Capítulo 6

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Aunque yo me sentía un total extraño en mi cuerpo había cosas que jamás cambiaban y Los Santos debían ser una de esas cosas, incluso aunque ahora habíamos más fracciones trabajando por el bien de la ciudad, incluso aunque el FBI podía trabajar tanto con los Sheriffs como estaban haciendo Monier, Parker y Blake o con la LSPD o incluso por nuestra cuenta como hacíamos Horacio y yo, no descansaremos.

Había el doble de agentes que solía haber en el CNP, agentes mejor repartidos por toda la ciudad y aun así las alertas seguían llegando una tras otra, estaba claro que Los Santos jamás descansaba y ser parte de los cuerpos del orden en esta isla seguía siendo la misma locura que hacía diez años.

Conducía yo ya que según el médico estaba recuperado y, aunque no tuviera memoria, estaba bien para volver al trabajo, era un día soleado y Horacio estaba encargado de las alertas y el GPS cuando su teléfono personal sonó. Lo sacó del bolsillo e hizo una mueca al desbloquearlo, lo vi de reojo pero seguí pendiente a la carretera. Aproveché un semáforo en rojo para mirarlo, se había echado hacía atrás en el asiento y leía el mensaje con un ceño ligeramente fruncido, no sabía que era lo que estaba leyendo pero algo que no parecía gustarle.

—Vamos a la sede —dijo y guardó el aparato, yo asentí y cambié el rumbo para ir a la sede como había pedido, llevó la mano hacía la radio y habló—. M, P y B, no os acerquéis a la sede, Maia está de camino. —Fruncí un poco el ceño, ¿quién era Maia y por qué no quería que fueran a la sede?

—Tranquilo, jefe, mientras esté la bruja no nos acercaremos —respondió una voz por radio que supuse era Parker.

—Os informaré con lo que sea. —Después de las palabras de Horacio los tres respondieron de forma afirmativa en la radio.

—¿Por qué la llaman la bruja? ¿Quién es Maia? —pregunté no aguantando más la curiosidad, además de que si era alguien de quien hablaba así e iba a verla era mejor saberlo.

—Maia es mi hermana, un alto mando..., y ya comprenderás porque la llaman bruja. —Me sorprendió un poco que fuera esa hermana misteriosa que me había nombrado y que él dejara que hablaran así de ella teniendo en cuenta que era de su familia pero decidí no decir nada y centrarme en conducir.

Veinte minutos después mientras Horacio y yo estábamos en la puerta de la sede un helicóptero aparcó sin demasiado cuidado en parking, yo había visto el helipuerto de la sede días atrás cuando Horacio me mostró las instalaciones así que no entendía porque había bajado al parking pero no dije nada.

Un hombre bajó rápidamente y abrió la puerta, ayudando a una mujer vestida con unos pantalones negros, una chaqueta de traje beige y unos llamativos tacones rojos a bajar. Realmente era muy diferente a Horacio, no solo en estilo y personalidad, también en aspecto.

—¡Horacio, querido! —dijo la mujer con una voz chillona que me hizo hacer una mueca, Horacio no se movió de su sitio, manteniendo la misma postura.

—Maia, ¿qué te trae por aquí? —La forma en la que hablaba era como si no estuviera hablando con alguien de su familia, muy contrario a como solía ser con Gustabo y era algo que me resultaba curioso.

—Verás, querido, cuando tuviste ese terrible accidente con esos payasos yo no pude venir así que, como buena hermana mayor, estoy aquí para ver como estás y te he traído un presente. —Su voz comenzaba a irritarme un poco—. ¡Otis, el regalo, venga, rápido! —Él hombre que le había abierto la puerta que al parecer se llamaba Otis fue rápidamente al helicóptero y volvió con un regalo.

—No hacía falta, Maia, no fue para tanto, la peor parte se la llevó Volkov —dijo Horacio, señalándome con la cabeza y entonces Maia pareció darse cuenta de que estaba ahí, la miré y me miró con una expresión que no supe como descifrar.

—Oh, si, Volkov, bueno, nada importante, mientras tú estés bien..., él es irrelevante.

Puse los ojos en blanco, ahora entendía porque la llamaban así, estaba claro que era eso, una bruja, vi como Horacio ponía también los ojos en blanco pero no decía nada, seguramente porque no quería discutir con su hermana y superiora.

Otis le dio el regalo a Horacio que ni siquiera lo abrió, realmente no entendía como era posible que dos personas tan diferentes compartieran sangre, no tenían nada que ver el uno con el otro, era incluso gracioso pensar en que una persona como Horacio, que siempre me había parecido sincera, aventurera, un poco soñadora e incluso sentimental, estuviera relacionado con una mujer como Maia.

—¿Tenéis ya un plan para atrapar a esos payasos? —preguntó Maia cruzándose de brazos, y Horacio suspiró.

—No, aun no, pero estamos buscando las maneras...

—Tal vez podrías hablar con el francotirador... —Yo miré a Horacio, viendo como se ponía tenso al instante.

—¿Papá? Ese jamás me ayudaría.

—Sí tu quieres llamarlo papá... —respondió ella y se encogió de hombros—. Ese tipo tiene muchos contactos, ya lo sabes, me encantaría meterlo entre rejas pero ya sabes que es difícil de conseguir, si encuentras la forma de hablar con él tal vez pueda ayudarte, en fin, me tengo que ir ya, tengo muchas cosas que hacer, ha sido un placer verte, querido. —Entonces me miró a mí e hizo una especie de sonrisa que se notaba muy falta—. También a ti, Volkov, me alegra mucho que no te pasara nada más que una pérdida de memoria. —Sonó tan falsa que era imposible dudar de que hubiera una mínima verdad en sus palabras.

Y tal y como había venido, se fue, con la misma rapidez, cuando el helicóptero se alejó fue como si ella jamás hubiera estado allí, como un sueño o más bien y teniendo en cuenta como era, una pesadilla.

—¿El francotirador? —pregunté ya que estábamos solos de nuevo y Horacio suspiró.

—Mi padre, ya te dije que mi familia era un poco caótica, mejor vamos a seguir patrullando. —Estaba claro que el tema de su familia era algo que Horacio no quería contarme aun, miré hacia el sitio donde había estado el helicóptero, si su hermana era así estaba claro que su familia debía ser una locura total, una bruja, un francotirador y luego Horacio.

—¿A quién te pareces más? —pregunté sentándome en el patrulla y Horacio no lo pensó ni un segundo.

—A Charlotte, te llevaré a verla un día...

No sabía quién era Charlotte pero algo me decía que sería una persona que me caería bien, no mejor que Maia porque no era algo difícil sino alguien que realmente me caería bien. a fin de cuentas si Horacio decía que se parecía a ella debía ser buena persona.


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Vale, sé que este capítulo llega tardecito porque debería haberlo subido la semana pasada pero bueno, han pasado cosas y no he podido hacerlo así que aquí lo tenéis <3 esta semana espero poder escribir mucho porque no he escrito en todo el mes y no puede ser!

En fin, nos vemos en el siguiente capítulo ✨(っ◔︣◡◔᷅)っc(◕︣◡◕᷅c)✨

Back to wait... you? ~Volkacio~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora