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El llanto era imparable. Había luchado lo más que podía, pero se estaba agitando y su cuerpo estaba adolorido, João habia quemado un par de cigarrillos en su blanca piel, cuan inhumano, a pesar de las constantes súplicas y lamentos.
No habían pasado ni 20 minutos pero los sentía como una eternidad, una punzada en su pecho lo alerto, sintiendo repentinamente el llanto de su lobo más desesperado de lo que nunca antes había sentido.

João sonrió cunado comenzó a acariciar su cuerpo desnudo, aquel que llevaba marcas rojas y gotas de sangre.

Pregutandose si Pedro vendría por el en cada agonizante ardor.

La puerta fue azotada, atravesando por ella Pedro con los ojos dorados, podía sentir el impotente aroma picar sus ojos y nariz. Como si de fuego se tratara, el calor inundo sus sentidos al ver a João doblegarse sorprendido, Lewandowski, uno de los hombres de Pedro se acercó a este y aplicando más fuerza de la debida para inmovilizarlo, lloriqueando desesperado por fundirse en los brazos del pelinegro.

Pedro se encargaba de romper las cadenas y sostenerlo en sus brazos como la rosa más delicada, aferrándose a él, cubriéndolo con su calor.

_Esto jamás te lo perdonaré João, jamás, tocaste lo más preciado de mi vida y eso, solo se paga con sangre.

La voz de Pedro era un arrullo para su escandalizada alma, a pesar de notar el enojo en ella para el seguía siendo la dulce voz del hombre del que inevitablemente se había enamorado.
Pedro lo llevo en brazos hasta su coche sin sentarlo en el copiloto manteniéndose junto a él sin separarse chillando aún de dolor por las múltiples heridas.
Respirando agitado el aroma con motes de enojo, parecido al alcohol más fuerte que había olido, amaba que su Pedro pareciera un Doberman con el, eso le encantaba, porque le transmitía tanta seguridad, como la que sentía ahora a pesar del ardor de las heridas.

Pedro llevo al pobre Omega que gimoteaba a su casa, lo curarla y lo tendría para el, resguardado, siendo cuidado cual príncipe en un castillo.

Lo mantendría bajo su seguridad hasta encargarse de João.

Sintiendo su sangre hervir de enojo, no tardaron en llegar a la Mansión del Alfa que lo bajo del auto entrando a la casa de inmediato para que el pobre Omega no pasara más peligros. Las chicas se sorprendieron de inmediato al ver al joven Gonzáles Con el Omega herido en brazos, notando el enojo emanando del pelinegro.

Se acercaron a ellos mientras que el Alfa dejaba a Pablo a cargo de las chicas que se encargaron de cuidarlo y sanarlo, mientras el se encargaba de hacer pagar aquel que se atrevió a poner un dedo encima de su preciado tesoro.
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Las luces de la blanquecina habitación lo despertaban, sintiendo dolor al moverse, acostumbro sus ojos a la luz enfocándose en la figura humana parada en el marco de la puerta, reconociendo de inmediato al Alfa que tanto añoraba abrazar. La tranquilidad del Doberman lo domino cuando Pablo alzó sus brazos haciendo una señal para que lo abrazara cuan bebé pequeño.

No podía negarse, no cuando por su culpa había puesto en peligro a su bello chico.

_Perdóname..

Murmuró el Alfa escondiendo su rostro en el cuello blanquecino del Angel a su lado.

_No te preocupes pedro, sabía lo que implicaba estar contigo._ Hablo delicado el Omega mientras sonreía

_Tú no te mereces esto bello ángel..

_Por estar a tu lado podría con todo, no me importa si eres el mismo demonio Pedro.

Su corazón sintió la ternura, Pablo era tan dulce con el, tan bello como siempre imagino, tan frágil como lo presenciaba y tan maravilloso como lo sentía.

Ese Angel estaba buscando su perdición al lado del Diablo.

Y la encontrarían ambos enamorándose perdidamente.

Y la encontrarían ambos enamorándose perdidamente

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Chao Bacalao..🧸

"𝘚𝘶𝘴𝘱𝘪𝘳𝘰𝘴 𝘋𝘦 𝘈𝘮𝘰𝘳.." [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora