12 ; matías & blas

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No era una relación

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No era una relación. No era algo serio.

Ese era un lema que le gustaba repetirse.

Lo sabía cuando se metió con los dos, acordando que eran amigos que cogían cuando pintaba; a ninguno de los tres les molestaba.

No era una relación, pero hacían viajes juntos. No era una relación, pero los viernes de pasta en su casa eran infaltables. No era una relación, pero sentía su corazón desesperarse cada vez que Blas besaba su cachete mientras Matías se armaba un cigarrillo que terminarían compartiendo.

No era una relación, pero se sentía como una cada vez que reían tirados en el suelo; cada vez que Juani les sacaba fotos para subirlas a Twitter; cada vez que los tres se esforzaban en encajar en una misma cama.

Había algunas mañanas donde ese pensamiento llegaba a consumirla, ahogarla en dudas y preguntas a las que ninguno de ellos tenía una respuesta. Era, consciente o no, una sobrepensante de primera: no era ninguna sorpresa, todos sabían que siempre lo había sido hasta con el más mínimo detalle.

Quizá por eso vino la sorpresa cuando se metió con Matías y Blas, conocidos por ser despreocupados con su accionar, sin un segundo pensamiento atrás de sus voces: eran un desastre completamente opuesto a ella, y sin embargo eso solo la atraía más.

El día se filtraba por las cortinas, tiñendo la habitación de Blas con tonos suaves y cálidos, rayos solares escabulléndose entre los espacios libres. Ella estaba bien despertaba entre medio de ambos, extremidades dispersas por doquier, cuerpos desnudos y cálidos, latidos relajados. Tres figuras enredadas en sábanas. 

Miró fijamente el techo blanco mientras su mente comenzaba a navegar por un océano de preocupaciones. El brazo de Blas la rozaba, dormido boca abajo. Matías, en cambio, estaba acurrucado contra su costado, su boca dejando un breve hilo de saliva sobre su pecho. 

¿Realmente se podía amar a dos personas al mismo tiempo? Ella estaba segura de que sí, porque su corazón le pertenecía por completo a aquellos dos; ella le pertenecía a ellos también, simplemente no sabía si esos sentimientos tan fuertes y pesados que colgaban de su alma eran correspondidos.

Sí, cogían. Pero coger era sencillo: simplemente necesitaba haber un mísero deseo sexual, una atracción por la persona. Enamorarse, amar, era distinto. Para amar uno tenía que tener coraje, estar dispuesto a enfrentarse a todo eso que conllevaba el amar y ser amado. 

Y tampoco era tan fácil como sonaba. Uno no elegía a quien amar, el amor era inesperado y golpeaba en los momentos más incorrectos: podía ser cruel, porque una persona maltratada podía amar incluso siendo maltratada y no vería nada malo en hacerlo porque no elegía amar a la persona. Uno no simplemente elegía a alguien y cruzaba los dedos con esperanzas de que funcionara.

ONE SHOTS, lsdln castDonde viven las historias. Descúbrelo ahora