El miércoles Kenneth interrumpió las vacaciones y les pidió volver a la ciudad. A Ollie eso le pareció raro teniendo en cuenta que al principio parecía ansioso por quedarse en el hotel a disfrutar del servicio a la habitación. Sin embargo, él no era nadie para decirle al jefe que hacer, aunque al final si que se sentía un poco decepcionado por no poder quedarse hasta el sábado como estaba planeado originalmente.
Viajaron en primera clase, sentados uno al lado del otro en un sillón reclinable con una almohada para cuello de regalo, audífonos y un servicio de catering. Fue el viaje más cómodo que hubiese tenido jamás. Cuando llegaron a la ciudad, de vuelta al calor, se sintió un poco nostálgico y maldijo a Rowan por no permitirle disfrutar de esas vacaciones en las montañas. Sin embargo, el hombre encontró una manera de hacerle olvidar el enojo demasiado rápido para su gusto.
—Te llevaré, quiero darte un regalo —dijo Kenneth, al tiempo que le abría la puerta del auto. Ollie sintió que se le comprimía el estómago.
—Es mi cumpleaños —dijo, dándose cuenta de este detalle. Recordaba haber hablado un poco sobre el asunto, pero estaba desorientado por el viaje y según él, faltaba un día para su cumpleaños. Se equivocaba, había pasado esa fecha viajando de regreso a la ciudad, haciendo filas y en general extrañando la habitación de hotel.
—Esperaba llevarte a cenar —dijo, con una sonrisa de disculpa—. Y también estaba preparando tu regalo
Aunque era una tontería, la irritación volvió al pensar que lo sacaron de la comodidad de la habitación para prepararle una especie de noche romántica. Al mismo tiempo, no pudo evitar que se le acelerara el corazón.
—Promete que no intentarás meterte en mis pantalones —dijo, un poco inseguro de lo que significaba subirse a ese auto y dejar que lo sacara a cenar. En realidad, si Ken intentaba arrastrarlo a una habitación a lo mejor solo se negaba al principio por decoro y después se lo pensaba mejor.
Kenneth lo miró unos segundos, evaluando el ambiente y sonrió porque siempre fue bueno leyendo las expresiones de Ollie.
—¿Por qué me lo pones tan difícil? —preguntó, dando un paso al frente y rodeándolo de la cintura.
El gesto lo sorprendió, hasta ese momento Ken había mantenido su distancia con él, la cara se le puso roja y lo miró sorprendido. Luego se dio cuenta que no estaba siendo muy sutil los últimos días sobre la forma en que permitía que lo tocara. Había actuado de forma bastante obvia.
Ollie clavó sus ojos en Kenneth, lo quería tanto, no era solo la lujuria hablando, lo quería de verdad. Su corazón se apretó al verlo de nuevo mirarlo con esos ojos cargados de ternura, tan distintos al día de la graduación, cuando lo dejó atrás.
—Olvida la cena, vamos a tu casa —dijo en un impulso, estaba cansado de negarse lo que deseaba. Si Kenneth quería romperle el corazón una vez más, dejaría que lo hiciera hasta que estuviera satisfecho y volvería con él todas las veces que se lo pidiera.
ESTÁS LEYENDO
El bebé del jefe
Romance(LGBT) Ollie necesita desesperadamente un trabajo y cuando por fin parece que llegó al lugar indicado, un fantasma de su pasado aparece para atormentarlo. . . Novela participante en el Open Novella Contest.