10💕

84 17 1
                                    

Un nuevo día, un nuevo lugar que distaba se sentirse como un hogar, le parecía como si nunca antes hubiera pisado ese sitio, a pesar de los posters en la pared que lo probaban.

Si, había muchísimas fotos, recortes y posters de él mismo, había toda una pared para ello, con diferentes tonos de pelo, maquillajes exóticos y atuendos preciosos.

Delineo la figura de él en alguna habitación blanquisca, se notaba que quien la había tomado era un gran fotógrafo como para lograr que pareciera etéreo.

—Quizás es por la ropa

Dicho esto bajo la mirada a la camiseta blanca y los pantalones chándal grises que llevaba puesto, se veía como alguien común, no llevaba pendientes o maquillaje, su único accesorio era su crucifijo.

Estaba en su casa, podía ir vestido cómodo ¿no?, tampoco es como que alguien fuese aparecer para gritarle por vestir feo

Peinando con cuidado, acomodó de lado su cabello por enésima vez, hizo un puchero al notar que algunos pelitos se volvían a parar, ya cansado de luchar con su pelo rebelde abandono el peine rojo sobre un cajón y tomó un abrigo verde, el cual se puso tras sentir un escalofrío producto de su cuerpo aún con destellos de la ducha recién tomada.

Se sirvió un vaso de agua y tomó su dosis diaria de medicamento.

Primero asomó la cabeza por la puerta, que estuvo entreabierta todo el tiempo, sin nadie a la vista se decidió por caminar por el pasillo casi de puntillas

Era ridículo hacer eso, pero no quería molestar a alguien con su presencia no grata, su vista se giro sin poder evitar hacia la puerta de la habitación que sabía le pertenecía a su esposo, lo prudente sería pasar rápido para ahorrarle un disgusto, si el hombre se parecía a un felino talvez tenía sus mismas costumbres como el odiar ser despertado.

Jimin no pudo evitarlo, con la agilidad de un bailarín de ballet se apego a la puerta, contrario a las viejas chismosas el no puso la oreja en la puerta, en su lugar puso la nariz, estaba en busca del aroma que lo acompaño durante la noche

Su cabeza bajó, decepcionado por no captar nada, vio la perilla de la puerta

¿Y si entraba?, era temprano, pero quizás el alfa ya no estaba ahí dentro.

¡No!, se retractó

Tenia excusas para volver a entrar, como recuperar sus flores antes de que se marchitaran o volver por sus dulces, sin embargo no tenia razón para acceder al ropero del alfa.

Tampoco es como que pudiera llegar y decirle, hey alfa amargado, no me corras mientras me restriego en tu ropa

Negando y con mucho pensar se alejó de la tentación. Llegando a las escaleras su estómago gruñó, recordando la razón por la que se decidió a salir de su cuarto, en una casa tan grande tenía que  haber una cocina.

Bajó las escaleras con precaución, sonrió apenado al guardaespaldas, Inwoo, que permanecía como centinela al lado de la puerta principal, a pesar de que se quizo mostrar estoico, Jimin notó su sorpresa al verle.

Dió los buenos días, cosa que el pobre hombre respondió con un balbuceo.
Era la sombra de Jaemin y esa era la primera vez que el omega le hablaba para algo que no fuera pedir que cargará sus bolsas de compras o para soltar amenazas sobre despedirlo si iba de lengua suelta con YoonGi.

Jimin empinó la nariz en dirección a  donde provenía un dulce aroma a café, reconoció el sabor de la frituras y algo dulce, tentado y a merced del hambre sus pies se movieron siguiendo la dirección que dictaba su olfato, el guardaespaldas le siguió con una distancia prudente.

El Otro ||Yoonmin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora