Family line

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Ochaco tocó por enésima vez el timbre durante varios segundos, probablemente, más de lo necesario, antes de tocar con su puño la puerta y pronunciar el nombre de su hermano con desesperación. Habían pasado cinco días desde que la noticia salió a la luz, pero no se había podido comunicar con Izuku, incluso había ido a su trabajo, con la única respuesta de que había decidido tomarse una semana libre, además, las dos veces anteriores que había llegado al departamento de su hermano, su coche también estaba estacionado, pero por más que tocara a su puerta, este no respondía, dentro tampoco parecía escucharse algún ruido, mientras que su celular daba directo a buzón.

—Mamá, ¿Y si le pasó algo? — Se alejó de la puerta, girando sobre sus pies para ver a su madre, mientras sacaba su celular para buscar entre sus contactos a su hermano, marcando su número solo para que al segundo siguiente escuchara la voz de la operadora, desesperada, llevó una de sus manos a su rostro.

Inko no respondió, prefirió apartar su mirada y bajarla al suelo con arrepentimiento, los nervios la habían estado consumiendo desde que vió las noticias por la noche, sabía que Izuku no estaría bien si viera lo que estaban diciendo de él en los medios, también estaba muy arrepentida de no haberle dicho a su hijo lo que su hija planeaba, ya que por supuesto, sabía lo que Ochaco estaba haciendo, si lo hubiera prevenido, no estaría ahí esperando que su hijo estuviera a salvo.

—¿Y si entras por el balcón? — Murmuró Inko con la voz rota, pensando en las opciones que tenían, porque en ese punto ya había ido a casa de Mitsuki para preguntar por Katsuki o su número, mostrándose confundida en cuanto le mencionaron el tema de Izuku y el romance que ambos tenían, pero ella tampoco sabía nada de su hijo porque el rubio tampoco tomaba sus llamadas.

Dentro del departamento, el silencio reinaba por cada una de las habitaciones, mientras que en la sala de estar se encontraban los dos jóvenes que habían pedido una semana de descanso en sus respectivos trabajos, ambos en pijama, ninguno había salido en los días que llevaban metidos ahí, Katsuki ni siquiera volvió a su casa después de ese día, prefirió llamarle a uno de sus amigos para que fuera por algunas de sus cosas a su propio departamento antes que dejar a Izuku solo.

Ambos estaban acurrucados en el suelo, con Izuku sentado en medio de las piernas ajenas, sus oídos estaban cubiertos por audífonos con cancelación de ruido, mientras que sus ojos estaban cerrados, dormita entre los calientitos brazos del héroe, cuyo rostro se veía ligeramente demacrado, habían pequeños pelitos a lo largo de su barbilla por la falta de un buen afeitado, pero su mente estaba en blanco, aunque él no tenía audífonos, de manera inconsciente había bloqueado el ruido fuera de la casa del pecoso.

—Kacchan, vamos a la cama. — Izuku murmuró somnoliento, sin abrir los ojos ni moverse, acurrucándose más contra el pecho ajeno, disfrutando el calor del sol que entraba por la puerta del balcón, que era la única luz que iluminaba el lugar. Al no sentir ningún movimiento por parte del rubio, por fin se retiró de su cómodo lugar, observando al rubio dormitando, es así que, llevando una de sus manos al rostro ajeno, acarició su mentón, sonriendo como si estuviera haciendo una travesura al sentir la barbita picar en sus dedos, no sabe qué fue lo que lo impulsó a inclinarse y darle un beso sobre la comisura de sus labios, notando cómo los iris rojos lo observaron con atención. — Hola...

—Hola. — Katsuki murmuró de vuelta, sabiendo que Izuku no lo escuchaba, cuando notó que este estaba a punto de quitarse los audífonos, rápidamente movió sus manos para cubrirlos, negando con su cabeza, notando la decepción plasmarse en forma de puchero en los labios ajenos, los cuales se encontraban un poco resecos y agrietados, pero no por eso, menos deseables, tal vez se quedó mucho tiempo viéndolos, tanto que no se dió cuenta de que Izuku estaba al pendiente de sus reacciones, ni de las mejillas pecosas que sonrojaron al darse cuenta del tipo de mirada profunda de aquellos ojos volcánicos. — Te amo.

Bully Where stories live. Discover now