II

149 14 0
                                    

T H E  P R O T E C T  O R

"Sprite, bájate de mi mesa"

─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───


Antártida - 2367 a.c

Frost e Ikaris volaban a través de los helados vientos árticos para acabar con el desviante volador que no paraba de molestarles mientras querían atacar a los terrestres. Frost, que gozaba de encontrarse en su terreno, utilizaba todo lo que tenía a su alrededor para combatir. Con su tridente, inmovilizó a la criatura en el aire para que Ikaris lo cortara por la mitad con sus rayos.

Segundos después los dos aterrizaron nuevamente en el suelo a unos metros de los demás. El desviante muerto cayó detrás suyo con un sonoro estruendo que también los salpicó un poco de sangre su sangre. Ellos rieron.

—¿Sabes cómo ganarme el afecto de Sersi? —preguntó Ikaris con tanta naturalidad como si no estuvieran en batalla. Con el tiempo que pasó se habían vuelto cercanos como hermanos, lo que muchas veces provocaba el disgusto mal disimulado de Thena y la anteriormente nombrada Sersi —. Digo, he visto cómo lo hacen los humanos, pero me parece demasiado... mundano.

—Llevamos demasiado tiempo con ellos, Ikaris —con tan solo golpear el tridente en el suelo, Frost provocó que el hielo debajo del desviante con el que Gilgamesh luchaba se rompiera, arrastrándolo a las profundidades heladas —. Y a mi parecer estaremos bastante más aquí, por lo que opino que adoptar algunas de sus costumbres no estaría tan mal, por más mundanas que sean.

—¿Estás segura?

—No, pero deberías intentarlo —dicho eso, los vientos que atrajo la trasportaron a toda velocidad hasta donde se encontraba Thena.

La rubia se movía hábilmente mientras luchaba. Intercambiaba entre sus armas, hacía volteretas, golpeaba, cortaba y asesinaba. A Frost le encantaba verla hacerlo, pero al igual que Ikaris no podía encontrar la forma de acercarse a Sersi, ella no podía encontrar una manera de describir lo que sentía hacia Thena. Pero buscaba sus propias respuestas. Se esforzaba en hacerla reír, como también en hacerla enfadar. Siempre intentaba estar cerca de ella, y si llegaban a rozarse era una misión satisfactoriamente exitosa. Sólo seguía sus instintos. 

Y ni hablar de cuando luchaban. Adoraba luchar con Thena. 

Esa vez, como si se tratara de una bola gigante de nieve, arremetió contra el desviante con toda su fuerza, derribándolo a varios metros lejos de la guerrera. Cuando Frost se recompuso frente al monstruo con una sonrisa, este le gruñó con enfado, hasta que Thena saltó sobre él y le clavó su lanza en la cabeza.

—Deja de robarme muertes —dijo, apuntándole con su lanza de manera amenazante.

—¿Cuántas vas? —preguntó Frost, haciendo escalones de hielo para que ella bajara adecuadamente de la criatura muerta.

—Cinco, ¿tú? —quiso saber, aunque fingía que no le interesaba. Ese era su juego, las dos competían por quién asesinaba más desviantes y quien perdía tenía que pagar. Thena siempre aseguraba que no le interesaba, pero terminaba uniéndose rápidamente.

—Dos —respondió en un bufido, lo que la hizo reír —. No creas que ya ganaste.

Y con eso, se elevó en el aire para ir a acabar con el desviante que Makkari y Gilgamesh combatían. No iba a perder. Tenía que vencerla al menos una vez, pero si no lo hacía podía deleitarse con verla disfrutar su victoria mientras elegía qué le debía. La admiraba tanto que no a veces tenía que obligarse a dejar de mirar qué era lo que hacía. Pero también le dolía lo incompleto que esas emociones la hacían sentir.

FROST «thena»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora