LLAMAN A MI PUERTA

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Plácidamente dormía
una noche de frío invierno
cuando entrada la madrugada
un fuerte golpe se oía
que de la puerta de entrada
hasta mi habitación venía.

-¿Quién será que a estas horas
a mi puerta y de esta forma
llama sin previo aviso?-
Me pregunté sorprendido.
Y aún con el sueño a medias,
me levanté de la cama
y por el largo pasillo,
a oscuras, solo con la luz
que una vela procura,
me dirigí hacia el portal
para preguntar quién sería
aquel que de madrugada
ante mi puerta se hallaba
y saber que quería.
-¿Se ha extraviado, pasajero?
-le pregunté entrecortado-
¿o acaso se ha equivocado
y se ha marchado ligero?
Pasado un tiempo,
y como solo se oía el silencio,
me volví hacia mi cama,
que aún caliente se hallaba
para ver si, otra vez,
el sueño poder cogía,
mas apenas me acurruqué
buscando el calor de mi cuerpo
cuando llamaron de nuevo
y ahora con más estruendo.

Corrí el pasillo
y me planté en la puerta
rápido como una centella
¿Quién es, caballero?
-pregunté sin mucho acierto-
pues la voz me temblaba,
no de frío, sino de miedo.
¿Acaso no me oyó antes?
-continué yo diciendo
con espanto en mi semblante-
permanecí allí unos instantes
y como nadie respondía
me volví a mi habitación
lleno de preocupación,
ignorando quién sería
el que tras la puerta estaba
y semejantes golpes daba.

En la cama, tapado hasta la cabeza,
temblando, más con presteza,
intenté alejar de mi mente
aquel suceso demente
que a nadie en su pleno juicio
habría dejado indiferente.

Pasaron unos minutos,
que para mí fueron siglos,
cuando de nuevo se oyó
esta vez cual cañón
un golpe en la puerta,
pero esta vez en mi habitación.
-¡Dios mío!-exclamé.
¿Quién juega de esta manera
a burlarse de mi razón?
¿Para qué llamar a la puerta
de esta forma o de cualquiera
si aquel que se halle fuera
entrar puede cuando quiera?

En un arrebato de valor,
me levanto de mi cama
y abro la puerta sin pausa
para contemplar con pavor
que aquel que golpea la puerta,
aquel que golpea soy yo.

No entiendo lo que sucede,
¿acaso he perdido la razón
o es una pesadilla horrible
de la que despertar es imposible?
Me vuelvo mirando
de nuevo hacia mi cuarto
y, ¡oh! Cielo bendito,
tumbado sobre mi cama
me hallo recostado.
¿Me estoy volviendo loco?
Me veo junto a la puerta
y a la vez sobre mi cama
y ahora tomo conciencia
de lo que en verdad me pasa.

¡Oh, ángeles del cielo!
Todo claro ahora lo veo.
Soy yo el que yace muerto
sobre mi, aún, caliente lecho,
mas mi alma no entiende
que yo ya no soy de este mundo
y es mi fantasma el que viene
llamando así hasta mi casa
para que mi espíritu terco
por fin, abandone mi cuerpo.

TERROR DE BOLSILLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora