Pasado V

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"-Can you fix the broken?
-Can you help the hopeless?
-Can you feel my heart?
-I'm scared to get close, and I hate being alone."
-Can you feel my heart.
-Bring Me The Horizon.

La luna iluminaba sus tristes ojos celestes, el silencio era abrumador, aquella definición era lo que le recordaba que estaba solo en aquel inmenso abismo de frustración.

Suspiro, mirando sus brazos y las cicatrices en este, la única persona que las había notado había sido Michelle, sonrió débilmente, para él, ella era su madre, sin importar qué la verdadera haya sido la hermana de esta misma, no recuerda nada sobre esa mujer, ni de su infancia en general.

El único recuerdo borroso de su infancia era la figura de dos hombres, ambos portaban traje y le miraban por sobre el hombro, mientras lo iban dejando en la oscuridad.

Le había contando eso a Michelle, ella pareció ponerse inquieta, lo había notado apesar de su disimulo, él sabía observar.

La curiosidad picaba en su piel, el silencio fue interrumpido por unos pasos a su espalda, no pensó que hubiese otro desquiciado que estuviera en aquel mirador a altas horas de la noche.

Volkov le miro con pena, Gustabo sonrió.

-¿Me sigue, comisario?

El ruso negó, acercandose, se apoyo en el barandal del mirador, evitando la mirada curiosa del subinspector.

-También tengo inquietudes, Gustabo.

El rubio asintió, con un nudo en la garganta, miró al frente, las luces de la ciudad era lo único que distinguía.

Sentirse incomprendido era fastidioso, las ganas de llorar se asomaron, desvío la mirada, frustrado por no poder contenerse.

Nadie podía culparlo, ni juzgarlo.

Había sido fuerte demasiado tiempo, empezaba a quebrarse, su valentía flaqueaba, sus murallas se derrumbaban.

¿Por qué las personas pensaban que era de hierro? ¿Que él entendía sus motivos? ¿Por qué no podían pensar en sus sentimientos también?

¿Por qué Conway creía que no le afectaría?

Una lágrima traicionera resbaló por su mejilla derecha, la limpio con rapidez.

Que no mostrará sus sentimientos no significaba que no los tuviera.

Quería saber el porqué las personas creían que hicieran lo que hicieran no le afectaría en lo absoluto.

No era un jodido insensible, no era un robot que no poseía sentimientos.

Era cierto que muy pocas cosas lograban alterarlo, una muy resumida cantidad de personas le importaban y el otro gran mayor porcentaje le sudaba la polla.

Pero eso no significaba que ciertas cosas no le afectaban.

Odiaba que las personas se tomarán la libertad de opinar sobre él, llamándole insensible.

La comisaría entera pensaba eso sobre él, creían que por disparar sin miedo a nada era un jodido psicópata, los escuchaba susurrar a sus espaldas, creyendo estúpidamente que no se daba cuenta.

Gordon, Isidoro, Volkov y Filadelfo eran los únicos que marcaban la diferencia.

Agacho la cabeza, cansado de ser fuerte, de tener que pelear contra todos, de ser él contra los prejuicios ajenos, incluso contra él que se suponía que era su hermano.

Volkov le miro, el rubio temblaba, no sabía si de frío o era algo más, al escuchar sorber su nariz supo que algo no andaba bien.

Se acerco, se quito su chaqueta, y la puso en los hombros del más bajo, el de menor rango le miro, sus ojos cristalizados le hicieron dar un vuelco a su corazón.

Sin pedir permiso le abrazo, envolviendolo en sus grandes brazos, sintió a Gustabo tensarse, luego escucho un jadeo, para luego convertirse en un sollozo que Gustabo odio.

Gustabo, sentía que en cualquier momento podría quebrarse, no estaba dispuesto a dejar que alguien le viese vulnerable, ni a llorar como un cobarde otra vez, pero la tranquilidad que volkov le daba hacia que sus ganas de llorar aumentarán, sintió su voz temblar cuando quiso hablar, se maldijo internamente, las lágrimas se acumularon en sus ojos, apretó la mandíbula con temor.

Quería a Michelle.

Solo ella lo había visto llorar, solo ella no lo juzgaba, solo con ella estaría a salvo, trato de huir de los brazos de volkov, pero su nariz le empezaba a sofocar y sus manos temblaban, entró en pánico.

-Respira, Gustabo, tranquilo.

Cerro los ojos, haciendo respiraciones pausadas, se sentía como un jodido crío, solo quería correr a los brazos de Michelle y llorar por horas.

Quería dejar de ser fuerte por un segundo, soltó un sollozo agudo, se alejo de volkov, dándole la espalda de inmediato.

-Gustabo...

-Estoy bien.

Camino lejos de volkov, sin mirar atrás, tenía miedo, miedo de ser débil, sus pensamientos lo consumieron tanto que no se dio cuenta de cómo volkov lo seguía hasta que le tomó de la mano.

Le miro desconcertado, sus lágrimas estaban apunto de correr por sus mejillas y él solo quería huir.

-No estas bien, y eso, esta bien.

Sus ojos se abrieron más que de costumbre, con angustia, su rostro se desfiguro en una expresión miserable, patéticamente débil.

Se contuvo, sorbio su nariz y desvío la mirada, parpadeando rápidamente para dispersas las lágrimas.

El silencio volvió a reinar, mientras Gustabo peleaba contra las inmensas ganas de llorar.

-¿Sabía que los girasoles significan amor y admiración?

Él rubio le miro desconcertado, sin entenderlo.

-Me recuerda a los girasoles, al igual que Michelle, los girasoles, cuando el sol se va, se miran entre ellos, para darse energía.

Las lágrimas de Gustabo se secaron, los pensamientos negativos se dispersaron por un momento y fue ahí donde noto el frío por primera vez en la noche, miró con sus ojos brillantes a volkov, le sonrió, con entusiasmo, aquella definición le había gustado..

Al parecer, también habían más personas aparte de su... madre-mich en las que su instinto confiaba.

Soltó una pequeña risa, mientras el hueco en su estómago desaparecía, volkov le miraba aliviado, ambos sonrieron por diferentes motivos.

Gustabo sintió cierto alivio, miró a volkov con una mezcla de sentimientos extraños.

Era posible que sus flores favoritas empezarán a ser los girasoles.

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La noche paso entre pequeñas risas tímidas, miradas de reojo y en ocasiones, roces entre sus manos, conversaciones sin sentido, cuando se dieron cuenta, el alba se asomaba en el horizonte, ambos se miraron sorprendidos, y ambos corrieron entre risas hacia el auto del comisario.

volkov dejo a Gustabo donde este le había indicado, era una casa preciosa, cuando vio salir a Michelle cruzada de brazos y con expresión seria, fue que entendió que estaba viviendo con ella, el ruso sonrió nervioso,para luego despedirse.

El rubio se acercó, riendo hacia su madre.

-¿Debo preocuparme?

-Joder, no.

-De acuerdo.

Ambos entraron, Michelle abrazo al rubio con cariño, besando su frente, Gustabo sonrió con ilusión.

Tal vez sus días empezarán a tomar el color amarillo del sol, de los girasoles y de la felicidad.
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-Can you feel my heart, de Gustabo, para volkov.

Becky_Yeager.

《Así es la vida》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora