—¿Quien quiere ver al hombre con alas tirado en la vía del tren?
— Los mismos que ahora gritan, lo atacaron sin piedad, porque desde el día que voló, lo crucificaron con crueldad, condenandolo por diferente.
—Miren, ¿que le habrá pasado? ¿con que arma le habrán derrotado?
—Si él era lo que nunca fuimos, si el era lo que siempre soñamos.
—A su dignidad hirieron y solo se dejó caer...
—Cuarteto de nos.
—Hombre con alas.El frío corría por la habitación, silbando en el proceso, se removió entre las sábanas demasiado acolchadas, tenía que admitir que las amaba y en más de una ocasión había robado algunas cuando dormía ocasionalmente en la casa Trucazo-Evans.
Despertó sintiéndose demasiado ligero, tenía un leve dolor punzante en la cabeza, la comezón en sus antebrazos lo hizo sentarse con pereza en la gran cama que descansaba en medio de la habitación perfectamente ordenada. Michelle siempre se encargaba de mantener su desorden bastante arreglado.
Suspiro pesadamente, mirando a su alrededor, por la ventana se pintaban los grandes árboles y horizontes llenos de césped, Michelle y Freddy vivían alejados de la ciudad, era prácticamente una masion que compró Michelle desde que se marchó, la misma le había comentado que dos semanas después Freddy había aparecido con sus maletas en mano frente a la puerta principal, diciendo que la casa era demasiado grande para solo una persona y que no fuese egoísta.
Sonrió con cariño, las excusas de Freddy para siempre estar en el panorama de Michelle eran incluso ridículas, pero siempre hacia algo para parecer desinteresado, bufo, rodando los ojos al pensar los pocos cojones que tenía Freddy para no hablar de sus sentimientos, al mismo tiempo se sintió regañado por su propio pensamiento.
Bajo de la cama atando su bata a su cintura, ignorando las vendas de sus brazos, recordaba lo que había pasado y estaba muy pendiente a su estado.
Las escaleras de madera sonaron un poco ante su peso, se asomo por el marco de la cocina, sonrió de lado al ver a Michelle y Freddy discutiendo como usualmente lo hacían por las mañanas, parecía ser que él era él único que se percataba de las leves sonrisas de ambos mayores al discutir.
—Buenos días, Mich, Freddy, cierra la boca, se te caen las babas y le entraran moscas.
Burlarse del comisario era uno de sus pasatiempos favoritos, Freddy era consiente de lo que sabía Gustabo, más lo ignoraba olímpicamente mientras seguía odiando a la jefa de la casa.
—Callate pavo o te saco las tripas.
—Le echaré sal a tu café si sigues hablando, cállate tú.
Sonrió burlón nuevamente y se sentó al lado de hombre, quien lo miro amenazante.
—Ríete gustabiño, pero no creas que no me doy cuenta de cómo le mueves el culo al cabeza pequeña.
El susurro de Freddy lo hizo sonrojarse, procediendo a golpearle con exaltación, iniciando una guerra entre ambos.
Michelle sonrió levemente al verlos, recargada en el lavamanos, suspiro y arrugó el ceño fingiendo estar enojada, para luego apuntarlos.
—¡Si rompen mis tazas los haré pegar los pedazos con saliva!
Una manera de iniciar el día motivados, ambos se dejaron de jalar los pelos y se sentaron a desayunar, el rubio no evito reír ante los diferentes desayunos, Freddy tenía panqueques con chocolate, él tenía tostadas, huevos revueltos y café negro con azúcar, y Michelle desayunaba ensalada de frutas con granola y yogurt, café con leche y sin azúcar.
ESTÁS LEYENDO
《Así es la vida》
Fiksi PenggemarTras descubrir que era hijo del mal encarado de Jack Conway, Gustabo García, se había hundido en un océano de frustración e inseguridad, la única luz que logra ver en su camino, es reflejada por Michelle Evans, su tía materna, a quien empezó a consi...