Capítulo 02.

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Taehyung abrió la cafetería como era costumbre, girando el letrero que indicaba "abierto" tan pronto como terminaba de acomodar las mesas y sillas. En ocasiones extrañaba su cafetería, aquella con la que empezó todo un emprendimiento a mediana escala, pero sabía que el cambio era bueno y que, en realidad, le permitía un traslado mínimo y quedaba como punto medio en el trayecto de la casa, a la escuela de los niños y al trabajo de su alfa.

Por ello, siendo un viernes normal dónde todos salían de casa para que el alfa los comenzara a dejar en su recorrido, la familia del omega se despidió de él con todo el amor del mundo antes de dejarlo ir, siguiendo con su recorrido. Se encontraba por empezar a organizar su área de trabajo cuando la campanilla sonó, indicando la llegada de alguien al local.

—Buenos días, bienvenido.—Sonrió al hombre que comenzaba a caminar en su dirección, esbozando una sonrisa.

—Buen día.—Devolviendo el gesto, se detuvo frente suyo, con el mostrador manteniendo su distancia.

—¿Qué desea ordenar?

—¿Hay especialidad el día de hoy?

Asintió.—Tenemos un latte y una rebanada de pastel de zanahoria en conjunto, recién estaba por acomodar el cartel.—Sacando el cartel donde indicaba la promoción del día, lo colocó enfrente de la caja.

—Dame eso, y agrega un café negro.

Taehyung recitó la cantidad a pagar, recibiendo consigo una tarjeta para cobrar. A decir verdad, su lobo se removió en su interior como si estuviera reviviendo un viejo sentimiento, aquel dejá vú que le hacía sentir la orden y el gesto. De solo pensar en su alfa, le provocó un leve rubor que, para el alfa frente suyo, no pasó por alto, pero se limitó a no comentar nada al respecto.

—Gracias, en un momento le entrego su orden. Puede esperar en una de las mesas.—Señalando el espacio libre, se giró para comenzar a preparar el pedido.

El alfa desprendió un tanto de su aroma, gustoso por la vista de la cafetería. Mientras se dirigía a una de las mesas, observó a su alrededor con detalle, desde las paredes rústicas, los cuadros que colgaban con temática de una cafetería, y hasta todas las plantas que adornaban todo el lugar. Era un ambiente agradable, gustoso de quedarse ahí en degustar su pedido.

—¿Tiene mucho tiempo aquí la cafetería?—Cuestionó, queriendo iniciar una conversación.

—Uh, no tanto como la cafetería principal.—Se limitó a contestar.

—¿Entonces hay más sucursales?

—Hasta el momento, solo son dos. Esta cafetería la abrí aproximadamente dos años, más o menos.

El hombre alzó las cejas, sorprendido.—¿Eres el dueño de las cafeterías?

—Somos mi amigo y yo en este negocio, cada quien tiene un local por atender.

—Ya veo, eso es fantástico.

El omega se limitó a no responder, demasiado enfocado en la orden. No era una persona que compartiera detalles del negocio con los mismos clientes, prefería las conversaciones donde no tuvieran que ver con el trabajo, desde hablar del clima en la ciudad, si les parece curiosa una de las flores que decoraban el lugar, e inclusive consejos hogareños. Pero si surgían ese tipo de preguntas, se aseguraba de ser lo más amable posible y simplemente seguir con una actitud positiva frente a los clientes. 

Terminó la orden sin decir una sola palabra más, sonriéndole para indicarle que el pedido estaba listo. El hombre se acercó y tomó un pequeño sorbo, sintiendo satisfacción al sabor tan pronto como lo distinguió. 

Caramel Macchiato ² | KVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora