0 -Prólogo.

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Las voces de su hermano mayor y su padre se podían oír desde el pasillo a pesar de que llevaran varios minutos encerrados en la oficina. El tema de conversación era bastante claro, ya que definitivamente los papeles en sus manos dieron mucho de qué hablar una vez llegaron los resultados, puesto que estos determinaban el resto de su vida.

Su jerarquía.

Su lugar en el mundo.

"Omega", decía aquella tinta en rojo que daba el resultado final de todos aquellos exámenes que se había realizado hace unas semanas, personalmente ese color le hacía sentir la situación aún más horrenda de lo que ya era. Generalmente todo lo malo era destacado en ese tono, y esta no era la excepción.

Tenía casi 16 años, y su primer celo aún no había dado ninguna señal de querer aparecer. Había tenido la esperanza de ser alpha como su hermano, incluso enigma como lo era su padre (lo cual era mucho fantasear, ya que ni siquiera tenían vínculos sanguíneos), pero le había tocado un estatus horrible. Aunque, al menos no le había tocado ser un estúpido gamma, habría sido un perdedor total, pensar en eso le daba un poco de consuelo a toda su desgracia.

Por otro lado, también se encontraban aquellos papeles de aceptación a una empresa musical que se había fijado en él por sus destacadas habilidades en el canto, el escenario, y en el manejo de varios instrumentos musicales. Cualquiera habría pensado que su vida ahora estaba hecha, pero siendo un omega las cosas cambiaban completamente de rumbo, ya que esa jerarquía era conocida por ser débil e inestable, no tanto como los gamma, pero si lo suficiente como para que tu carrera peligre constantemente. Los celos indisponían a sus portadores al contrario de la situación con los alphas, además de que el acoso y abuso en el ambiente laboral era pan de cada día.

Había soñado toda su vida con tener una oportunidad en una empresa tan grande como la que se había contactado con él, pero ¿sería capaz de soportar el otro lado de la moneda?

— ¡Se lo comerán vivo! —Exclamó Aldryx dando un golpe sobre el escritorio de aquella oficina del hombre fuego. Tenía sus contactos dentro de la empresa, de hecho, fue gracias a su recomendación que habían dado a Agoti la oportunidad de presentarse en una audición, pero por eso mismo, él conocía de primera fila lo cruda que era la realidad para los omegas en ese mundo laboral.— ¡No puedes permitir que tu propio hijo se someta a ese peligroso mundo!

— ¿Y dejar que se convierta en un bueno para nada?, debe ser capaz de adaptarse en el mundo, usar sus dotes, ¡ser alguien! —Su semblante ensombreció, recibir esos resultados de los exámenes definitivamente daba un vuelco a todos sus planes.— Creo en las capacidades de tu hermano, sé que si lo intenta puede destacar en lo que hace.

— ¡Es un maldito omega, Solazar!, sabes cómo son en ese mundo con los omega, ¡en el mundo en general!, ¡los tratan como basura! ¿Te gustaría que se vea involucrado en el peor de los escenarios?, porque parece que lo estás empujando a eso.

Aquella negativa insinuación le hizo tensar en cuestión de segundos, ¿cómo se atrevía a señalarle de tal manera? Que idiota.

— Si, es omega, pero tiene a un hermano alpha y un padre enigma que lo protejan. No le pasará nada mientras nosotros estemos cuidando de él. —Masajeó el puente de su nariz.

"El peor de los escenarios", ¿cuál sería el peor de todos?
- Que su jefe le baje el pago por estar indispuesto por su celo.
- Que lo corran del puesto y eso ensucie su reputación.
- Sufrir acoso sexual.
- Sufrir... Abuso sexual.

Definitivamente habían muchas malas opciones, pensar en las últimas dos mencionadas le hizo sentir la piel de gallina, ya que jamás pensó tener que ser él quien estuviera bajo el paraguas de posibilidades negativas.

Éste maldito papel jodía absolutamente todo por lo que luchó durante los últimos años. Quería ser reconocido, ser admirado, ser alguien a quien la gente viera como una meta a la cual apuntar. No un maldito omega. No sería una máquina para hacer bebés. No sería el juguete sexual de ningún apestoso alpha.

Nadie estaba a su nivel, nadie lo merecía, ¡nadie!

— Al carajo. —Murmuró reteniendo un ligero puchero.

Arrugó aquellos resultados en el papel, lanzando la bola hasta lo más lejos que el pasillo le permitiera llegar. Y con aquella solicitud de ingreso aceptada en mano, empujó la puerta de aquella oficina, luchando por contener las lágrimas de soberbia, hasta que finalmente estuvo junto a su hermano, frente a esa imponente mesa en donde su padre generalmente solía trabajar en asuntos que no terminaba de comprender del todo.

— Lo haré. —Dijo con un tono firme dejando aquella solicitud en el escritorio.

— Pero, Agoti. —Intentó decir Al, su preocupación era evidente, pero él no quería de su pena.

— Ya lo dije. —Reafirmó manteniendo la mirada fija en su padre.— Esto es lo que más quiero. Sacrificaré todo de mí para conseguir lograr mi meta. Me esforcé todos estos años en ser alguien, y mi estatus en la sociedad no me lo va a arruinar.

Aldryx tensó su quijada, realmente detestaba ser quien perdía en la votación sobre qué sucedería después. Sabía que Solazar apoyaría a Agoti, pero no podía creer que su propio hermano fuera tan imprudente solo por un sueño tonto. Entre todas las cosas que podía llegar a ser, ¿por qué apuntaba en aquella dirección que le sometería al público tan frecuentemente?

— No estuviste criando a un debilucho, padre. —Dijo Agoti con la misma firmeza inicial.— Haré que el apellido Andromeda resuene en todo el mundo. Nadie fuera de estas paredes debe saber sobre mi condición social. No le debo explicaciones a nadie, y no me rechazarán con mi talento. —Miró a su hermano, suplicándole de su apoyo con la mirada, pero Aldryx continuaba en conflicto.

— Será difícil. —Dijo el hombre fuego cruzando sus dedos por encima del escritorio.

— Lo sé... —Suspiró, devolviendo su mirada hasta su padre.— Pero aún así lo haré.

¿Qué tan difícil podía llegar a ser?

Yᴏᴜ Bᴇʟᴏɴɢ Tᴏ Mᴇ - [Tagoti-Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora