Presente V

326 29 11
                                    


"—It's useless, don't do this, It's hubris to try, he's ruthless you knew this, I told you, didn't I?
The truth is, he lies.
I know you don't want to let go, And just like before I can see that you're sure
You can change him but I know you won't.
The Devil doesn't bargain.
He'll only break your heart again.
It isn't worth it, darling. "
Devil doesn't bargain.
Alec Benjamin

[Gustabo Evans]

Las palabras no son más que herramientas de manipulación, lo había aprendido en estos cuatro años fuera, me libre de muchas cosas con las palabras, endulzado el oído de otros para mi beneficio y actuando luego en su contra.

Las palabras no valen nada.

Solo son simples monosílabos utilizados para transmitir comunicación, a veces verdadera, la mayoría de ocasiones falsa.

Las palabras eran como una brisa helada, te recorría un escalofrío en el cuerpo al escucharlas, pero luego, en segundos, el frío desaparecía dejando solo la sensación de lo que fue.

Y si habían palabras que yo jamás creería, serían exactamente estas.

[...]

Lo vi acercarse, no me dio tiempo de reaccionar cuando mi rostro ya estaba en su pecho y sus brazos me impedían poder salir corriendo de allí.

Su cuerpo temblaba y el mío igual, las inmensas nauseas me azotaron la garganta.

Lo siento tanto, mi pequeño Matty.

Su quebradizo susurro hizo que mis ojos se cristalizaran, sentí la sofocación en mi nariz casi de inmediato, no podía moverme, aunque lo deseaba, no podía.

¿Como podía decir algo así?

¿Por qué ahora?

¿Que estaba pasando?

Lo siento, Gustabo.

Una sensación de hormigueo me recorrió el cuerpo, no sabía que decir, ni que hacer, ni como reaccionar.

¿Él en serio se estaba disculpándo?

¿De verdad?

¿Por qué se disculpaba?

¿Yo merecía esas disculpas?

¿Él merecia mi perdón?

No, claro que no lo merecía.

Una simple y débil disculpa no era suficiente, él debía arrodillarse, poner la frente en el maldito suelo y besar la punta de mis zapatos y aun así no sería suficiente para merecer mi perdón.

Solté una carcajada, él se tenso.

¿Lo siento? ¿no podías decir algo más patético que esa mierda?

No me separe de su abrazo, hubiese deseado que el tono de mi voz saliera molesto, colérico, pero en cambio, sólo salió agotado, cansado y hasta con un toque de ironía.

Nadie podía culparme por rechazarlo, nadie podía juzgarme por odiarlo.

Mis manos tocaron sus hombros, empujándolo hacia atrás sin fuerza, no tenía fuerzas para golpearlo aunque quisiera. Mis lentes oscuros cayeron al piso, revelando mis párpados caídos en desánimo con ojeras y una línea recta en mis labios como expresión.

《Así es la vida》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora