Presente IX

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-Siento, que no te he dejado de pensar, desde ese momento, que contigo estaría bien, que tus ojos son perfectos y... pienso, que ya es hora de empezar, algo en serio.
-Una y otra vez
-Manuel Medrano

El amor es tonto.

O te hace tonto.

Sea como sea, es irritante y fastidioso, demasiado complicado y no sigue órdenes, ni siquiera del corazón ni cerebro.

Es decir que, nos hará débiles ante la persona que amemos.

Amar.

¿Es ese amor que sintió alguna vez por Horacio?

Se sentía diferente, después de todo, él jamas tuvo el impuso de besar a Horacio. Estaba perdido. Atrapado en las redes del amor, el amor era como una araña gigante y él como una pobre mosca que se había enredado en su telaraña, apunto de ser devorado.

Jamás se había puesto a pensar tan fuertemente en el amor.

Jamás fue amado.

No hasta que Michelle llego a su vida. Antes incluiría a su hermano, pero dudaba que alguna vez le haya amado de verdad, cosa que le hacía doler el pecho.

Lo miro una vez más.

Soltó un suspiro de derrota y sonrió como el imbécil que era.

Era claro.

Estaba enamorado.

Enamorado y aterrado de lo que pudiera pasar al revelar ese sentimiento. Ese sentimiento que lo tenía paralizado observando como el comisario fruncia su ceño, curvando sus labios en una mueca molesta mientras discutía con unos civiles.

Soltó el aire de sus pulmones, dejando morir un suspiro lleno de satisfacción.

Se sentía ridículo, Freddy tenía razón cuando dijo que era patético. Sonrió con burla hacia sí mismo y camino hacia él ruso, tomandolo del brazo, para luego arrastrarlo al zeta, abrió la puerta y lo metió dentro ignorando las quejas del más alto. Rodeando el auto, se dispuso a conducir, no pensaba con claridad, solo era él, sus nervios y ganas de revelar todo, sin importarle el resultado.

《Mejor quedar como gilipollas antes de arrepentirme de no haberlo intentado》Se dijo a sí mismo, antes de aparcar el auto en aquella montaña lejana a la ciudad.

Volkov miro su alrededor con curiosidad, quiso mirar a Gustabo para buscar una explicación, pero fue demasiado tarde para ello, se quedó sin palabras cuando el pequeño rubio su sentó a horcajadas en su regazo, trago grueso y lo miro descolocado.

Y entonces gris y azul se combinaron con elegancia al encontrarse.

Se miraron como había querido verse hace tanto tiempo, se miraron como dos personas que están locas la una por la otra, una pequeña sonrisa surco el rostro de ambos.

No había palabras, pero ambos lo entendieron tan claro como el agua. Se habían cansado de fingir indiferencia, aplaudieron a Freddy y a Michelle, dándoles un premio por valientes, por resistir tanto sin gritarle lo mucho que se amaban.

No era solo el deseo palpable entre los roces de sus entrepiernas, sino también el cariño que desbordaba la ternura con la que pensaban en amarse.

Era aquella felicidad indescriptible que ambos sentían, una sensación cómoda, cálida, emocionante y picante en sus pechos, rieron levemente mientras se sonreían.

Ninguno lo había planeado.

Pero el primero en caer fue Volkov. Justo de cara al pavimento cuando vio a ese rubio entrar por la puerta de comisaria, luciendo tan rudo y agresivamente sexy, con aquella sonrisa y complejo de superioridad. Simplemente fue él, lo atrapó sin siquiera mirarlo de frente y eso fue suficiente para joderlo. Y así, al darse cuenta lo problemático que era el pequeño rubio, sonrió satisfecho al saber que lo vería a diario.

Pero dicen que él que cae segundo cae más fuerte.

Y ese fue Gustabo, sin darse cuenta, apenas caminaba hacia ese barranco, y cuando lo miro, tan fuerte y frio, tan serio y tan sencillo, tan guapo y caballeroso, se tiro de cabeza.

El golpe dolió, el tiempo rompió el lazo que poco a poco habían construido, pero cuatro años después, inconscientemente, ambos buscaron estar de esa manera.

Sus coqueteos indiscretos y nada elaborados, los roces intencionales y las sonrisas traviesas y tímidas, las risas silenciosas y las horas juntos los hizo adentrarse en una burbuja, una en donde no se dieron cuenta que estaban.

No hasta que ambos se miraron esa tarde.

Y, oh Dios, parecían unos críos avergonzados mientras reían con tímides al revelarse mutuamente el cariño que habían estado guardando y acumulando para cuando llegara en momento.

Se miraron y los ojos de Gustabo se criatalizaron.

¿Así se sentía ser amado? Temió no volver a ver esa mirada llena de anhelo en los ojos de Viktor. Este lo sabía, ¿cuánto había sufrido el rubio para llorar de esa manera por ser amado? Lo miro con delicadeza, las ganas de llorar también lo invadieron, junto su frente con la contraria y rozo sus narices, sacándole una risita al más bajo, quien abrió sus ojos brillantes.

Lo beso.

Lo beso como jamás había besado a nadie y él fue besado como jamás le habían besado.

Lo beso como se besa a aquella persona que amas, a la persona que no quieres dejar ir, a la persona que te prometiste cuidar, a la que extrañaste por tanto tiempo que llegaste a sentir que realmente ibas a morir sin su calor.

Los sentimientos se plasmaron en el horizonte en tonos rosas y naranjas, con los gemidos de los pájaros acompañando a Gustabo, quien se restregaba en el pecho de Viktor tomando el aire que le faltaba.

Sus respiraciones agitadas se sincronizaron, el movimiento del auto era divertido y no faltaban las risas de ambos entre caricias y palabras subidas de tono, en confianza y con la vergüenza alejándose, ambos empezaron a quererse, a cuidarse, amándose entre jadeos y palabras cursis totalmente desmedidas.

La noche cayó al igual que la manzana de Newton, al igual que Viktor por Gustabo, igual que Gustabo por él.

Tendrían que limpiar el desastre que dejaron en el zeta, pero ambos estaban satisfechos y felices, con sus corazones calientes.

-¿Alguna vez te imaginaste que terminaríamos así?

-Por supuesto, mi atractivo no es fácil de esquivar.

El más alto sonrio, besando los labios inchados del rubio, lo abrazo contra él, mirando las estrellar asomarse.
Se prometió hacer feliz a Gustabo, su novio, no dejaría que nadie lo dañara, ahora su hogar sería él, y juraba por la luna misma, que si alguien se atrevía a ponerle un dedo encima, no dudaría un segundo en enloquecer.

Los te amo eran importantes, si. Pero ellos se adoraban, y ambos estaban de acuerdo en una cosa.

Se necesitaban.
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-Una y otra vez, de Gustabo para Viktor.

-Becky_Yeager

¡Al fin están juntos!

No se alarmen, tendremos muchas más escenas de la pareja en cuestión, pues es cierto que en anteriores capítulos no hay mucho de ellos, pero para todo hay una razón, y es que, recuerden que Gustabo estaba roto y para alguien así, es difícil amar.

De ahora en adelante verán como nuestros monitos van acercandose tanto y sanando entre sí.

(Gracias por leer)

《Así es la vida》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora