III

127 11 0
                                    

B A B Y L O N

"¡y yo no decidí ser así pero me tocó ser la adulta que puede tener sexo!"

─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───

Australia

—¡Copito! —gritó Sprite en su oído, despertándola de un salto con toda la brillante luz del sol arremetiendo contra su mirada. 

Al superar la pesadez de sus párpados y abrir los ojos, se encontró con que el avión ya había aterrizado, revelando a través de la ventanilla el paisaje desértico y seco de Australia. Rodeados de arena y polvo. Lo odiaba, tanto como odiaba estar en esa situación. La sola idea de pensar que Ajak ya no estaba para guiarlos le oprimía el pecho con tanta fuerza que le impedía respirar correctamente. La extrañaba.

Soltó un profundo suspiro y se puso de pie. 

—Frost, debes decirle a la cámara cuáles son tus poderes —le dijo Kingo en cuanto la vio ponerse de pie. 

—¿Por qué hace esto? —preguntó Frost a Sprite, ignorando completamente al moreno, pero ella sólo se encogió de hombros. 

Mientras bajaba del avión, se puso unos lentes oscuros para no lastimar sus ojos con el sol, aunque quizá exageraba con eso, pero cuando se trataba de moda era una gran fanática y esas nuevas gafas de diseñador no se lucirían por sí solas. Tenía a Karum enfocándola desde muy cerca, a pesar de que en un gran número de ocasiones le dijo que se aleje.

—No dejará de grabarte si no le respondes —dijo Sersi, riéndose al verla tan estresada como sólo ellos eran capaces de hacerla estar.

—¡Está bien, Karum! —se detuvo en seco y miró al lente. Estaban en medio del desierto, caminando hasta la estructura que identificaba como la casa de Thena y Gilgamesh —. Controlo el hielo, el frío y todo lo que tenga que ver con ello, ¿sí? Glaciomancia se llama y soy muy buena con ello.

—Muchas gracias, señorita Frost —dijo el hombre con una sonrisa satisfecha —. Es usted muy amable.

—No la molestes, Karum —Kingo abrazó a Frost por los hombros y la acarició. Ella se limitó a quedarse tensa, mirando el contacto con seriedad —. Está nerviosa. Verá a la chica que le rompió el corazón después de miles de años. ¿Cómo reaccionarías tú, eh?

—No me afecta ver a Thena, Kingo —dijo con seguridad —. Es más, no me importa. Pasaron miles de años, como dijiste.

—Miles de años, sí. Aplicaste perfectamente la ley del hielo, cielito.

Con eso se alejó de moreno para adelantarse hasta llegar a Sersi. Cuando se miraron las dos se sonrieron. Ella, según Frost, era la más especial de todos los Eternos. Siempre lo había notado. La forma en la que se relacionaba con los humanos, su empatía para con ellos. Le complacía que Ajak pensara igual a la hora de darle su don para comunicarse con Arishem. Jamás lo diría en voz alta pero de todos sus "hermanos menores", Sersi era su favorita.

—Todo estará bien —le dijo en el oído a ella —. Sólo confía en tus instintos. 

—¿Puedo preguntarte algo? —Sersi la miró expectante. Frost asintió con una mirada tranquila, pues creía saber qué es lo que le preguntaría —. ¿Por qué discutiste con Ajak?

Exacto. Se tomó unos segundos para buscar las palabras justas.

—Digamos que me dijo ciertas cosas que yo no quería oír —respondió, pero cuando la contraria estuvo a punto de interrumpirla, continuó —. Estás en una posición en la que te enterarás de cosas que no quieres, o que no te creas preparada para oír. Ajak me lo dijo una vez. Debes ser fuerte.

FROST «thena»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora