FROST «thena»

VII

S P L I T

"¡Thelma y Louis!"

─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───—

Australia - 1789 d.c

Hasta esa ubicación la había llevado todo su trabajo de rastreo. Una semana había tardado en llegar después de despertar en el Domo. No estaba orgullosa por su reacción cuando Kingo y Makkari le habían dicho que Thena se había ido y que no la quería con ella. Mierda, casi mató asfixiado a Kingo obligándolo a decirle en dónde estaba, a lo que el moreno le repetía incansablemente que no tenía la menor idea. 

Al parecer Ajak la había curado pero se había ido antes de que despertara para que no la viera. Pero eso no le importó ni lo más mínimo mientras amenazaba a los otros dos Eternos.

—¡Dime dónde está! —le había exigido, con su mano rodeando su cuello contra la pared. Sus ojos se habían tornado casi blancos por el incremento del poder en su interior. Si Makkari no la hubiera calmado habría sido capaz de congelar todo el Domo. 

Ya se disculparía con ellos por la forma en la que los trató. No se merecían ser quienes sufrían de su enojo. Por ello fue a buscarla, no sólo para verla, sino para responder todas las preguntas que se formaban en su mente. Fue a parar a aquel conglomerado de colonias en el fin del mundo. Se transportaba con sus poderes para llegar más rápido hasta aquella casa en medio del desierto. 

Una choza de madera la esperaba, aunque no se atrevía a entrar. Las distintas emociones de su interior la obligaron a detenerse a varios metros de distancia. No sabía bien cómo se sentía completamente; por un lado estaba herida, triste y confundida porque la mujer que amaba, el ser más importante de su vida, la había abandonado si siquiera despedirse. Y por el otro ardía de furia, enojo y resentimiento por la misma razón. 

Como se dijo, no iba a entrar, pero tenía que hacerla salir, por lo que desde la punta de sus dedos emanó un frío que fue a parar a una de las ventanas de la choza, congelándola pronto hasta el punto en el que Frost señaló un copo de nieve en ella. Eso decía la leyenda que Sprite contaba de ella, aunque su versión masculina. Jack Frost.

Unos segundos más tarde, la puerta principal se abrió frente a ella, revelando la figura hermosa de Thena, respirando hondo como si por algún mínimo segundo hubiera pensado que no estaba allí y que no tendría que hacer lo que estaba a punto de hacer. 

—¿Qué haces aquí? —le preguntó cuando estuvieron lo suficientemente cerca. Su tono no era para nada inquisitivo, más bien reprochante. 

—¿De verdad me preguntarás eso? —Frost la miró confundida por su reacción. No entendía qué era lo que ocurría exactamente.

—Una cosa, Frost, sólo te pedí una cosa y no fuiste capaz de cumplirla. Dije que no quería que me buscaras —dijo, con un semblante serio, tan helado que ni sus poderes eran capaces de protegerla —. No te quiero aquí. No te quiero. 

—¿De qué estás hablando? —por un instante, temió que se tratara de otro de sus trances, pero sus ojos estaban allí con normalidad, haciéndola sentir tan vulnerable como siempre —. Te fuiste sin despedirte, sin decirme nada, ¿y pretendías que no te buscaría queriendo una explicación?

—Esa es mi explicación, no te quiero conmigo. Estar contigo no hace más que lastimarme, hace que mis ataques sean peores cada vez que estás cerca, ¿entiendes? Me lastimas, me haces mal —expresó, con desdén. 

En ese momento Frost hubiera deseado tener su tridente para no caerse por el desequilibrio que las palabras de Thena le provocaron. Era como si sus piernas hubieran dejado de funcionar. ¿Realmente la lastimaba? No, no era posible. Ella siempre hizo todo lo que estuvo a su alcance para que estuviera bien, a salvo.