ojos? Así nos llevamos —Mark siempre fue muy alto y al hablar con él se inclinaba para encontrar su mirada. En ese entonces tenía el pelo color chocolate, de ojos azules, pero tiempo después comenzó a teñirse de negro porque intentó decolorarse y las monjas lo obligaron a teñirse una vez más de un tono "natural".

—Yo...—Ollie no supo que contestar, no quería tener problemas con Mark, pero tampoco quería hacer quedar a Kenneth como un tonto por defenderlo. Mark ni siquiera era el peor de todos sus bullies, sólo le ponía apodos y tomaba sus cosas sin permiso, pero de vez en cuando hablaba con él y se reía con él, no de él, aun así, Kenneth parecía enojado.

—Oye —su novio se metió entre ambos, bloqueándole el contacto visual. Mark levantó la vista retrocediendo—. Estoy hablando contigo.

—Pero ¿Por qué te enojas? Si a él no le importa —espetó, adoptando una sonrisa que parecía intranquila. En ese momento Mark se dio cuenta que Kenneth estaba furioso y comenzó a actuar a la defensiva.

—Porque es mi novio y tú eres mi amigo y no quiero que le hables así —dijo cruzándose de brazos. La cara de Ollie se puso roja al escuchar aquellas palabras, la verdad es que nadie que no fuera su abuelo lo había defendido de esa manera.

Él era cómo una ballena solitaria en inmenso océano, viajando solo por las rutas migratorias. Sin embargo, era extraño darse cuenta de que ahora tenía a alguien. Se permitió sonreír, oculto detrás de Kenneth.

—Bueno...—después de unos momentos de silencio, Mark cedió—. No le diré nada raro ¿Está bien? —dijo, no pudo evitar sonar un poco sarcástico. Ollie lo entendía, debía estar avergonzado y con el orgullo herido.

—Está bien —aceptó Kenneth. Pudo notar cómo su espalda se relajaba, a él debió costarle trabajo enfrentar a su amigo, lo cual hizo que el gesto fuera más especial en su corazón.

—¿Comemos pizza? —ofreció Mark, resignado y cambiando de tema para no tener que pensar en incómodo enfrentamiento.

—Vamos a Tonys, también venden hamburguesas ahí —dijo, girándose hacía Ollie, este le sonrió en respuesta.

—Está bien.




Cassie se fue una hora después y pasó a despedirse de él antes de marcharse, aunque parecía un poco incómoda por la forma en que Ollie rechazó estar en la misma habitación que ambos. Él actuó educado, pero no le sonrió, le supo mal tratarla con frialdad, pero estaba tan agotado, el hambre hacía que cualquier sentimiento se multiplicará por mil y enterarse de que la chica se había casado con Kenneth lo tenía muy amargado. Ya ni siquiera valía la pena llorar, estaban divorciados después de todo, pero eso no quería decir que se sintiera de ánimos para hablar con cualquiera de los dos.

El bebé del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora