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T H E  E M E R G E N C E

"Señoritas, pórtense bien"

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Pronto llegaron al lugar del Surgimiento. Era una isla en el medio del Océano cuya actividad volcánica volvería loco a cualquier geólogo. Pero eran solo los Eternos quienes estaban al tanto de que no se trataba de cualquier volcán. 

—No me gusta este plan —dijo Frost, mirando fijamente a Thena cuando esta dijo que todos debían ir a tierra para detener el Surgimiento mientras ella distraía a Ikaris —. Yo me quedaré también. Conmigo aquí podremos retener más tiempo a Ikaris.

—Eso es verdad —añadió Phastos. El inventor estaría en su laboratorio dirigiendo el Domo —. La presencia de Frost le dolerá más y tendremos más tiempo.

—De acuerdo.

Fue Sersi la que dio la última palabra. Entonces, en cuestión de minutos Thena y Frost se quedaron sola en el Domo esperando a que Ikaris aparezca. Juntas eran capaces de controlarlo, aún más sabiendo que él a Frost no le daría daño. Bueno, pensaron lo mismo de Ajak y terminó por asesinarla. Pero si tenía que morir, al menos quería que sea estando con Thena, protegiéndose la una a la otra. 

—¿Siempre obtendrás lo que quieres? —le dijo la rubia, apoyando su espalda contra el muro.

—¿Te sorprende?

Podrían haber bromeado más, haber sonreído más, haber disfrutado de un poco tiempo más juntas, pero el techo sobre ellas retumbó. Lo siguiente que vieron fueron rayos dorados caer del cielo y la figura de Ikaris aterrizando lentamente frente a la estatua de Arishem. Era irónico verlo así. El Celestial rojo de gran magnitud y su pequeño soldadito. 

—¿Dónde está Druig? —preguntó Ikaris al verlas a ambas en el pasillo. Cada una reposada en una pared. 

—Está ocupado —respondió Thena. Inconscientemente, quería evitar todo contacto que él pudiera tener con Frost, pues sabía lo difícil que sería para ella tener que luchar con alguien que quiso tanto. Por lo que los mantendría alejados el mayor tiempo que pudiera. 

—Señoritas, pórtense bien —les dijo, viendo como se acercaban poco a poco. Frost por el frente y Thena rodeaba la figura del Celestial para llegar por detrás suyo —. Jamás tuvieron que luchar contra mí. 

—Yo siempre quise hacerlo —añadió la guerrera antes de dar una vuelta y dirigir sus espadas a su rostro. Obviamente Ikaris se defendió, deteniendo el ataque con su mano, pero no se esperó que en ese microsegundo Frost lo golpeara en el abdomen, empujándolo con fuerza hacia atrás.

—Frost, no quieres hacer esto. 

—Prepárate, porque te voy a lastimar.

Rayos dorados de Ikaris se entrelazaban con los destellos de hielo de Frost y las letales cuchillas de Thena, creando una caótica pelea que iluminaba la sala con una intensidad deslumbrante. Los ataques coordinados de Thena y Frost eran una danza calculada, una estrategia para mantener a raya a Ikaris. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos coordinados, la lucha se convertía en un torbellino de emociones sin resolver.

Los ojos de Frost, ardiendo con el azul de sus poderes, reflejaban un torbellino de dolor y furia mientras desataba su poder de hielo contra Ikaris. Sus manos creaban estacas que se encontraban con los rayos ardientes del celestial. Las espadas de Thena, centelleando en el resplandor de la batalla, eran extensiones de su voluntad. Sus movimientos eran precisos, ejecutados con la gracia de una guerrera experimentada. Giraba y avanzaba con agilidad mortal, buscando brechas en la defensa de Ikaris, mientras su mirada reflejaba la determinación de un conflicto no resuelto.

FROST «thena»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora