Capítulo 10.

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Aferrado a las sábanas de su cama, el despeinado hombre ruso pudo oír los pesados pasos fuera de su habitación. Se cubrió con las cobijas por un momento, subiéndolas hasta su cabeza cuando escuchó la perilla de su puerta. Tenía puesto el seguro en ella de todos modos, pero no por miedo, sino por irritación. Detestaba despertar cada mañana y tener que tolerar cualquier tipo de invasiones a su privacidad. Vivía bajo los términos de una familia algo... Estricta, por llamarla de alguna manera, pero ¿acaso tenía derecho a quejarse? No, claro que no, porque era culpa suya que estuvieran en otro país después de todo.

Si tan solo no hubiera cometido aquellos crímenes, pero... Había hecho todo eso para sobrevivir, ¿quién entendía a la justicia?

Maldijo, quitándose las cobijas de encima para luego obligarse a sí mismo a sentarse en la orilla de la cama, oyendo la voz de su padre decir su nombre desde el pasillo. Tal y como era costumbre.

— Ruvyzvat, te quiero en el comedor desayunando en 10 minutos.

— Ya voy. —Apartó el cabello de su rostro, suspirando nuevamente.

"Un nuevo día en esta vida de mierda".

Dándose unas palmadas en las mejillas para brindarse algo de motivación, se estiró para alcanzar sus prendas sobre la silla cercana a su cama, poniéndose aquellos pantalones oscuros ajustados que tanto le gustaban, luego siguió con aquella camiseta de la misma tonalidad y de cuello alto, y cuando estuvo por ponerse sus botas se dio cuenta que no se había puesto sus calcetines antes que cualquier otra prenda.

— Mierda... —Se dio una palmada en la frente. Había olvidado seguir el orden, y si, era algo importante para el, sino se sentiría incómodo por los pliegues del calcetín todo el resto del día.

Decidió ponerse de pie, bajarse los pantalones nuevamente y cuando tuvo sus calcetines puestos volvió a vestir las prendas inferiores anteriormente mencionadas. Tomando el parche que esperaba por él sobre la mesa de noche, se apresuró a ir hacia la puerta y abandonar la habitación luego de quitar el pestillo. Yendo a paso rápido hacia el baño, se encerró ahí para poder lavarse el rostro y quitar cualquier rastro de sueño, sin hacer demasiado énfasis en lo caluroso y vaporeante que estaba ahí, probablemente por la reciente ducha de su padre, aunque quizá debería bañarse también, pero ya se había bañado anoche, ¿también cuenta, verdad?

Apoyando sus palmas en el lavamanos, dejó que el agua corriera mientras que su mirada ahora estaba fija en el espejo que reflejaba lo ojeroso que se encontraba. Detestaba la cicatriz en su ojo, lo único que era rescatable de todo ese incidente es que la ausencia de pupilas le permitiría pasar más desapercibido con su pérdida parcial de la vista en aquel ojo. Si fuera como los humanos estaría seguro que se vería más feo de lo que ya estaba. Y ni hablar del resto de cicatrices que escondía bajo sus prendas.

"Horrible" pensó tan carismático como siempre.

Apartando nuevamente el cabello de su rostro, lo recogió y ajustó con un pequeño pinche que había conseguido por ahí (honestamente ya había olvidado donde), asegurándose de usar su toalla para secarse el rostro y una vez que estuvo listo con ello se peinó adecuadamente. Aunque solo era por costumbre y rutina, lo cubriría con su ushanka más tarde al ir a misa.

— ¡1 minuto, Ruv! —Recordó su padre desde el comedor.

Chistó la lengua. Esto ya parecía algún tipo de competencia a contrarreloj.

Omitió cualquier tipo de comentario, y en su lugar apresuró el movimiento de sus manos para retirar su parche que guardaba en su bolsillo, acomodándolo sobre su ojo herido antes de cerrar la llave del agua y correr por el pasillo hacia donde le esperaba su padre, reduciendo poco a poco su velocidad una vez que se fue acercando a su destino, rodeando la mesa, y ocupando su lugar en el pequeño desayuno para dos.

Yᴏᴜ Bᴇʟᴏɴɢ Tᴏ Mᴇ - [Tagoti-Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora